Según el Ieral, desde el retorno de la democracia solo ambos presidentes bajaron la carga impositiva al campo y el nuevo mandatario podría convertirse, en función de lo que expresó, en el tercero en hacerlo
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“Desde que retornó la democracia, 10 gobiernos pasaron, solo dos de ellos le bajaron la carga tributaria al agro: Carlos Menem y Mauricio Macri. En cuatro la subieron (Raúl Alfonsín, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Alberto Fernández) y en otros tantos quedó en un mismo nivel. Javier Milei debería ser el tercer gobierno en bajar impuestos al sector”.
Con ese tuit, acompañado de un gráfico, Juan Manuel Garzón, economista jefe del Ieral, de la Fundación Mediterránea, mostró cómo fue el devenir de los Derechos de Exportación (DEX) desde 1983 a la fecha. En diálogo con LA NACION, Garzón señaló que una vez que asuma el presidente electo tiene “la oportunidad de ser el tercer gobierno desde el retorno de la democracia en bajarle la carga tributaria al sector agropecuario”.
“Es una promesa de campaña que ha hecho, aunque en los últimos días ha dicho que primero se va a concentrar en la baja del gasto y una vez que acomode las cuentas del Estado, recién ahí bajaría impuestos. Así que imagino que va a haber una reducción de carga tributaria que va a ser gradual y que se va a ir intensificando a medida que se vaya bajando el gasto público y se vayan liberando recursos como para poder devolver esta plata que actualmente están poniendo los productores”, dijo.
“El desafío es llegar a final del mandato con una carga tributaria baja o, si es posible, ya haber eliminado completamente este impuesto que recae desde hace tantos años exclusivamente sobre el sector agropecuario, como son los DEX”. añadió.
Según describió, la eliminación de las retenciones se mantuvo hasta el año 1982, cuando se establecieron alícuotas de un 25% sobre los principales productos exportados (esta medida abarcaba ciertos animales vivos, cuero y pieles, tabaco, trigo, maíz, sorgo, soja, entre otros).
“Con el regreso de la democracia, hubo muchas idas y vueltas con la tributación. En los inicios de su mandato, Alfonsín decidió mantener las retenciones al maíz y la soja (25%), a la vez que disminuyó la alícuota del trigo a un 18%. Por otra parte, los DEX sobre algunos combustibles llegaron a elevarse a un 60%. Además, desde abril de 1984, comenzó a cobrarse una alícuota del 1,5% sobre las exportaciones, cuya recaudación se destinaría a financiar el INTA”, detalló.
10 gobiernos pasaron desde el retorno de la democracia,
— Juan Manuel Garzón (@Jgarzon02) November 21, 2023
Sólo 2 de ellos le bajaron la carga tributaria al agro: Menem y Macri,
En 4 la subieron (RA, ED, NK y AF) y en otros tantos quedó en un mismo nivel, @JMilei debería ser el tercer gobierno en bajar impuestos al sector. pic.twitter.com/bBlV8bEklN
Luego contó que, al llegar octubre de 1984, las retenciones correspondientes a los principales productos sufrieron un aumento (alcanzando alícuotas del 31% en el caso del maíz, soja y girasol, y 24% en trigo). Meses después volverían a retraerse las alícuotas en la mayoría de los productos del agro.
En esa línea de tiempo, en 1985, durante el lanzamiento del Plan Austral, algunas alícuotas alcanzaron un nuevo máximo para el período (la soja alcanzó el 32,5%); en dicha resolución se proclamó un derecho adicional correspondiente a cada mercancía de acuerdo al DEX que percibía anteriormente (con unos pocos productos exceptuados).
En 1986 hubo disminuciones sucesivas en las retenciones, hasta llegar a fin de 1987 y principios de 1988 “cuando se eliminarían por completo las retenciones sobre el trigo y al maíz (manteniendo aquellas correspondientes a los productos del complejo oleaginoso)”.
“En plena crisis hiperinflacionaria de 1989, se establece un nuevo máximo histórico en las alícuotas, superando el 40% para la soja y el girasol, y por encima del 30% en productos como el trigo y el maíz. Se daría marcha atrás a la eliminación de los DEX que se había definido poco tiempo antes”, explicó Garzón.
“En los meses siguientes, si bien muchas tasas se mantuvieron, se proclamaron varias resoluciones que modificaban las alícuotas del trigo de manera descendiente. En marzo de 1990, la mayoría de las tasas efectivas aumentaron (por imposición de alícuotas incrementales según mercaderías) y allí se mantuvieron un tiempo (salvo el trigo que nuevamente presentó alícuotas en descenso hasta llegar al 0% en noviembre de 1990)”, añadió.
El año que llegó el alivio para el campo
En 1991, fue Carlos Menem quien eliminó las retenciones a la mayoría de productos exportados (incluyendo carnes, animales vivos, leches, aceites, cacao, cereales, etc.), con excepción del girasol y la soja para los que se establecieron alícuotas del 6% y del 3,5% al poco tiempo.
“Esta política se vio acompañada de una mayor apertura comercial, con políticas de eliminación de obstáculos para tal fin, y se sostuvo durante varios años. El 10 de noviembre de 1992 se dio fin a la contribución del 1,5% destinado al INTA”, se explayó.
