La situación ocurre mientras en soja y maíz los precios se encuentran también en los niveles más bajos de igual período; cautela ante el atraso del tipo de cambio oficial
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CÓRDOBA.- Los precios internacionales de la soja y el maíz están en los niveles más bajos de los últimos tres años: en el primer caso, 4% debajo y en el segundo, 8%. El trigo, en cambio, no presenta diferencias. Desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires indicaron en un informe, además, que con esos valores las ventas de los productores sobre la cosecha estimada están, con 12%, 9 puntos porcentuales por debajo del promedio de ese período en soja, 12 puntos inferior en trigo [lo registrado hasta el momento es el 52%] y 9 puntos porcentuales menor en maíz [hasta ahora es el 21%]. Influyen la caída de precios y el atraso en el tipo de cambio oficial.
Siempre según el mismo informe, hay bajos volúmenes comercializados con “precio hecho más fijado”. En soja es del 12% frente al 26% de la campaña 2022/23 y del 33% de la de 2021/22; en maíz 32% frente al 44% y 61%, respectivamente, y en trigo, sí mejora frente a la campaña anterior, 77% versus 72%, pero es más baja que en la de 2021/22, cuando fue del 83%.
Según la entidad, las exportaciones agrícolas de 2023/2024 se ubicarán en 32.095 millones de dólares. Si bien esto se trata de US$9144 millones más que el ciclo 2022/23 que estuvo afectado por una fuerte sequía que provocó una pérdida de más de 50 millones de toneladas de producción, si se compara con una previsión de enero último hubo una caída de 679 millones de dólares. Esto por la baja de los valores internacionales. La entidad elaboró una proyección de exportaciones donde se pueden observar picos de ventas al exterior sobre abril-mayo y junio con mensuales probablemente superiores a los US$3000 millones.
Desde la Fundación Argentina para el Desarrollo Agropecuario (FADA), su economista jefe, David Miazzo, ratificó que el escenario de precios es similar al de 2019/2020, lo cual resulta “preocupante”. La entidad estimó una exportación de todas las cadenas en torno a los US$50.000 millones, cifra que implica US$12.000 millones más que en el 2023, “pero no los US$60.000 millones del 2022.
“Con lo que estamos viendo hoy entendemos que las ventas seguirán a ritmo lento, porque los precios internacionales están bajos y el tipo de cambio oficial se va atrasando, con lo que hay poco incentivo a vender”, planteó.
Por su lado, Gonzalo Agusto, de la Bolsa de Cereales de Córdoba, coincidió en que la situación es “compleja” porque el contexto internacional está con “precios muy bajos, en valores parecidos” a los de la pandemia del Covid-19 en paralelo a que los costos para los productores son “altos” en dólares.
“Será una mejor campaña en términos productivos, pero con complicaciones en la rentabilidad para los productores -agregó-. Por supuesto que habrá ventas porque los productores deben saldar sus deudas, pero todavía es muy temprano para hacer una estimación porque, incluso, hay incertidumbre macroeconómica”.
Agusto apuntó que la actual campaña está entre las “más bajas” de los últimos años en cuanto a fijación de precios y vincula el hecho a las dudas respecto de qué puede suceder con el tipo de cambio: “Es difícil que haya una nueva devaluación, pero tampoco se sabe cuándo habría unificación cambiaria. También es una incógnita lo que pasará con las retenciones, aunque es difícil que se modifiquen este año”.
“El productor está cauto porque viene de una muy mala campaña anterior, por lo que tiene que recuperar. La rentabilidad es baja -añade-. Hasta fines de abril será difícil hacer estimaciones de cómo será la comercialización”.
Para Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, las perspectivas productivas argentinas se estabilizaron un escalón por debajo del récord esperado, pero en “muy buenos niveles”. Señaló que en noviembre pasado “había muchas dudas, pero precios por encima de los costos. Hoy con la producción más clara, y sabiendo quién conduce el país, los precios bajaron a niveles de quebranto y se paralizan las ventas”.
Agregó que se pasó de “márgenes positivos y precios cercanos a los que se habían presupuesto al inicio del año, a valores que generan quebrantos en la mayor parte de los casos, teniendo en cuenta el costo de alquiler: 70% de los campos en Argentina se arriendan, y los que no, deben tener en cuenta el costo de oportunidad de no hacerlo”.
Precisó que con el tipo de cambio 80/20, los precios que “se obtendrían mejoraban respecto de los alicaídos futuros. Sin embargo, con una brecha en baja por la caída del dólar libre, ese 20% adicional comienza a ser un aporte menor, y el nivel de base de precios es bajo”.
La caída de los precios mantiene baja la comercialización, y presenta un desafío en términos de que los compradores logren que el productor ponga precio a sus granos, y en ingreso de divisas para el país: “De todas formas, con la cosecha vienen también los vencimientos de deudas y cheques otorgados para estas fechas. Es de esperar que el productor no convalide quebrantos si puede evitarlos, refinanciando deudas, por ejemplo. Y en la idiosincrasia del mismo está mantener en su poder, así que podríamos ver ventas de maíz, pero difícilmente de soja”.
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