El sector tiene un plan para crecer en ventas externas y consumo de carne de cerdo para 2030; destacan que la Argentina es competitiva a nivel mundial
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CÓRDOBA.- Las expectativas de la industria porcina de seguir expandiéndose -como viene haciéndolo en los últimos años- están en las exportaciones que representan cinco por ciento de la producción. En el primer trimestre de este año, las ventas afuera aumentaron 102% respecto al mismo período del 2020, según datos de la consultora JLU en base a números oficiales. Para que puedan seguir incrementándose son claves las inversiones, en especial en frigoríficos. El mercado interno -19,3 kilos anuales (2,8 kilos de ese total son chacinados) por persona- podría mejorar, pero es más complejo aunque la proyección es alcanzar los 30 kilos persona/año en una década.
En el 2020 la producción porcina argentina aumentó por una mejora de la eficiencia (5.8%) obtenida de cada cerda madre que pasó de 21,1 capones por madre y año a 22,3 y por la suba (9.4%) en el peso de los cerdos que saltó de 2329 kilos por madre y por año a 2.549; cada capón pasó de los 110,5 kilos de peso vivo a 114,3. Bajó 6000 la cantidad de madres totales, la mayor disminución se registró en los pequeños productores, perdiendo cada vez mayor participación en el total. Desde el 2002 hasta 2020 el crecimiento en producción de toneladas fue de 5,8 veces.
Juan Uccelli, consultor y expresidente de la Asociación Argentina Productores de Porcinos, repasa que el precio se mantuvo estable pero subieron los costos de producción por el valor de los cereales y los insumos dolarizados, por lo que estima que se pasó de un margen bruto del 20% a menos del 10%. “En comparación con carne vacuna y pollos, estamos mejor porque ellos ya están en zona roja”, resume. Insiste en la importancia de las exportaciones ya que “hay espacio para mejorar” las 43.000 toneladas del 2020.
El economista del Ieral, Juan Manuel Garzón, apunta que la inserción del cerdo en el consumo interno aumentó fuerte pero entiende que ese ritmo es “complejo” de sostener porque el ritmo de producción requiere de inversiones “fuertes” en granjas nuevas.
“La producción crece por ampliaciones de ya existentes y por mejora de productividad; la mejora en general de las instalaciones ayudaría tanto la salida al mercado interno como a la exportación”, describe. Brasil exporta doce veces más que la Argentina y Chile, cinco, lo que grafica que hay demanda internacional. China es el mayor comprador y fue aumentando su participación desde la irrupción de la peste africana en 2018 en su producción.
Ucceli estima que a los chinos todavía le restan entre cinco y diez años para resolver el problema, pero confía en que Europa se sumará a las compras y enfatiza la competitividad argentina. Calcula que en China producir un kilo vivo de cerdo cuesta alrededor de tres dólares y en la Argentina, un tercio de ese monto. Garzón aporta que Estados Unidos y Brasil son “líderes” en costos y que la Argentina está “muy cerca pero a costa de menos márgenes”.
Daniel Fenoglio, titular de la Federación de Productores Porcinos Argentina y de la Cámara Empresarios Porcinos Buenos Aires, comparte que la evolución de las exportaciones es un indicador “interesante y sin retorno”. La Argentina se posicionó como abastecedora del mundo por tres condiciones claves: la sanidad (ser país libre de enfermedades, facilita), competitividad en producción primaria y avance de las negociaciones para la internacionalización. Hay 13 mercados abiertos y 15 en gestión con diferentes grados de avance. Buscan bajar la dependencia de China que se lleva el 80% de las ventas al exterior; para Estados Unidos y Brasil representa entre 40% y 46%.
Plan de crecimiento
A través del Consejo Agroindustrial, hace unos días el sector presentó al Gobierno su plan estratégico 2020-2030. En ese período apuntan a una mejora anual del seis por ciento en el volumen de madres comerciales (llegar a 700.000); cinco por ciento en los kilos por madre (alcanzar 3000); 11% en las toneladas producidas (el objetivo es 2,1 millones); siete por ciento en el consumo interno (lograr 1,3 millones de toneladas); 31% en las exportaciones para poder vender 800.000 toneladas y seis por ciento en el consumo per cápita por kilos (la meta es 30 kilos en 2030).
De cumplirse esos crecimientos anuales, la generación de divisas en 2030 sería de US$ 1740 millones; la inversión primaria e industrial proyectada, US$ 2730 millones y se crearían 93.536 nuevos puestos de trabajo. El foco del trabajo está en toda la cadena porcina; propone crear un Instituto de Promoción y Comunicación porcina (IPCP) financiado con un aporte obligatorio de un porcentaje sobre la venta.