Luego, a partir de 2002, con la emergencia económica de ese entonces, “los derechos de exportación se restablecieron de manera generalizada en la Argentina”. En marzo de ese año, se fijaría un DEX del 10% sobre commodities agrícolas y del 5% sobre el resto de bienes de la economía; “en ese entonces la soja ya contaba con un DEX del 3,5%, lo que haría una carga tributaria total del 13,5%, los cereales y demás granos pasarían de 0% al 10%”.
“Al poco tiempo, la presión tributaria sobre los principales productos agropecuarios del país sería incrementada en un 10%, quedando la soja en 23,5% y los cereales en el 20%. También se subiría la carga sobre algunos derivados industriales relevantes, caso de las harinas y aceites de soja y girasol, que pasarían del 5% al 20%”, describió el economista cordobés.
La nueva estructura de tasas duraría hasta fines de 2006 en el caso de granos, aunque se producirían algunos cambios en otros productos durante este período: “Uno de estos cambios fue sobre la carne bovina fresca y las preparaciones en base a carne bovina, con una carga que pasó del 5% al 15% en noviembre de 2005 y marzo de 2006″.
“En el arranque del 2007, se subiría la carga tributaria de la soja en 4%, quedando en 27,5%. La situación no duraría mucho, dado que hacia fines de ese mismo año la carga tributaria llegaría al 35% para la oleaginosa. En ese momento también subiría la carga sobre los cereales, al 25% en maíz y al 28% en trigo”, relató.
Después vendría un “período muy conflictivo de carga tributaria variable”. El esquema de retenciones móviles que se extendería entre marzo y julio de 2008, con poco impacto en la práctica “dado el cese de comercialización de granos que el sector decidiría realizar y el nuevo esquema propuesto por el Poder Ejecutivo no sería validado por el Congreso, retornando la carga a los niveles previos”.
Ya en diciembre de ese año se decidiría bajar 5% la carga sobre maíz y trigo, las que pasarían a quedar en 20% y 23% hasta fines del 2015: “Un cambio relevante en ese período fue para los productos lácteos, que pasaron a quedar desgravados de este impuesto en marzo de 2009″.
Ya en la era Macri, en diciembre de 2015 la carga sobre la soja se bajaría en 5%, pasando del 35% al 30%, mientras que se eliminaría completamente para los cereales, granos y productos de economías regionales e industriales. Y a finales de 2016, se define un esquema de baja de 0,5% mensuales para todos los productos del complejo sojero, a aplicarse desde enero de 2018.
Poco duraría esa nueva alegría para el campo, en septiembre de 2018, “por urgencias fiscales, vuelve a incrementarse la presión tributaria y se define un esquema con tasa del 12% pero con tope al monto pagado, de entre $3 y $4 por dólar exportado según productos: en el caso de la soja y sus derivados, el nuevo esquema combina la tasa del 12% (con el tope de $4 por dólar exportado) más una tasa fija del 18%, que totalizaban una carga tributaria efectiva del 28,3% al primer mes de vigencia”.
Cuando asumió Fernández, en diciembre de 2019, volvería a cambiar el esquema: “se elimina el tope de los $4 para varios productos agropecuarios, quedando consecuentemente una tasa del 30% para soja (18%+12%) y del 12% para cereales”. En esa vorágine tributarista, en marzo de 2020 se decidió subir en 3% la carga sobre soja, del 30% al 33%; además se fijan retenciones del 5% para la mayoría de productos de las economías regionales.
“La tasa del 33% sobre soja continúa hasta el presente, salvo en el período octubre-diciembre 2020 en el que se decidió una baja temporal de 3% en octubre, 1,5% en noviembre) y 1% en diciembre, a los efectos de aliviar la carga y estimular la comercialización de la oleaginosa”, recordó.
Luego se bajaron los DEX para una muestra muy grande de productos, pero básicamente manufacturas industriales, muchas de ellas quedando gravadas al 3% y a tasa cero. También al año siguiente se eliminaron o redujeron significativamente los derechos de exportación sobre distintos productos de las economías regionales.
A modo de conclusión, Garzón remarcó: “Entre julio de 1982 y diciembre de 2021 (casi 40 años) las exportaciones de soja estuvieron siempre gravadas por DEX, a una tasa promedio del 21,3%, pero con una volatilidad importante, tasas que llegaron a superar el 40% durante algunos meses y tasas que estuvieron en menos del 5% en otros. En este período pasaron regímenes militares, gobiernos democráticos de distintos partidos, con enormes diferencias en materia económica, pero todos ellos coincidieron en mantener la carga tributaria sobre el principal producto agropecuario del país”.
“En el caso de otros cultivos, como el trigo, el maíz o el sorgo, el trato de la tributación fue un poco más benigno. Las exportaciones de estos granos estuvieron gravadas, pero no todo el tiempo y las tasas fueron en general un poco más bajas. Para tener una referencia, el maíz tributó una tasa promedio del 12,2%, pero estuvo durante muchos meses (y años) a tasa cero; a su vez la tasa máxima llegó al 32%, por debajo del 45% que pagara la soja. Otro producto clave de la agroindustria argentina, la harina de soja, sufrió la carga de esta tributación, ubicándose en una situación intermedia entre la soja y el caso de los cereales. La carga sobre esta harina promedió el 16,8%, la tasa máxima tocó el 41% y estuvo el 72% del tiempo (342 meses) alcanzada por el impuesto”, enfatizó.
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