Juan Carlos Cotella trabaja con certificaciones y otras herramientas para demostrar el cuidado de los suelos, las buenas prácticas productivas utilizadas y la baja huella de carbono
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Juan Carlos “Teddy” Cotella es el titular de una empresa que desarrolla planteos agrícolas en Santiago del Estero y Chaco, en campos propios y arrendados a los que les da un manejo con enfoque de sustentabilidad y largo plazo.
El régimen de lluvias de la región es monzónico, con 750 mm entre primavera-verano-otoño y prácticamente cero en los meses invernales. La superficie en cultivo comprende 50% de soja y 50% de maíz como de especies de verano. En invierno se cultiva trigo, garbanzo y girasol (se siembra en junio y se cosecha en diciembre) si se cuenta con suficiente humedad residual proveniente de las lluvias estivales.
Los campos manejados por Cotella están ambientados. La estrategia productiva apunta a modelos de alta productividad en las mejores áreas y a mantener o regenerar el potencial de rinde de los sectores más flojos, con un paquete tecnológico adaptado a esas situaciones en lo referido a la densidad de siembra, genética y fertilización.
En su empresa, Suriyaco SRL, Cotella maneja el concepto de Agricultura Regenerativa, que incluye la siembra directa, rotación de cultivos (que incorpora los de cobertura), fertilización balanceada y manejo integrado de plagas. Estas herramientas son los pilares de la producción impulsada por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) desde hace muchos años.
La producción de granos se orienta hacia la exportación directa con agentes de la región, que demandan trazabilidad de la mercadería embarcada, para satisfacer las demandas de mercados con determinadas características de calidad. “Al acercarnos a los exportadores, podemos conocer sus necesidades y crear valor todos juntos. No hay que ver sólo una parte del negocio agrícola; por el contrario, se debe a fortalecer toda la cadena, antes y después del campo, para mejorar el negocio agropecuario global”, propone Cotella.
Agricultura 4.0: certificaciones y apps
Para poder cubrir exigencias específicas de calidad de los clientes y desarrollar una agricultura 4.0, en Suriyaco trabajan con dos certificaciones:
- Agricultura Sustentable Certificada (ASC), emitida por Aapresid. Ha sido desarrollada por productores agropecuarios y analiza toda la empresa. Es un sistema de gestión de calidad de los procesos productivos en un planteo de siembra directa. El primer estándar de origen argentino reconocido por el International Trade Center.
- Round Table Responsable Soy (RTRS), de origen europeo. En principio certificaba soja exclusivamente pero últimamente agregó maíz. Es una herramienta que asegura transparencia en los procesos con un sistema de verificación riguroso. Garantiza que la soja y el maíz fueron producidos en condiciones ambientalmente correctas, socialmente beneficiosas y económicamente viables, con cero deforestación. Es una herramienta creíble y que asegura transparencia en los procesos: su sistema de verificación y certificación es riguroso y robusto.
Este sentido, las auditorías son realizadas por organismos de certificación independientes y que a su vez son conocidos y auditados por organismos de acreditación reconocidos.
Para llevar adelante la certificaciones que garanticen buenas prácticas agrícolas y trazabilidad, Cotella utiliza muchas aplicaciones que generan datos en tiempo real. En la maquinaria agrícola, por ejemplo, las pulverizadoras están equipadas con telemetría, lo que permite monitorear las condiciones ambientales en tiempo real y tomar decisiones de aplicación en el lugar, sin necesidad de consultas. Los equipos de siembra están equipados con Precision Planting, que cuenta con distintos monitores que pueden modificar la densidad de semillas y la fertilización en ambientes de alta, media y baja productividad, entre otras funciones.
Cotella también utiliza varias plataformas de agricultura digital. Con el índice NDVI mide la refractancia de la luz y, mediante cambios en las tonalidades, puede ver lo que está pasando de un cultivo. Con un smartphone, él o un operario puede advertir esa normalidad a distancia y disponer una acción correctiva como respuesta.
También utiliza Geoagro, que posibilita seguir la evolución de los cultivos día a día de manera satelital, con mapas y reportes para optimizar el manejo agrícola. Durante el desarrollo del cultivo y llegando a la cosecha utiliza la plataforma Field View, que permite asegurar la trazabilidad del grano. La aplicación Corvus trabaja con la tolva que acompaña la cosechadora y captura en tiempo real los rindes que se registran en el campo y los kilos que se descargan en camiones o silobolsas, que a su vez son monitoreados por IoF (Identity on Field) Además, Cotella contrata servicios apoyo en la comercialización de la producción con AZ-Group.
