En las últimas campañas la demanda de fertilizantes mejoró sensiblemente, respondiendo a un contexto macro más favorable. Los productores agropecuarios respondieron positivamente a la liberación del precio de los cereales, sumando hectáreas y mejorando las dosis de nutrientes, especialmente de los nitrogenados. En 2018, el consumo de fertilizantes creció 14%, una proporción notable por el esfuerzo que implicó aumentar la inversión luego de haber sufrido una sequía en un contexto de acceso a crédito restringido.
Clima mediante, la apuesta está dando como resultado una cosecha record, lo que confirma la tendencia de que la producción de granos y el uso de fertilizantes van de la mano en nuestro país.
Como caso de éxito destacamos el del trigo, ya que en pocos años y siguiendo una lógica curva de "reaprendizaje", logró una cosecha nunca antes alcanzada, con excelentes niveles de proteína. El buen uso de la fertilización nitrogenada fue la clave: las dosis se ajustaron hasta obtener el doble objetivo de rendimiento y calidad.
Recalcamos este éxito ya que aún quedan grandes desafíos por delante. En primer lugar, debemos trabajar el balance de fósforo, que no ha mejorado significativamente en los últimos años. Por otro lado, al productor aún le cuesta asumir las deficiencias de azufre, que se descubrieron en Casilda en 1998 y actualmente son una realidad en toda la zona productiva.
Es importante tener la mente abierta para incorporar nuevos nutrientes en el plan de fertilización, debido a que el desgaste de los suelos nos va a obligar a hacerlo. En un trabajo reciente de Fertilizar junto con el INTA pudimos proyectar por primera vez los años que les quedan a los suelos de nuestro país con abastecimiento "natural" de potasio. Los resultados indican que en cuatro años la provincia de Entre Ríos debería empezar a fertilizar con este nutriente.
Si revisamos el esquema de fertilización por cultivo, podemos observar que, a diferencia de las gramíneas, las dosis utilizadas en soja siguen siendo muy bajas. Diversas redes de ensayos impulsadas por Fertilizar demuestran que la utilización de dosis correctas de fósforo, azufre y en algunos casos de zinc y boro, puede aumentar los rendimientos en forma consistente.
Tomando en cuenta estos resultados podemos concluir que 9 millones de hectáreas de soja son subfertilizadas, y podrían producir 600 kg/ha adicionales que mejorarían notablemente el margen del productor, a la vez que corregirían el balance de nutrientes. En el cultivo más extendido encontramos la mayor brecha de mejora. Por eso es clave hacer un análisis de suelo que, con un diagnóstico certero, permita tomar decisiones. Así, se maximiza la productividad y se mejora la sustentabilidad del sistema.
El autor es presidente de Fertilizar AC