A criterio de Garzón, la velocidad a la que la cadena puede crecer la dan las dos puntas, la producción primaria y el consumo: “Los márgenes se achicaron mucho porque para colocar más producto se sacrifica precio y rentabilidad; además cada vez hay más exigencia en el manejo de las granjas desde todo punto de vista”. Para más inversiones hay que resolver la devolución del IVA (se bajó a las ventas hace unos años y recuperarlo es cada vez más difícil) y el acceso a financiamiento.
Sobre la posibilidad de inversiones chinas por US$3700 millones en cuatro años (forma parte de un acuerdo general entre gobiernos), Ucceli indica que la Argentina podrá fijar el cómo; incentivar a que se hagan en asociación con argentinos y aportar a que no sólo sean criaderos sino producción de carne. “Hay que direccionar esos recursos hacia granjas inteligentes, con las madres por un lado y los galpones de engorde por otro”, propone.
Un aspecto que preocupa es el de los pequeños productores (90% del total, 30% de la carne). Desde el Centro de Información de Actividades Porcinas -una organización sin fines de lucro administrada por representantes de instituciones académicas, científicas y de desarrollo-, el coordinador Ariel Cogo subraya que no los atraviesa toda la información que requiere. “La gran debilidad es que no tienen asistencia técnica y eso impacta en el beneficio económico que es clave para la sostenibilidad en el tiempo; el financiamiento aparece como problema pero no es prioritario”, menciona.
Economía circular
Las Chilcas es un modelo de empresa circular que aparece en el horizonte como lo que puede lograr el sector porcino; está en el norte de Córdoba, en la zona de Villa de María de Río Seco; hacen maíz para autoconsumo en el feedlot, en la granja porcina y en una mini destilería de etanol. Mario Aguilar, su director, cuenta que fueron pioneros en producción de biogás y fertilizantes: “Consumíamos mucho inorgánico y ahora es casi gratis. Vimos mucho este modelo en Chile y Estados Unidos; aquí no se podía verter líquido al suelo hasta que hace unos cinco años salió la ley. El cerdo come granos, produce carne y sus residuos tienen energía residual por lo que los seguimos aprovechando. La planta de alcohol da más sentido al circuito”.
Cuentan con 8000 cerdos (venden 15.000 capones al año, dos millones de kilos de carne, 15% se exporta a través de la sociedad Argenpork). El purín va por cañerías al biodigestor. La planta de etanol requiere de combustible; el vapor que genera el biodigestor se logra con biogás. El ciclo productivo que cierra en lo económico y en lo ambiental.
Fertilización
CÓRDOBA.- Desde hace varios años una granja de cerdos del departamento de San Justo, en la provincia de Santa Fe viene desarrollando un compost realizado sobre la base de la eliminación y transformación de efluentes porcinos. La granja de multiplicación de Choice Genetic Don Darío -que cuenta con 250 madres reproductoras y unos 7500 capones por año- trabaja con la Universidad Nacional del Litoral para certificar y patentar el fertilizante.
La fertilización con efluentes implica “tirar estiércol de un monogástrico; es como usar la descarga de un camión de cloacas para fertilizar lo que después se usará como alimentos para animales, con su consecuente impacto”, explica a LA NACION Rubén Alcaraz, el dueño del lugar e integrante de la Asociación de Composteros de la Argentina. La tarea de la granja porcina con la universidad comenzó a fines de 2018 y se demoró por la pandemia.
“Esperamos concluir este año y poder lograr la patente”, dice Alcaraz. La granja produce entre 8000 y 12.000 litros efluentes por día y se logran unas 500 toneladas al año de compost, que se reutilizan porque se activa diariamente: “Día de por medio se activan las bacterias con nuevas, las volvemos a contaminar y se reactiva lo que permite duplicar el volumen. Hasta el momento no hay compost de este origen anotado en el país”, explica el productor que impulsa la iniciativa .
En números
- 102% crecieron las exportaciones en el primer trimestre de este año en relación al mismo período del 2020. El 80% de los envíos son a China. Hay 13 mercados abiertos para el cerdo argentino y 15 en gestión.
- 19,3 kilos anuales por persona es el consumo interno de cerdo en la Argentina; 2,8 kilos de ese total son chacinados. La proyección es alcanzar los 30 kilos persona/año en una década.
- Del 20% al 10% pasó el margen bruto de los productores de cerdos en la Argentina en los últimos años por la suba de los costos. El costo de producción de kilo vivo es muy competitivo a nivel mundial.
- Seis por ciento de crecimiento anual en el volumen de madres comerciales (llegar a 700.000) es el objetivo del sector en su plan 2020-2030. Por año apuntan a mejorar cinco por ciento en los kilos por madre (alcanzar 3000) y 11% en las toneladas producidas (el objetivo es 2,1 millones).
- 31% de incremento anual en las exportaciones es la meta fijada hasta 2030 para ese año poder vender al mundo 800.000 toneladas.
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