Los datos que generan estas plataformas y asesores se transforman en información que permite tomar decisiones certeras. Simultáneamente “facilitan las tareas operativas en el campo y aumentan la eficiencia de todo los procesos del empresa, desde la siembra hasta la cosecha y comercialización, para asegurar la trazabilidad de lo que se entrega”, resume Cotella.
El productor cuenta que todo esto se fue construyendo con el paso de los años poniendo el foco en lo que genera valor para la empresa y los clientes, y se consolida con un sistema de gestión Albor, que produce información productiva y contable, y puede ser punto de partida para desarrollar un balance de carbono.
“Las certificaciones someten a la empresa a auditorías que aseguran que lo que se afirma ocurre en la realidad. Así nos posicionamos como proveedores con valor para lo que requieren los clientes. Por ejemplo, si nos piden productos con baja huella de carbono, los podemos ofrecer”, argumenta.
Exigencias de la Unión Europea
Las regulaciones ambientales en los países desarrollados son cada vez más rigurosas. En la Unión Europea, por ejemplo, dejarán de comprar soja y derivados de países que hayan a deforestado campos con posterioridad a 2020.
En los años próximos seguirán imponiendo normas con esas características. “Las nuevas exigencias surgen del seno del viejo continente –son normas que impone la gente y deben ser aceptadas- y en nuestro país pueden verse como un problema o como una oportunidad”, dice Cotella. Entiende que es una oportunidad porque se puede demostrar, con certificaciones, que la Argentina es un país con buenas prácticas agrícolas y con bajo riesgo ambiental. Estas condiciones y la calidad de nuestros productos, serán reconocidos por los importadores de Europa, que son quienes tienen que asegurar que se cumplan con las normas a lo largo de toda la cadena comercial.
La Argentina está trabajando muy bien para atender esas exigencias. “Se ha creado la plataforma Visec, en la que participan muchas instituciones, para asegurar que la trazabilidad de la soja exportada sea la debida”, se entusiasma Cotella.
En su página web, Visec indica que es “una plataforma nacional que reúne a todos los miembros de la cadena de valor de la soja para disminuir impactos ambientales enfocándose en la deforestación y en otros cambios de uso del suelo en el Gran Chaco”. Esta región abarca un millón de kilómetros cuadrados en la Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil. Alberga el segundo bosque más extenso de América Latina, después de la Amazonia y constituye uno de los últimos grandes reductos de biodiversidad del mundo.
Los objetivos de Visec son utilizar la información y las herramientas disponibles para responder a las demandas actuales de mercados y consumidores e incorporar, a las decisiones de negocio, las variables de impacto ambiental y social de la cadena, con criterios de sustentabilidad.
Otras exigencias
La huella de carbono representa el volumen total de gases de efecto invernadero (GEI) que producen las actividades económicas cotidianas del ser humano. Conocer el dato -expresado en toneladas de dióxido de carbono emitidas- es importante para tomar medidas y poner en marcha las iniciativas que permiten reducirla todo lo posible.
Esta huella es otra exigencia que está cobrando creciente gravitación en los países desarrollados y la habilidad en la Argentina sería disponer de información que acredite que la huella es baja en muchos productos desarrollados aquí; mucho más reducida que la del mismo producto generado con un sistema intensivo del hemisferio norte.
Cotella está haciendo estudios de huella de carbono y de biodiversidad en sus campos. Respecto de la biodiversidad, indica que “con el desarrollo de distintas actividades agropecuarias se han ido modificando los paisajes originales, que a su vez modificaron las especies que vivían allí. Estamos haciendo estudios con el objetivo de regenerar áreas para mantener las especies primitivas”.
“Trabajamos con instituciones especializadas que monitorean, por ejemplo, los insectos polinizadores nativos, que son indicadores ambientales de alerta de pulverizaciones agrícolas mal realizadas”, explica.
En síntesis: ante las exigencias ambientales y de trazabilidad de los alimentos de los países del hemisferio norte, se pueden tomar dos actitudes: criticarlas y no hacer nada en los campos pensando que no van a perjudicar la rentabilidad de las empresas, o entender que se genera una oportunidad para destacar las buenas prácticas de producción que se utilizan en la Argentina mediante las herramientas que permitan demostrar fehacientemente esas características.
Juan Carlos Cotella se inclina por lo segundo y va marcando el camino que deberán tomar, más temprano que tarde, todos los productores argentinos.
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