Desde principios de mayo la moneda brasileña se depreció cerca de un 12%; ese hecho derivó en negocios por unos 25 millones de toneladas de la oleaginosa; advierten que una reversión de este movimiento de las monedas podría paralizar los negocios
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Sin tanta experiencia en la materia como sus pares argentinos, los agricultores de Brasil usufructuaron con un aluvión de ventas de soja la reciente devaluación del real contra el dólar. Así lo expresaron a LA NACION especialistas en el mercado agrícola brasileño. Desde principios de mayo último y hasta el miércoles, cuando la tónica devaluatoria se atenuó, la moneda de Brasil perdió cerca del 12% de su valor, con una paridad que pasó de 5,072 a 5,677 reales por dólar. Este movimiento fue interpretado por el sector agrícola brasileño como una oportunidad para mejorar la rentabilidad del negocio, en momentos en los que se está recolectando la safrinha de maíz.
“Fue fuerte el movimiento de venta de soja tras la devaluación del real contra el dólar porque ese hecho llevó el valor en reales de la oleaginosa al nivel más alto del año”, dijo a LA NACION Vlamir Brandalizze, especialista en el mercado de granos de la firma brasileña Brandalizze Consulting. Agregó que desde que comenzó el proceso de devaluación de la moneda brasileña “los productores comercializaron unos 25 millones de toneladas de soja”.
El especialista señaló que Brasil todavía tiene mucha soja de la campaña 2023/2024 por vender. “Actualmente tenemos alrededor de 96 millones de toneladas de soja comercializados, tras una cosecha próxima a los 148 millones de toneladas, pero aún nos resta comercializar otros 52 millones de toneladas. Es decir, una cosecha completa de la Argentina aún está en manos de los productores”, destacó.
En opinión de Daniele Siqueira, analista de la consultora AgRural, “los productores están muy entusiasmados con los precios más altos en reales y están vendiendo buenos volúmenes de granos”. Añadió que, si bien el movimiento de las monedas se tradujo en un aumento de las ventas de soja disponible, también impulsó una mejora en el ritmo de ventas anticipadas de la campaña 2024/2025 para entregas durante los primeros meses del año próximo. “Los negocios con maíz sumaron algo de dinamismo, pero lo que predomina es la comercialización de soja”, aseguró.
En el mismo sentido, Luiz Fernando Gutierrez Roque, analista de la firma Safras & Mercado, dijo a LA NACION que la apreciación del dólar frente al real brasileño “mejora” el cálculo para la formación de los precios de la soja en el mercado brasileño, elevando los valores domésticos. “Ese hecho animó a los productores a seguir adelante con las ventas para aprovechar el momento positivo. El mayor ritmo de ventas de soja se hizo evidente desde mediados de mayo y se acentuó en las últimas semanas”, relató.
Esta entrada masiva de soja brasileña en el circuito comercial tiene como correlato una presión bajista sobre las cotizaciones de la oleaginosa en la Bolsa de Chicago –de fines de mayo y hasta hoy la caída ronda el 5%, de 460 a 436 dólares por tonelada– que, en parte, también afecta mercados como el argentino vía precios. No obstante, desde el punto de vista del comercio agrícola, dado que la Argentina focaliza sus exportaciones en subproductos de la soja, como la harina y el aceite, la afectación por lo que sucede en Brasil es menor.
Sobre el maíz, Gutierrez Roque explicó que como este año Brasil exportaría menos por la recuperación de la producción argentina, “los precios están un poco menos relacionados hoy con el movimiento del tipo de cambio, sin una mejora importante en las referencias internas. Pese a estar firmes, los precios del maíz lucen estables en comparación con los de la soja, razón por la cual ofrecen poco estímulo vendedor a los productores”.
Siqueira explicó que la agilidad con la que los productores están liquidando su soja “les facilita el trabajo de originación de mercadería a las empresas exportadoras”.
En ese sentido, según informó anteayer la Asociación Nacional de Exportadores de Cereales de Brasil (ANEC), durante junio las exportaciones brasileñas de soja sumaron 13.942.303 toneladas y superaron las 13.368.620 toneladas de mayo. Según esa entidad, durante el primer semestre del año los despachos totalizaron 66.259.907 toneladas, un 1,6% por encima de las 65.247.776 toneladas de igual segmento de 2023. Esta tendencia se acentuaría en julio, dado que la ANEC proyecta embarques por 9.487.283 toneladas de la oleaginosa, contra las 8.640.790 toneladas del séptimo mes del año pasado. Esto ocurre pese a que la producción en la campaña 2023/2024 fue un 4,7% menor a la del ciclo 2022/2023, al pasar de 154,61 a 147,35 millones de toneladas, según cifras de la Compañía Nacional de Abastecimiento.
