En Rauch hubo un curioso hallazgo arqueológico que revela el consumo de productos importados en plena campaña bonaerense y que tiene una conexión con Sherlock Holmes
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La pulpería y posta de la “Loma Partida” se ubica en el partido de Rauch, provincia de Buenos Aires. Funcionaba dentro de las tierras de la estancia del mismo nombre propiedad de los hermanos Vela, pobladores que llegaron a ser fuertes hacendados y uno de ellos, Felipe, fue juez de Paz de dos partidos de la provincia y amigo personal del gobernador Rosas. Los Vela acompañaron la caravana fundadora del Fuerte Independencia (actual Tandil) en 1823, establecieron una pulpería en dicho punto y prosperaron convirtiéndose en proveedores de reses para el consumo de la guarnición y posteriormente en prestamistas.
Los trabajos arqueológicos recién comenzaron en dicho yacimiento, habiéndose efectuado hasta el momento tan sólo un sondeo exploratorio de un metro cuadrado de superficie. Pese a lo exiguo de la excavación, pudieron recuperarse 47 fragmentos de pipas de caolín, entre estos 4 cazoletas enteras y 2 fragmentadas, aspecto que sitúa a este sitio como el más prolífico en cuanto a la presencia de este tipo de materiales para los contextos rurales de la provincia de Buenos Aires.
La “Loma Partida” fue una pulpería y también posta de carruajes de caballos situado desde la década del treinta del siglo XIX, a la vera del camino real que unía el Fuerte Independencia con la ciudad de Buenos Aires. Poseía un foso defensivo y se ubicaba sobre la loma casi encima del paso de toscas del arroyo Langueyú, que era por donde pasaban las carretas. Desde 1857 y hasta 1869, fue ocupada por el pulpero Pedro Englis y familia (mujer y cinco niños según el censo de 1869); en la década de 1870, estuvo a cargo de Rafael Arrieta, pulpero vasco. Tan vasco como el pulpero Recabarren del cuento “El Fin” de Jorge Luis Borges.
Estas pipas, de pequeñas cazoletas y largos tubos, fabricadas con frágil arcilla blanca, fueron confeccionadas en los países del norte de Europa desde fines del siglo XVI hasta principios del XIX. Su utilización fue masiva y muy popular, llegando las firmas más importantes a fabricar más de cincuenta mil pipas por día. Los avances del capitalismo por todo el ancho mundo, determinaron que estas sean recuperadas en yacimientos de arqueología histórica de todo el globo.
En la literatura del siglo XIX fueron famosas porque las fumaban personajes como el mítico Sherlock Holmes, tal como lo relata la aventura titulada Un caso de identidad: “Sherlock Holmes permaneció silencioso durante algunos minutos, con las yemas de los dedos juntas, las piernas alargadas hacia adelante y la mirada dirigida hacia el techo. Tomó luego del estante la vieja y aceitosa pipa de arcilla, que era para él como su consejera y, una vez encendida, se recostó en la silla, lanzando en espirales las guirnaldas de una nube espesa de humo azul, con una expresión de languidez infinita en su rostro.
En la arqueología histórica argentina, las pipas de arcilla fueron recuperadas en contextos arqueológicos, primeramente por Schávelzon, y fueron analizadas por el especialista inglés Peter Davey para el Programa de Arqueología Urbana de Buenos Aires. En cuanto a quiénes las fumaban en la literatura de viajeros existe, para el ámbito urbano, la mención del científico D’ Orbigny, quien para principios del siglo XIX refiere a que en Buenos Aires “las lavanderas negras o mulatas…se dirigen al río, fumando gravemente su pipa” En el Reino Unido y en los Estados Unidos, la utilización de pipas de caolín por parte de mujeres también se asocia a las clases trabajadoras. Algunas de estas, quizá las más curiosas, se utilizaron con fines propagandísticos en las elecciones a presidente de los Estados Unidos, debido a que llevaban grabado el rostro de tal o cual candidato en las cazoletas, y se denominaron “president pipes”.
Los hallazgos arqueológicos en contextos rurales diversos de la frontera sur y oeste de Buenos Aires o La Pampa, siempre son escasos, reduciéndose a no más de unos pocos fragmentos de tubos o de tan sólo una cazoleta por yacimiento. Evidentemente, gauchos e indios preferían en cigarro armado a la pipa, cuya extrema delgadez y fragilidad la tornaba casi inútil en la vida ecuestre que ellos llevaban. Este aspecto, abre la posibilidad de que las pipas fueran fumadas por el pulpero o los carreteros, quienes en las elefantiásicas carretas, iban y venían a ritmo cansino de buey, de Tandil a Buenos Aires.
Seis de los 47 fragmentos de pipas de caolín recuperados en el sondeo efectuado en el yacimiento de “Loma Partida” poseen inscripciones que denotan la procedencia de dichos fragmentos. La inscripción presente en todos los tubos es la siguiente: “L. Fiolet” y por debajo “St. Omer” la misma pertenece a la fábrica de pipas ubicada en el Norte de Francia en Pas de Calais. Esta firma, creada por el industrial Louis Fiolet, fue una de las más populares de Francia, estando activa en la producción de esta clase de pipas desde el año 1761 hasta la década del 20′ del pasado siglo.
El número mínimo de pipas de caolín encontradas en el sondeo es de ocho ejemplares, habiéndose utilizado para el cálculo los fragmentos de cazoletas y las cazoletas enteras. De acuerdo con el catálogo de la fábrica, los ejemplares encontrados en la Pulpería de la Loma Partida, fueron fabricados en la década de 1830. Tres cazoletas de la muestra serán analizadas por la arqueóloga Melisa Auge, del laboratorio dirigido por Aylén Capparelli, en la División de Arqueología del Museo de La Plata, para determinar qué tipo de tabaco se fumó en ellas.
Una segunda campaña de excavación, financiada por la Sociedad Rural de Rauch, en la que asistieron arqueólogos de la Universidad de Buenos Aires, de la Universidad del País Vasco, estudiantes de la carrera de Arqueología de la UBA y el doctor Pablo Otegui, entregó todavía más cantidad de estos interesantes objetos. Posteriores excavaciones en el citado yacimiento permitirán avanzar en el conocimiento de estas pipas, cuyo hallazgo constituye una auténtica marca registrada de la arqueología histórica a nivel mundial, y revela el consumo de productos importados de Europa en plena campaña bonaerense de la lejana época de Rosas.
El autor integra el GEAHF (Grupo de Estudios de Arqueología Histórica de Fronteras) E-mail: facallvu@gmail.com
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