Se trata de Oscar Velasco Imbaud, un productor de Tucumán que hace 14 años empezó el sueño de tener su propia producción; hoy cosecha 50 kilos por año que destina a semilla y consumo
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Oscar Velasco Imbaud (74) es un productor de Tucumán que hace 14 años comenzó el sueño de producir su propio café como lo hacían sus abuelos en la región: comenzó con cinco semillas que trajo de un viaje que hizo a Costa Rica. Hoy, en medio del boom que hay en la provincia, donde un grupo de 22 productores empezó a incursionar en la caficultura, el agricultor ve que el sueño que tenían sus antepasados está por hacerse realidad. La rareza de que en la Argentina se produzca café también atrajo el interés de Iván De Pineda, quien se acercó a realizar un episodio de su programa.
Velasco Imbaud viene de una familia agropecuaria: sus antepasados, hace cerca de 100 años, sembraron por primera vez plantas de café en el país. Su abuelo, Marcial Imbaud, también incursionó en el mundo de estas infusiones como un aficionado y para consumo propio.
En noviembre de 2010, Velasco Imbaud fue invitado, por cuestiones sociales, por la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional a Costa Rica, donde lo llevaron a ver cafetales. Ese viaje fue el principio de lo que hoy podría denominarse como una industria en desarrollo en el país: cosecha aproximadamente 50 kilos por año de café que hace con las plantas que tiene en el patio de su casa.
“Yo no sabía nada del café. En Argentina no teníamos ninguna planta de café y como vi toda la plantación y el proceso me quedé maravillado. Hablé con los ingenieros sobre las condiciones climáticas y me pareció que eran similares a las que tenemos, salvo que nosotros tenemos mayores calores en verano y mayores fríos en invierno”, subrayó.
Las cinco semillas germinaron, pero solo sobrevivieron tres de ellas, que pocas semanas después las trasplantó en el patio. Con el correr del tiempo fueron adoptando su propia estructura hasta dar finalmente las primeras cerezas de café.
“Se dieron fantástico, tenían una sanidad y frondosidad espectacular. Las puse al abrigo de árboles grandes y no a la intemperie”, aclaró.
Cada planta comenzó a darle dos kilos de cerezas por corte. De ahí sacaba hasta 4000 semillas por cosecha. Así comenzó a diversificar el destino de la fruta del cafeto: la mitad lo tostaba y la otra mitad lo usaba como semilla para cultivo. “Todos los años tostaba mi café, lo compartía con mi hija y a mis amigos, a quienes invitaba a hacer el despulpado. Quedaban locos de la vida al saber que era café tucumano”, relató con una sonrisa.
Tiempo después se cruzó con Juan Casañas, vicepresidente del Instituto de Desarrollo Productivo (IDEP), a quien le dio de probar su propio café, y quedó “maravillado” con la historia.
El emprendimiento de Velasco Imbaud llevó a los tucumanos a desempolvar la historia del café de la región. Se encontraron con que los jesuitas habían incursionado en la caficultura en pequeña escala hace 400 años. No tuvieron éxito.
Hoy Velasco Imbaud asegura que tiene 50 plantas que ya se transformaron en un ícono de la región y que tienen un valor testimonial muy importante para los productores que están buscando producirlo.
Sus plantas han sobrevivido a las bajas y altas temperaturas a lo largo de los últimos 14 años sin la ayuda de fertilizantes o agroquímicos. “Es un cultivo orgánico y se adapta totalmente al medio bajo ciertas condiciones. El clima y el ecosistema andan perfecto. Me he dedicado a publicitarlo y a entusiasmar a los productores a que lo planten y poner a disposición mi semilla. Las especies vegetales necesitan un tiempo de adaptación al ecosistema y estas ya están adaptadas”, contó sobre las plantas que ya son de la tercera generación en el país. El café bourdon, de la variedad arábica, es la que hace el productor en su finca. Según dice, la infusión que de ahí sale tiene “buen aroma, sabor y cuerpo en taza”.
Pero el interés por el café tucumano no solo lo despertaron los productores, sino también los empresarios del café de especialidad que quieren incluirlo en sus establecimientos. Así comenzó a visitar junto a Casañas locales con pequeñas muestras para intentar introducirlo en el mercado local. Ante la demanda, Velasco Imbaud puso a disposición plantines y semillas para que los agricultores comiencen a desarrollar este cultivo en sus campos. “El café que se produzca en Tucumán no tiene por qué tener el mismo sabor del café que se produce en Brasil, Colombia, Centroamérica o Etiopía”, aclara. Fue por este boom por el café tucumano que el conductor y modelo, Iván de Pineda, se enteró de lo que hacía en su finca y lo visitó con su programa Iván de viaje hace unos meses.
El productor remarcó que, si se da la producción a gran escala, la provincia está preparada para ello, ya que la mano de obra que se utiliza para levantar el arándano podría funcionar para cosechar el café. “Hay una nueva fuente de trabajo y un ahorro de divisas para el país y estoy motivando a la gente a que plante”, agregó.
Las plantas las están comercializando en un vivero de Famaillá a la que el productor intercambió en una suerte de trueque por plantas de paltas. El viverista hace tres años sembró las tres plantas que le regaló y hoy está comenzando a hacer reproducción de semillas y a vender los plantines en su vivero. Cada plantín se cotiza a US$5. Para certificar el origen de las semillas que ingresó al país está haciendo el trámite de inscripción de las semillas y las plantas en el Instituto Nacional de Semillas (Inase).
“No hay nadie que tenga esta cantidad de plantas produciendo desde hace 14 años, por eso tiene mucha importancia la pequeña plantación. Ahora hay productores que comenzaron a poner hasta 6000 plantas, pero esto se va a ver dentro de tres años. Hay quienes han traído plantas del exterior; hay que ver la adaptabilidad de las plantas y su producción”, señaló.
La cosecha comienza a finales de agosto, en septiembre se hace un segundo corte y en octubre puede haber un tercer corte. “He invitado a mi familia a asados y le decía a cada uno: ahora a trabajar y pelar [despulpar] el café”, explicó. El tostado lo hace en sartén de barro: “Cuando lo molés tiene un aroma a chocolate a madera exquisito”, resumió. Las etapas de elaboración todavía las hace de manera artesanal.
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