A partir de la pérdida de su madre, con tan solo cuatro años, a Hugo Sánchez todo se le hizo cuesta arriba. Tiempo después, en busca de mejores oportunidades, junto a su padre, dejó San Juan rumbo a la Patagonia .
La apertura de un colegio técnico industrial donde su progenitor, maestro de escuela, podría mejorar la situación económica de la familia, que en ese tiempo no buena. Luego, el casamiento de su padre con su futura madrastra y la mala relación con ella, lo llevó a que siendo adolescente abandonara el hogar paterno para irse a una pensión para trabajar y terminar sus estudios.
Una vida sin lujos, donde el sueldo del taller mecánico en el que trabajaba apenas alcanzaba a pagar el alquiler y muchas veces solo para una comida diaria.
Pero, a veces, el estar en el lugar acertado en el momento justo hace que el golpe de suerte llegue y las cosas empiecen a fluir inesperadamente. Eso le sucedió a Sánchez: en una estación de servicio, por casualidad, conoció a un alemán de nombre Ernst Volker Ohlsen que estaba en el sur para comprar fruta de manera directa a los productores y le ofreció que lo conecte con los agricultores de la zona.
Aunque no conocía nada del tema, en 1971 fundó la empresa Expofrut para exportar fruta. "Y de casi no tener para comer, ese año ganó 300 mil dólares", contó a LA NACION su hijo Nicolás, hoy CEO del Grupo Prima, holding de la familia Sánchez.
Lo que hizo Sánchez es cubrir una demanda insatisfecha que tenían los supermercados y "realizaba los pedidos tal cual como querían los clientes".
En poco tiempo creció y comenzó a integrarse en la cadena: compró una chacra de 30 hectáreas con peras y manzanas -100% orgánicas- y armó la cámara que nuclea la actividad, entre otras cuestiones.
En los años 90, su empresa era la número 20 en exportaciones del país (exportaba el 40% de todo el valle de Río Negro ) y comercializaba peras, manzanas, uvas y frutas de carozos.
En un momento, Sánchez decidió diversificar su economía, y como se dice "poner los huevos en varias canastas". Tenía el recuerdo de Villa Angostura y creía que era un lugar con futuro turístico. En 1991 construyó el hotel Bahía Manzano y en 2005 otro hotel: Bahía Montaña. "Ahora estamos arrancando otro emprendimiento en Mar de las Pampas que se encarga Federico, mi hermano", dijo Nicolás.
En 1999 vendió Expofrut y creó una nueva empresa de cero: Patagonian Fruit Trade (PFT), a la que convirtió enseguida en la segunda exportadora del Valle y en 2012 número uno.
También en Sierra de los Padres el grupo tiene plantaciones en 350 hectáreas de kiwis de diferentes variedades: verde, amarillo (con licencia), uno rojo, todos orgánicos. "Somos la empresa de orgánicos más grande del hemisferio sur", señaló orgulloso Nicolás.
Si bien el grupo Prima es ahora propiedad de la segunda generación (los cuatro hijos), Hugo, con 72 años, no solo sigue de cerca la marcha del negocio sino que recorre, de lunes a lunes, las chacras como el primer día.
El año pasado, la empresa decidió comprar las manzanas Moño Azul, lo que le permitirá introducirse en los mercados de América Latina y la Argentina y competir con otras empresas. "Esa empresa tenía ese mercado aceitado y nuestro desafío es hacerlo eficiente", explicó el CEO de Prisma.
Hoy PFT exporta por año unas 60 mil toneladas de frutas y Moño Azul unas 35 mil toneladas manzanas.
El grupo enfrenta algunos dilemas. Están los hoteles donde la inversión fluye y que se hicieron gracias al negocio de la fruta, un rubro que no quieren descuidar porque es lo que genera divisas. "El corazón de papá está en la fruta, pero los hoteles tienen futuro", afirmó el CEO.
La empresa sigue valores que no se quebrantan. "Nosotros tenemos una regla de oro que nos guía, que es la honestidad", dijo Nicolás. "Un día mi abuelo le escribió una carta a mi padre y le dijo ‘mira Hugo yo no sé nada de negocios, pero sé que la honestidad es el mejor negocio’, y esa es la regla que siempre estuvo implícita en nuestra familia", concluyó.
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