En el Día Mundial del Agua, Alejandro Pannunzio, profesor titular de la cátedra de Riego y Drenaje de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba), destacó el valor de reutilizar el recurso para fines agrícolas
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En el mundo se riegan 345 millones de hectáreas que representan el 18% del área cultivable y produce alrededor de 50% de la producción total de alimentos. En tanto, la Argentina tiene 2,4 millones de hectáreas bajo riego que es solamente el 5,5% de la superficie cultivable del país, o sea que el riego está menos extendido que en el resto del planeta.
El dato pertenece al ingeniero agrónomo Alejandro Pannunzio, profesor titular de la cátedra de Riego y Drenaje de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba).
“En nuestro país, el aporte por precipitaciones en la pampa húmeda y la zona central tuvo un aumento promedio del 23% en los últimos 100 años. Luego corresponde analizar la variabilidad que demuestra la mayor ocurrencia de eventos extremos con sequías de gran magnitud como los de 2021 y 2022 y a la vez ocurren eventos extremos de precipitaciones causando enormes daños a bienes y personas como los de los últimos días. Muchos de estos los padecemos de manera más intensa, debido a la incomprensible falta de desarrollo de obras de infraestructura que morigeren eventos extremos”, dijo el docente en el Día Mundial del Agua.
En ese contexto, en el mundo, “en promedio se emplea como fuente de riego un 38% de aguas subterráneas y un 52% de fuentes superficiales”. Según explicó, “estos datos varían por zona, por ejemplo la cuenca del Río de la Plata que tiene un caudal de 20 millones de litros por segundo y que equivalen a una cantidad de agua de 250 litros por habitante y por día de todo el planeta y hoy se vuelcan mayoritariamente al mar sin pena, sin gloria, sin tratamiento adecuado de efluentes y sin generar el incremento de producción que podría producirse si se la utilizara para regar”.
Otro ejemplo que utilizó es lo que ocurre con “el río Negro, cuyos afluentes son los ríos Neuquén y Limay y, que tiene un caudal de un millón de litros por segundo y un potencial remanente enorme a ser destinado a irrigar el valle que atraviesa e inclusive a un trasvase de cuentas al río Colorado aumentando su caudal y diluyendo el tener salino de este último”.
“El potencial de crecimiento de la superficie bajo riego en la Argentina es de seis millones de hectáreas, según los parámetros de hace años o bastante mayor considerando el reuso de aguas, procesos de desalinización, el uso de energías renovables, criterios de uso del agua para riego complementario, etc.”, aseguró.
En este sentido, afirmó que “el empleo de aguas residuales, convirtiéndolas de residuo en recurso podría ser fuente de agua para el riego de 500.000 hectáreas de maíz, las que a la vez evitarían muertes por diarrea y diversos problemas ambientales”.
“El agua residual, como fuente de agua para riego, es en la actualidad del 1% de total del agua empleada en riego. En tanto, en países como Israel, toda el agua residual es tratada y empleada para riego”, destacó.
Para Pannunzio, existe un problema real por la disponibilidad escasa de agua dulce, “esto es debido a que en del mundo la agricultura utiliza el 70% del agua dulce y se espera que la demanda global crezca un 35% más hacia el 2050 y no existe esa disponibilidad de agua”.
“Entonces el camino es aumentar la eficiencia del uso, en el mundo la eficiencia global del riego es del 56%, quiere decir que la cantidad de agua que se aplica indebidamente es enorme por ende es importante e imprescindible capacitar recursos humanos para mejorar las técnicas de aplicación de agua de modo tal de ahorrar parte del agua que no se está aplicando de manera eficiente”, alertó.
En cuanto a los sistemas empleados, destacó que, de los 345 millones de hectáreas bajo riego en el mundo 280 millones de hectáreas se riegan con riego gravitacional, 35 millones con riego por aspersión y el resto con riego por goteo: “El desafío está en tecnificar los sistemas y capacitar recursos humanos vinculados a su diseño, operación y mantenimiento, haciendo énfasis también en el tema del uso de la energía para operar estos sistemas, haciéndolos más eficientes de modo de demandar menos energía para la aplicación de agua e incorporando el uso de energías renovables en reemplazo de la fósil”,
Por último, subrayó que el 70% de los modelos predicen para la próxima primavera condiciones favorables a un evento un evento La Niña. “Es la oportunidad para dar a los productores las condiciones para que puedan aumentar y estabilizar sus producciones, generando más trabajo, más arraigo, más bienes, más bienestar, asegurando la posibilidad de alargar las cadenas de valor en origen, creando riquezas a favor de todos”, finalizó.
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