La naturaleza, aun con sus dificultades, inspiró a escritores a lo largo de la historia
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Hay una región que hemos denominado región gaucha “por antonomasia”, y que abarca la provincia de Buenos Aires, el sur de Córdoba, el sur de Santa Fe, nuestra Mesopotamia, Uruguay, Paraguay y el estado de Río Grande del sur en Brasil).
La extraordinaria riqueza de agua pura, de su flora y de su fauna unidas, a los regímenes climáticos de lluvias y vientos, provocaron grandes inundaciones, que soportaron con entereza los habitantes del lugar.
Como nuestro gaucho es por gracia de Dios poeta, músico y cantor no disgustará a los lectores de la página Rincón Gaucho que, entre otros, inspiraron y contribuyeron el comodoro Juan José Güiraldes y la gran folkloróloga, poeta y doctora en letras Olga Fernández Latour de Botas que esta vez hablemos en verso por medio de distintos poetas. Primero, Leopoldo Lugones, fundador de nuestro modernismo literario y cuya fecha de nacimiento, 13 de Junio, es consagrada “Día del escritor” quien escribió:
.../Una fulminia verga rompió el aire al soslayo/ sobre la tierra atónita cayó un pavor mortal / y el firmamento entero se derrumbó en un rayo / como un inmenso techo de hierro y de cristal
Baldomero Fernández Moreno, representante del post modernismo, valorizador de nuestra ciudad y nuestro campo, escribió:
.../Dios mío si es posible esta lluvia has de parar / ahora que la Pampa va pareciendo mar / todos nos alegramos cuando empezó a llover / la tierra bebería las aguas con placer / pero mira los previos inmensos, inundados / los graneros vacíos sin pacer los ganados /...
Más cerca en el tiempo, Teresa Parodi, música y poeta popular de extraordinaria expresividad de nuestro país describió la serena actitud ante la desgracia y la elocuente y enternecedora convicción en la sola y lacónica orden de la canción “Apuráte José”.
Apurate José que ya está viniendo/La creciente otra vez/ Y no se por qué/ Esta vuelta las aguas me dan más miedo/ Todo el bicherío la está anunciando como nunca fue
Y, para finalizar, como poeta, novelista y doctora en filosofía y letras, porteña y muy amante del campo, cito un poema propio, “Hermana Agua”, que recuerda a San Francisco de Asís y el “Cántico de las criaturas”.
Hermana agua, / ¡Si quisiera caer sobre los campos / resecos de dolor hasta las grietas! / Mira cómo se tienden hacia el cielo / las manos labradoras en espera; / mira cómo se cierran resignados / los ojos inocentes de las bestias; / mira cómo buscando tu frescura / deslizando su cuerpo entre las piedras/ calcinadas de soles implacables, la lagartija mínima que quema.
Mira cómo no queda del bañado /
más que una triste y arenosa lengua
donde, chafadas las nupciales plumas, / una atónita garza picotea...
Hermana agua, / tú que eres “útil, casta, humilde y bella” / desciende del reseco meridiano /antes de que se pierda la cosecha.
Claman por ti los gérmenes del trigo / Semi asfixiados ya porque no llega,/ las gaviotas dispersas que en los surcos / inútilmente vuelan / y los tristes horneros que no pueden / amasar como siempre su vivienda.
Hermana agua, / todos te queremos... / Nos gustan tu diadema pero vuelven a engarzarles de nuevo en los maizales, / a filtrarlas debajo de la tierra, /a abrir la catedral para el gran día / de la coronación de la cosecha. / Duélete la angustia de los pájaros, / de los ganados que la ansiedad abreva,/ y ten misericordia de los hombres / aunque no lo merezcan.