En los días que corren, signados por una pandemia de una magnitud e impacto socioeconómico y sanitario nunca antes visto, el mensaje que recibimos parece no dejar dudas: el mundo nos pide un respiro.
En este sentido, es que parece ser un buen momento para hablar de sustentabilidad (y quizás estemos llegando un poco tarde). Propongo ir rápido a lo importante: ¿cuál sería la motivación para producir sustentablemente?
¿Una prima sobre el precio?, ¿una posibilidad de negocio diferencial?, ¿una conciencia (verde) más tranquila?
Independientemente de cuál sea nuestro motor de cambio, hay una realidad: las grandes multinacionales siguen impulsando ambiciosas metas internas de sustentabilidad, y ya sea por estrategias de marketing (consumidores cada vez mas volcados a productos sustentables) o por responsabilidad social, la "carrera verde" para diferenciarse de la competencia esta lanzada.
¿Qué tan ambiciosas son estas metas? Un pequeño ejemplo: como trader de commodities agrícolas, con especial foco en cebada cervecera, me tocó visitar hace unos meses al gigante verde de la cerveza, en su enorme sede central en las afueras de Amsterdam. Al terminar la reunión, nos comentaron que próximamente iban a mudarse. ¿El motivo? Ese edificio no era eficiente, por lo tanto, no era sustentable, y estaban pensando en derrumbarlo.
En la actualidad, como encargado en la Argentina de desarrollar la plataforma de sustentabilidad SAI para Groupe Soufflet, me toca estar en contacto con el productor y ayudarlo a encuadrarse dentro de los parámetros que pide la norma.
Cada plataforma o norma es diferente, pero basadas en los mismos tres pilares generales: el cumplimiento de los aspectos legales, el cuidado de los recursos humanos y la trazabilidad e impacto ambiental (con especial foco en el correcto uso de agroquímicos y el tratamiento de sus residuos).
En una charla, José Gandini, a cargo de la producción agropecuaria en Alea y Cía SA, nos comentaba: "El productor argentino hoy es modelo de muchas buenas prácticas agrícolas. Aquellos que trabajan a conciencia y siguiendo las regulaciones, están cumpliendo el 80% de los requisitos para certificar sustentabilidad sin saberlo".
Los beneficios de certificar sustentabilidad son variados según el cultivo y la norma: primas sobre el precio (en el caso de la soja, por ejemplo), mayor interés de compra por el exportador, posicionamiento de la empresa como marca, organización "obligada" del proceso productivo, entre otros.
Los costos de certificación también son muy variables, pero en algunos casos, los mismos exportadores pueden estar dispuestos a cubrirlos, lo cual se convierte en una excelente oportunidad para el productor sin una gran inversión de recursos financieros.
En la actualidad, el 19% del aceite de palma (el aceite más comercializado del mundo) se negocia con certificación de sustentabilidad RSPO. Un claro ejemplo de que la producción sustentable no es el futuro, sino el presente. Quien ya esté trabajando en ella, tendrá ventajas competitivas en el corto plazo.
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