Por primera vez, una gran tabacalera se mete en el negocio de la yerba mate
Se trata de CTM, de Misiones, que como cooperativa ya venía exportando por US$30 millones en su actividad; invirtió US$4 millones en un secadero
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PARA LA NACIONMartín Boerr
La Cooperativa Agroindustrial de Misiones Ltda (CTM), una de las más importantes de la provincia entre todos los rubros e históricamente vinculada al tabaco, acaba de inaugurar hace menos de un mes un moderno secadero de yerba en la localidad de San Vicente.
Basada en la localidad de Alem y con fuerte influencia en la zona centro de Misiones, sobre todo en las localidades del Alto Uruguay, CTM, que exporta por 30 millones de dólares anuales, busca poner un pie en un negocio mucho más rentable, donde desde hace unos años no paran de entrar nuevos jugadores.
En sus 38 años de historia, la CTM buscó la diversificación productiva con proyectos como el citrus o la piscicultura, para generar ingresos alternativos en los pequeños colonos que fueran reemplazando paulatinamente a la actividad tabacalera, en franco retroceso desde hace años de la mano de la disminución en la cantidad de fumadores.
Sin embargo, los altos precios que se está pagando por la hoja verde desde hace años -la materia prima de la yerba mate- inclinaron la balanza hacia esta alternativa donde hasta ahora la CTM había evitado incursionar.
Casi como respetando cierta división de “territorios” entre grandes jugadores de la agroindustria misionera, ninguna yerbatera se había metido en el tabaco. Pero ahora por primera vez una tabacalera desembarca en la yerba.
Diversificación
“Hoy un productor tabacalero no puede vivir cosechando 2000 o 3000 kilos de tabaco y hay que buscar alternativas”, explicó el presidente de la CTM, Jorge Kapaun.
El precio del tabaco burley se paga 243 pesos el kilo para el de mejor calidad (B1F), a lo que luego se agrega el llamado “retorno” que es un ingreso adicional que viene vía el Fondo Especial del Tabaco (FET).
Kapaun fue intendente de 2 de Mayo y presidió la Cooperativa Yerbatera de esa localidad. Llegó a la mesa chica de la CTM hace unos años y con un grupo de gente empezó a trabajar en sanear las cuentas de una entidad que maneja miles de millones de pesos cada año en ingresos por exportaciones y asignaciones del Fondo Especial del Tabaco (FET).
El secadero de yerba es el primer paso para industrializar la hoja verde y producir yerba canchada con una molienda gruesa que luego se estaciona. El segundo paso es la molienda fina de la yerba mate, el empaquetado y la comercialización. La CTM arrancó con el secadero pero la idea es ir hacia la integración y el día de mañana crear y comercializar su propio paquete de yerba mate.
“Hoy el negocio yerbatero va hacia la integración, así que estamos pensando en dar esos pasos cuando llegue el momento adecuado”, dijo Kapaun a LA NACION.
Este secadero inaugurado en la localidad de San Vicente procesa yerba mate de algunos productores asociados a la cooperativa tabacalera, pero también de terceros.
En la CTM hasta ahora tenían un gran historial de fracasos con los intentos de diversificación productiva (citrus, tajamares para piscicultura y la lista sigue), hasta que el gran momento del “oro verde” los decidió a incursionar en la yerba mate. La cooperativa viene incentivando a sus socios a que planten yerba. Así prevé alcanzar las 1000 hectáreas en 3 o 4 años.
En total, tiene 1725 socios, una cantidad que cuadruplica o quintupilica a las cooperativas yerbateras más fuertes, que no superan los 300 socios y hace años tiene cerrado el ingreso a nuevos integrantes.
“No tenemos problemas con la resolución 170/21 del INYM (Instituto Nacional de la Yerba Mate) porque cada productor tiene la posibilidad de plantar 5 nuevas hectáreas”, explicó Kappaun, quien también fue presidente de la Cooperativa Yerbatera 2 de Mayo. La resolución 170/21 del INYM limita la plantación de nuevos yerbales desde enero de este año a un máximo de 5 hectáreas por productor.
La intención del organismo yerbatero es evitar una sobreoferta de materia prima a partir de la gran cantidad de nuevas plantaciones que se realizaron en los últimos años por los buenos precios de la materia prima. La resolución es disputada judicialmente por algunas yerbateras correntinas y misioneras y el caso ya está en la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Sin embargo, para la Cooperativa Tabacalera de Alem (como también se conoce a la CTM), la resolución del INYM los favorece, ya que la gran cantidad de productores les permite “eludir” el cepo a las nuevas plantaciones.
El modelo de cooperativa ha probado en los últimos tiempos ser especialmente exitoso en el rubro yerbatero. Así lo prueban la expansión a “tasas chinas” de la Cooperativa Liebig, hoy la segunda yerbatera del país detrás de Las Marías, y también el crecimiento de Piporé, Aguantadora (Cooperativa Mixta de Montecarlo) y Andresito, solo por citar a las que están entre las 15 más grandes del sector.
Una de las claves es que los productores/socios pueden financiar a la cooperativa entregando hoja verde y esperando al cierre del ciclo comercial para cobrar. La espalda financiera es crucial en un negocio donde hay que acopiar yerba canchada por el equivalente a miles de millones de pesos en galpones y esperar a que se estacione.
El secadero propio en San Vicente cuenta con 2 líneas de producción y tiene una capacidad para procesar 160.000 kilos de hoja verde por turno en cada línea (320.000 en dos turnos).
De esta forma, prevé alcanzar una capacidad de entre 7 y 8 millones de kilos de hoja verde por mes. Esta nueva industria le insumió una inversión de más de 4 millones de dólares, que se realizó con recursos propios. En el secadero 50 personas cubren los puestos de operarios y administración.
En la empresa trabajan activamente en la búsqueda de productores que permitan generar volumen y puedan ser fidelizados: “Queremos evitar que los productores vayan de un secadero a otro” aseveró. “Hoy estamos pagando 62 pesos por el kilo de hoja verde”, apuntó Kapaun.
Por Martín Boerr
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