El investigador académico argentino Ernesto Viglizzo destacó que las emisiones biogénicas de los bovinos en América no superan hoy el 3% de las emisiones globales; la referencia a estadísticas de la FAO
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“Las emisiones biogénicas de los bovinos en América no superan hoy el 3% de las emisiones globales”. El dato lo destacó Ernesto Viglizzo, investigador del Conicet y de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria en el Pabellón de las Américas en la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático, realizada en Emiratos Árabes Unidos, a fines del año pasado y publicado por la Fundación Producir Conservando en los últimos días.
En su explicación, el científico contó que “algunos informes ampliamente difundidos en las últimas dos décadas atribuyen a la ganadería entre 14,5% y 18% de las emisiones globales de carbono, gran parte de ellas debidas a los bovinos”.
“A su vez, un estudio muy influyente realizado en una prestigiosa universidad europea, demuestra que producir carne bovina tiene un costo en emisiones de carbono mucho más alto que producir cereales, oleaginosas, legumbres, hortalizas, frutas y otros productos vegetales”, dijo.
Sin embargo, pidió que se profundice más en el tema porque, “las emisiones biogénicas propias del ganado bovino son debidas al metano y al óxido nitroso que derivan de sus fermentaciones digestivas”.
“Por un lado, el metano, que es un potente gas de efecto invernadero, tiene una persistencia en la atmósfera 100 veces menor a la del anhídrido carbónico. Por otro lado, el carbono que integra la molécula de metano no es carbono de origen fósil, sino que es carbono reciclado. O sea, es extraído del aire mediante fotosíntesis de las plantas y consumido por el ganado, que lo devuelve a la atmósfera como metano. Cuando hay reciclado, el balance neto del carbono es cero”, remarcó.
“En términos reales, si recurrimos a las estadísticas de la FAO, las emisiones biogénicas de los bovinos en las Américas no superan hoy el 3% de las emisiones globales, y ese porcentaje desciende persistentemente año tras año desde 1960. Esa participación declinante se debe a que aumentan las emisiones producidas por la quema de combustibles fósiles. Sin embargo, la alta emisión atribuida al ganado bovino dispara un activismo agresivo por parte de algunas organizaciones sociales que combaten la producción animal, y que influyen fuertemente sobre la opinión pública y sobre las políticas ambientales y comerciales en países desarrollados y en desarrollo”, agregó.
Dijo que investigaciones realizadas en la Argentina demuestran que “es posible diferenciar, mediante métodos relativamente sencillos, a los productores que potencialmente generan créditos de carbono de aquellos que no lo hacen”.
“Sobre una muestra de 40 productores ganaderos evaluados, un tercio mostró ganancia significativa de carbono, un segundo tercio se mostró en condición neutra, y el tercio final mostró un balance claramente negativo. Esto nos permite concluir que es posible discriminar productores que ganan o pierden carbono, que es posible valorizar a los que ganan carbono, y que son parte de la solución del problema”, destacó.
Situación
En este sentido, en un contexto enfatizó que “se consolida una estrategia global distractiva, orientada a penalizar a la ganadería bovina como uno de los responsables primarios del calentamiento del planeta” y, que algunas soluciones simplistas que se proponen “apuntan a reducir significativamente el consumo de carne (sobre todo la bovina) y reducir de facto el stock de ganado bovino en países productores”.
“Ninguna de estas soluciones le sirve a América. En ambas, se omite considerar el rol económico, ambiental y social que la ganadería bovina tiene en América y en otras regiones del mundo. Por lo tanto, un aspecto clave es no desviar el foco del problema cargando al productor de carne con emisiones fósiles deslocalizadas que no le pertenecen. No perdamos de vista que el problema del calentamiento global no es responsabilidad de la ganadería pastoril, sino de sectores que consumen combustibles fósiles, que hoy explican más del 70% de las emisiones globales”, remarcó Viglizzo.
En este escenario, señaló que la ganadería en América enfrenta “el doble desafío estratégico de armonizar seguridad alimentaria y seguridad climática global”. Y ese desafío implica dos cosas: “Por un lado, capturar carbono, y por el otro, reducir emisiones. Y eso requiere una doble acreditación. El carbono capturado debería ser acreditado como un commodity comerciable como son la carne, la leche, los granos”.
Respecto a la reducción de emisiones, subrayó que la región debería ser incluida en proyectos que certifiquen “créditos por reducción de emisiones”. “Ambos mecanismos, que son de implementación conjunta, se integran fácilmente a la noción de balance de carbono. No así a la noción de huella de carbono. Esto no significa impulsar una métrica en desmedro de la otra, sino conferir al balance de carbono y a la huella de carbono un mismo status conceptual en los foros internacionales. En América, el balance de carbono se implementa a través de una colección de planteos productivos y tecnologías, varias vigentes desde hace décadas”, informó.
Por el lado de la ganancia de carbono, expresó que estos incluyen entre otros nuevos sistemas silvo-pastoriles, enmiendas orgánicas, cultivos de cobertura, meteorización de rocas (rock weathering) para capturar carbono atmosférico, incorporación de carbono vegetal (biochar).
En cuanto a la mitigación, destacó que es necesario promover el uso de leguminosas forrajeras que reemplacen a los fertilizantes nitrogenados, la siembra directa para minimizar labores que consumen combustibles fósiles, la producción de bio-fertilizantes y biogás a partir de heces y orina, la manufactura de fertilizantes a partir de energías renovables, el uso de la selección genética bovina y de aditivos alimentarios que reducen la emisión de metano en rumiantes, la minimización de pérdidas y desechos de alimentos.
“Si bien el frente de avance en la aplicación de estos planteos y tecnologías no es homogéneo en América, está claro que se ha iniciado un proceso prometedor, que es replicable en varios países, y que no tendrá retrocesos si las condiciones globales lo favorecen”, finalizó.
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