Más allá del fin de los cepos para exportar, en la actividad persisten los derechos de exportación que se buscan aumentar y la brecha cambiaria
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En pleno debate acerca de la suba de las retenciones a las exportaciones de carne vacuna, pasando del 9 al 15%, poco se ha dicho acerca del perjuicio colateral que las prohibiciones, cupos, cepos cambiarios y retenciones generan en la producción y productividad de los sistemas ganaderos
Las intervenciones estatales en el mercado exportador buscan siempre derivar mayores volúmenes de carne al mercado doméstico con el argumento de “desacoplar precios internacionales” y priorizar la mesa de los argentinos con argumentos de todo tipo que hasta llegaron a definir a la carne vacuna como un “bien público de carácter cultural”, ignorando que pertenecían a cientos de miles de personas y empresas que con su esfuerzo y a su propio riesgo se erigían como una de las columnas vertebrales de la economía argentina y generadores de trabajo de calidad a lo largo y ancho del país.
Por desconocimiento, urgencia o ideología los funcionarios que impusieron los cepos exportadores generaron fuertes desestímulos a la producción de animales pesados, centralmente demandados por la industria exportadora y, posiblemente sin proponérselo, estimularon la producción de animales de bajo peso, demandados por el consumo interno, enviando a faena animales con un potencial genético de generar entre un 25 y un 30% adicional de peso a la faena.
Una comparación con lo ocurrido en Uruguay en los últimos 20 años, y que evoca el inicio del periodo kirchnerista en la Argentina, muestra el impacto de las políticas de restricción a las exportaciones.
Comparación
Mientras en nuestro país el peso medio de faena se mantuvo de punta a punta en 226 kilos, en Uruguay crecieron en 35 kilos más de res por todos y cada uno de los animales faenados, incluyendo todas las categorías.
En tiempos productivos y en función de los rindes de faena para convertir kilos vivos en kilos res, se requerirían en engorde a pasto entre tres y cuatro meses y en engorde a corral menos de dos meses más de alargar el proceso. Nada que con el estímulo adecuado resulte complejo para el sector productivo, máxime con la calidad genética alcanzada en los rodeos argentinos.
Los 35 kilos res adicionales, o más aún si la libertad de mercado era total, habría implicado crecer en la oferta en no menos del 15%, cifra que representaría, con los volúmenes faenados en 2023, casi 500.000 toneladas más que, enviadas al mercado interno representarían 11 kilos más disponibles por habitante año. O U$S1600 millones más de exportaciones al bajo valor de las exportaciones de 2023.
Impacto de las retenciones
La decisión del Gobierno de incrementar las retenciones implicaría un ingreso para el fisco, con los mismos números utilizados en los cálculos mostrados, de U$S165 millones, apenas el 10% sobre el potencial mínimo de incremento de ingreso de divisas mencionado.
Me dirán que cambiar los modelos productivos de liviano a pesado lleva tiempo y que la urgencia de ingresos del fisco es ahora en función de la desastrosa situación heredada. Entiendo el punto y por ello no mencioné la quita inmediata del 9% actual de retenciones que, sin duda es absolutamente perniciosa. Solo me estaba refiriendo a la diferencia que podría significar para el sector la decisión de no incrementar la tasa actual al 15%. También podrán argumentar que con la liberación de todas las otras restricciones debería alcanzar para impulsar las exportaciones, si además se libera el cepo cambiario.
Es cierto que la inmediata liberación de prohibiciones, cupos y cuotas de exportación han sido una clara señal hacia toda la cadena, pero persisten las retenciones y todavía no hay una liberación de los cepos cambiarios que a la fecha todavía se encuentran al 75% del dólar financiero, es decir que aún la brecha sigue siendo un ancla a la competitividad exportadora.
Espero que estas consideraciones sean bien interpretadas ya que no están desconociendo el desastre económico financiero recibido, sino que ponen en consideración otro aspecto del que poco se habla y es que no terminan de enviar señales claras, previsibles y de largo plazo para que la cadena de ganado y carne vacuna de la Argentina se ponga inmediatamente a trabajar en aprovechar todo el potencial genético disponible.
Con relativamente bajo esfuerzo y tiempo puede incrementar significativamente la producción y oferta de carne para abastecer con solvencia el mercado interno y capitalizar las oportunidades que ofrece el mercado internacional.
No estoy reclamando la baja inmediata de las actuales retenciones, sino argumentando acerca de las limitaciones severas de intentar incrementarlas un 67% sobre las actuales, del 9 al 15%. Espero se haya comprendido la trascendencia de la medida, más allá de los U$S165 millones que acrecentarían las arcas del Estado.
El autor es consultor del mercado ganadero
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