En el primer trimestre del año el país trajo 2252 toneladas del producto; en todo 2022 habían ingresado 2799 toneladas pero entre todos los cítricos
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En lo que va del año, la Argentina importó 2252 toneladas de naranjas para cubrir el mercado interno. Si bien la Argentina trae productos en contraestación como una cuestión de intercambio comercial con los países a los cuales exporta el producto, este año la sequía y el estrés hídrico que sufrió la fruta en las regiones productivas del país motivaron un aumento de las compras principalmente en España.
El fenómeno de La Niña, que azotó por tres años consecutivos en el país, provocó una reducción de la producción en el NEA de alrededor del 40% y de un 15% en el NOA, según advirtieron las fuentes del sector. Los productos que se importaron en el primer trimestre del 2023 llegaron desde España, principalmente, Egipto, Brasil y México. Según información del Senasa, se importó un 62,38% en el primer trimestre comparado con todo 2022. La naranja estuvo el mes pasado entre los productos que más se encarecieron al público: subió 43,6% para alcanzar los $503,01 el kilo.
La sequía, sumada a las exportaciones que hizo el sector antes de que el fenómeno climático se agudizara, influyeron en el stock de la fruta fresca hoy en las góndolas. Si bien en esta época escasea el producto y se recurre a la importación, en el primer trimestre se trajeron 1188 toneladas de naranjas desde España. Le siguieron 582 toneladas desde Egipto, otras 394 de Brasil y 88 toneladas de México, según fuentes privadas, una singularidad frente a años con producción normal.
“Este año, en particular, limones no se han importado, porque hubo abastecimiento en el verano, pero naranjas sí faltó y vinieron de esos orígenes”, dijo José Carbonell, presidente de la Federación Argentina del Citrus (Federcitrus).
Hoy, explicó el directivo, estos productos se ven en las principales cadenas de supermercados, donde se están comercializando las de variedad Navel, que vienen desde España. Las egipcias son de la variedad Valencia. “Las importaciones suelen ocurrir cuando hay un momento del año en el que el país no tiene abastecimiento”, acotó.
En rigor, en 2022, según se desprende de informes privados, la Argentina importó 2799 toneladas de todos los cítricos de frutas contraestación. Desde España se trajeron 1288 toneladas en todo el año, desde Chile 801 toneladas; de Israel 292; desde Egipto 198; de México se trajeron 154 toneladas; desde Perú 62 y de Brasil 4 toneladas.
“La naranja está viviendo un buen momento a nivel mundial de buenos precios, tanto para la fruta fresca como los subproductos. La sequía y el estrés térmico son dos los factores de la caída de todas las producciones, estos han provocado una fuerte caída en toda la producción esperable. En el NEA del 30% o 40% y entre el 10% y 15% en el NOA, donde Ledesma es el principal productor y exportador de naranjas”, explicó Carbonell.
Desde el sector afirmaron que por la escasez de esta fruta, un bin de naranja [contiene de 270 a 300 kilos según la variedad] llegó a costar $100.000 en los últimos meses, cuando normalmente cuesta entre $30.000 y $40.000.
La Argentina produce normalmente alrededor de 1,8 millones de kilos de naranjas Navel, de las cuales se destina a la exportación entre un 70% u 80% de la producción. Las principales provincias productoras de cítricos son Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Formosa, Misiones, Entre Ríos, Corrientes y Buenos Aires.
“La sequía, en la parte citrícola en gran parte del NEA, en los últimos tres años del fenómeno de La Niña, provocó un deshoje en muchos lotes. Los lotes de las plantas que no tienen riego se secaron y otras sufrieron un gran estrés hídrico muy grande, que no sabemos si se van a recuperar o cuánto van a demorar en recuperarse. Hubo una caída de producción de aproximadamente del 40%. Esto va de la mano de una fruta con menor calibre, es decir, fruta con tamaño más chico, que complica la comercialización”, explicó Nicolás Carlino, un productor de naranjas en Corrientes.
“Los productores que tienen riego han podido mantener las plantas y la producción no ha caído tanto, pero sí sale con tamaño más pequeño, porque la mayoría de esos equipos no les da para suplir la falta de agua que hubo; sí sirve para cuando hay una sequía moderada y leve, pero no para una muy prolonga que impide seguir con una producción normal”, detalló. A raíz del fenómeno, las plantaciones no pudieron llevar un ritmo “normal” de producción en el último tiempo.
“Normalmente, los productores tienen fruta en planta hasta fines de febrero, que se comercializa en marzo, en estos años de seca solo llegaron a diciembre y principios de enero. La poca fruta que se pudo guardar de octubre o noviembre y quedó en cámara fue la que se comercializó en el verano. Esto fue lo que hizo que los precios se dispararan. Es decir, hubo una oferta muy limitada y un mercado demandante que hizo que los precios se fueran para arriba”, explicó.
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