“La soja brasileña ya era bastante competitiva contra el grano de Estados Unidos antes de la devaluación del real, pero ahora lo es aún más. Creo que tendremos algún impacto positivo en las exportaciones, pero no será todo lo grande que podría haber sido porque al fin de cuentas tenemos menos soja disponible esta temporada por la caída de la producción. Exportaremos todo lo que podamos, por esa competitividad ganada y porque la soja brasileña continúa siendo la principal fuente de oferta para las importaciones chinas”, sostuvo Gutierrez Roque. Añadió que la nueva cosecha estadounidense recién arrancará en septiembre, de manera que, hasta entonces, “el gran volumen de soja disponible para la exportación en el mundo seguirá estando en Brasil”.
A favor o en contra
En la puja de beneficios/perjuicios que la devaluación del real implica para el productor brasileño, Siqueira sostuvo que la balanza se inclina hacia el lado positivo. “Por el momento, este movimiento de las monedas genera más beneficios que perjuicios, especialmente para el caso de los productores del centro-oeste y del norte/noreste del país, que ya compraron gran parte de los insumos para la siembra 2024/2025 de soja. Para los agricultores que aún no cerraron la compra de insumos (especialmente en el sur de Brasil), el dólar más alto puede resultar en un costo de producción mayor que el esperado inicialmente. Aun así, los productores, en general, se muestran optimistas ante el alza del dólar”, explicó la analista a LA NACION.
Para Gutierrez Roque, en general la apreciación del tipo de cambio suele traer una mejora en el margen final del productor, incluso si ella genera un aumento de costos (fertilizantes, principalmente). “Evidentemente esto depende mucho del timing de cada productor; de saber aprovechar los momentos que ofrece el mercado. Pero, si comparamos los aumentos de costos con la suba de los precios domésticos para los granos, normalmente obtenemos un resultado favorable en el margen final, prevaleciendo en ello la firmeza del valor de las materias primas”, aseguró. También, como sostuvo Siqueira, este especialista en el mercado de granos destacó que una buena parte de los productores compraron sus insumos para la nueva campaña antes de la apreciación del dólar, “una acción que también los ayudará a obtener un mejor margen final”.
En cuanto al escenario de muy corto plazo, y tras el fuerte incremento de las ventas de soja visto desde mayo, los analistas consideran que podría comenzar a darse una paulatina desaceleración de las operaciones.
“Si la apreciación del dólar continúa tras la pausa vista desde el miércoles, el productor puede tender a reducir un poco el ritmo de ventas, esperando precios aún mejores. Sobre todo, porque ya avanzó bien con la comercialización y ello le abre espacio para especular con el resto de la soja, según evolucione el mercado climático estadounidense y el tipo de cambio. Esto es parte de la forma de pensar de la mayoría de los productores brasileños. No diría que es una estrategia equivocada; solo que es una estrategia más arriesgada”, dijo Gutierrez Roque.
“No creo que se detengan las ventas debido a la expectativa de que los precios sigan subiendo, pero sí es posible que vayan perdiendo ritmo tras la euforia inicial, sobre todo para las operaciones anticipadas con la soja para las entregas en el arranque de la cosecha 2025″, argumentó Siqueira.
Ahora, luego de que el real recuperó parte de su valor contra el dólar desde el miércoles –hoy la paridad ronda los 5,490 reales por dólar–, el interrogante sobre vender o no vender, queda aún más expuesto. Al respecto, Brandalizze fue contundente: “Si la tendencia en el mercado cambiario se revierte y el dólar cae tendremos un cese de ventas en Brasil, porque los productores señalan que no venderán por debajo de los niveles de precios en reales actuales”.
La mirada argentina
“Al tener Brasil menos historia devaluatoria que la Argentina, los productores no consideran ese movimiento como algo que se vaya a prolongar en el tiempo, razón por la cual reaccionan con mayor premura y salen a liquidar un volumen importante de granos para aprovechar la ocasión”, explicó a LA NACION Adrián Seltzer, operador y analista de la corredora Granar SA. Agregó que eso se complementa con una tasa de inflación muy baja en la comparación con la Argentina, lo que potencia el beneficio de obtener más reales por los granos que venden.
“En la Argentina, cuando empieza una corrida cambiaria las ventas de los productores tienden a disminuir, en lugar de a aumentar, porque nuestra larga historia de devaluaciones nos augura que el movimiento no se agotará en unas pocas jornadas y, por ende, esperar y ver cuándo y dónde concluye la corrida es la primera opción”, reconoció el especialista.
Añadió que en los últimos años el productor argentino debió agudizar su ingenio y sus conocimientos para subsistir en el negocio. “Con un mercado cambiario intervenido, pero con una devaluación constante; con las ventas de granos atadas a un tipo de cambio oficial, y con tasas de inflación muy altas, el productor local tuvo que aprender bastante sobre mercados financieros, ya que ese conocimiento pasó a ser una pata importante de su resultado económico final”, destacó Seltzer.
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