Desde el sector se advierte que los precios están muy bajos frente a los buenos valores de los granos y de la ganadería, que permiten alcanzar rentabilidad
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Contrariamente a lo que podía suponerse, la compraventa de campos no está parada, pese al marco económico-político preñado de incertidumbres. Según Mariano Maurette, responsable de Campos de Álzaga, Unzué y Cía., “en 2023 se están vendiendo campos porque los precios están muy bajos frente a buenos valores de los granos y de la ganadería” que permiten alcanzar rentabilidad.
Las cotizaciones de las propiedades rurales venían bajando desde 2018, un comportamiento que se acentuó en 2020, y siguieron planchadas hasta mediados de 2022, cuando comenzaron a reaparecer las consultas y se concretaron algunos negocios, porque los inversores dijeron: “A estos valores es momento de comprar”. Así, el año terminó bastante dinámico, sobre todo en algunas zonas, una tendencia que se mantiene en 2023.
Este año hubo un factor imprevisto que le dio otro empujón al mercado de campos: la caída de bancos importantes en el hemisferio norte. Este hecho hizo temblar a muchos inversores que quedaron muy sensibilizados y dijeron: “Hoy les tocó a otros, pero mañana me puede pasar a mi”, que prefirieron la seguridad de la tierra en vez de una constancia de un depósito financiero.
Esperanza de cambio
Maurette también explica que el cambio de gobierno a fines de 2023 también alienta las compras: “No se sabe quién resultará triunfador en las elecciones, pero se espera que el nuevo gobierno desarrolle un planteo ordenador y tenga un trato menos hostil con el campo durante, por lo menos, cuatro años”, se esperanza.
Todos estos factores comenzaron a desequilibrar la balanza de demanda y oferta de campos, con cierto predominio de pedidos de compra sobre las órdenes de venta, lo que podría llevar a un cambio de tendencia en los precios a mediano plazo.
Los valores que maneja Maurette para las distintas zonas son US$15.000/16.000 por hectárea para los buenos campos de la zona maicera (Pergamino-Rojas), con 80-90% de la superficie con potencial agrícola; de 7000 a 8000 dólares para el oeste de Buenos Aires con aptitud mixta (Pehuajó-Trenque Lauquen); de US$2000 para un campo típico de cría de la Cuenca del Salado, que puede subir a 2500 si tiene una parte con loma.
En el sur bonaerense, los campos de Azul-Tandil se cotizan a US$8000/9000. En el oeste de La Pampa, campos ganaderos de baja receptividad –como los de Limay Mahuida– se pueden vender a US$400 por hectárea.
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