Los precios de la carne vacuna registraron en enero pasado, en promedio, alzas del 8,5% con respecto a diciembre de 2018 y le meten presión a la inflación general.
Según el último informe mensual del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), los distintos cortes de carne bovina en Capital Federal y el Gran Buenos Aires mostraron ese incremento, en tanto que si se los compara con enero de 2018 ya exhiben alzas del 49,5%.
En enero de este año, los principales aumentos se dieron en cortes como vacío, cuadril, falda y lomo, con una variación de entre el 10 y el 11% con respecto a diciembre de 2018. El mes próximo, en tanto, se conocerán los registros de las subas en febrero.
Para que un bife u otro corte llegue a la mesa de los consumidores argentinos demanda un proceso de producción que, al menos, dura unos tres años. Desde la preñez y la cría de terneros en los campos, la carne que se vende en los supermercados y carnicerías transita por distintas etapas que involucran el trabajo de diferentes actores de la cadena.
En este contexto, dos preguntas se imponen: ¿por qué esta aumentando la carne?, ¿va a seguir en alza? A continuación, cinco motivos que explican las subas:
- Recuperación de precios. Según la consultora AZ Group, en los dos primeros meses de 2019 el valor del novillo vendido en el Mercado de Liniers ya mostró un incremento nominal del 36%. El costo de la hacienda estuvo marcado por poca oferta y mucha demanda. Según los expertos, en estos dos meses se estableció una recuperación del precio, que había quedado muy retrasado con respecto a la suba de los insumos y a la inflación del año pasado.
Daniel Urcía, director ejecutivo de la Asociación de Frigoríficos e Industrias de la Carne (AFIC), afirmó que la menor cantidad de encierres en los corrales para engordar disminuyó la oferta de ganado.
"Durante 2018 el consumidor estaba castigado en su poder adquisitivo y no convalidó pequeños aumentos: se mantuvo el consumo, pero a precios bajos. El combo explotó a principios de este año y hubo una recuperación de precios de hasta el 40% en algunas categorías. Como la industria venía bastante ajustada en cuanto a los márgenes de rentabilidad, no tuvo forma de absorberlo y lo trasladó, primero al precio de la media res, y luego las carnicerías lo hicieron al precio de los cortes al público", puntualizó.
- Mejora tras la pérdida de rentabilidad. "La carne es el alimento básico de la canasta que menos actualización había tenido con respecto a la inflación", señaló a LA NACION Juan Eiras, presidente de la Cámara Argentina de Feedlot (CAF). En 2018, estos actores que engordan hacienda sufrieron una caída de la rentabilidad, especialmente en los últimos seis meses, por la inflación y la devaluación que disparó el costo de la alimentación. El fenómeno afectó más a los que producen animales para el consumo liviano en el mercado local.
La pérdida de rentabilidad hizo que estos actores encerraran menos hacienda y cayera también la oferta.
"El aumento de la hacienda en pie generalmente se da en primavera y en otoño. Este año llegó retrasado: la suba de la primavera se produjo en verano. Los feedlots trabajaron a pérdida y, por lo tanto, no se engordó tan rápido como en otras oportunidades. Además, el precio del maíz también contribuyó al aumento de los gastos", dijo Ulises Forte, presidente del Ipcva.
- Tarifas, impuestos y mano de obra. Los aumentos en luz, agua, gas, impuestos nacionales, provinciales y municipales, alquileres, combustible, mano de obra y paritarias también están entre los factores que impactan sobre los precios. La industria cárnica no pudo absorber todo ese combo de incrementos que afectan su actividad. Es decir, hay elementos que influyen más allá del valor de la hacienda. "Según un trabajo de Iaraf, de cada 100 pesos de alimentos que se venden, $43 son impuestos", recordó Urcía.
- El factor clima. Durante fines de diciembre 2018 y enero de este año, las lluvias e inundaciones alteraron la disponibilidad de lotes terminados para faena y en algunas zonas hubo mortandad de animales. Según Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra), el fenómeno climático hizo que el ingreso de hacienda a los frigoríficos se redujera alrededor de un 10%.
En ese sentido, Jorge Torelli, presidente de la Unión de la Industria Cárnica Argentina (Unica), afirmó: "Normalmente durante los primeros meses del año, por una presión de la demanda sobre la oferta, la carne sufre aumentos de precios que se desencadenan luego de algún evento climático como el que ocurrió este año".
- Consumo interno. Según especialistas del sector, hubo una recomposición de la demanda doméstica a partir del retorno a la ciudad de los consumidores tras las vacaciones. "Este verano muchos argentinos hicieron turismo en el país y a eso se sumó la llegada de turistas del extranjero, lo que determinó el aumento del consumo de la carne", opinó Forte.
"Entiendo que la suba del precio de la carne no es un hecho simpático, pero tanto el lunes como martes de esta semana los precios en el Mercado de Liniers tendieron a la baja. Espero que no pase lo de siempre, o lo que sucede en la mayoría de los casos, cuando los pícaros supermercadistas suben por demás el aumento en la góndola y esos precios bajan en la plaza mayorista. De esa forma, el consumidor paga más, el productor recibe menos y las ganancias quedan en el medio", agregó.
En este contexto, Torelli afirmó que hubo un aumento del precio del kilo vivo y luego "al gancho".
"El problema es que los carniceros no están pudiendo trasladar esos aumentos al mostrador porque el comprador no lo convalida. Al consumidor se le ha erosionado su capacidad de pago y su nivel adquisitivo: probablemente veamos una retracción de la demanda", explicó.
En 2018, la canasta de consumo de carne argentina (sumando todas las carnes) fue una de las más altas del mundo, con entre 115 y 120 kilos por habitante por año (56 kilos de carne bovina, 45 kilos de carne aviar, entre 16 y 18 kilos de carne porcina, y entre 1 y 2 kilos de carne ovina), muy similar al consumo en los Estados Unidos.
"Lo que preveo es que, si la carne se sigue comportando como todos los años, es de esperar que entremos en una meseta a partir de marzo cuando la oferta de los feedlots vuelva a ser fuerte. El aumento del precio y la predicción de una buena cosecha de maíz va a permitir generar una rentabilidad en los establecimientos de engorde: volverán a tener stock para cubrir la demanda. Creo que a mediados de marzo la oferta debería empezar a tranquilizarse", vaticinó.
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