En Mendoza, Martín Garbuio sufrió el golpe de heladas que afectaron amplias regiones en un año difícil por otros factores como la situación macroeconómica
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“Seguimos vivos por lo menos, eso ya es mucho”, dijo Martín Garbuio (60), un productor de la localidad de Vista Flores, Tunuyán, Mendoza, en un gesto de consuelo por la situación que atraviesan. En ese lugar, el viñatero produce y elabora vinos de alta gama de forma artesanal, en asociación con una cooperativa local, pero ahora por las heladas que azotaron esa región las proyecciones cayeron en un 50%.
“Donde se ve esa imagen de la foto [que acompaña la nota] la pérdida es total, no hay ningún tipo de recupero. Ese segmento de la finca no la podemos rescatar”, añadió a LA NACION. La finca en total tiene 5 hectáreas, de esas, están afectadas 3 hectáreas. El productor calcula una pérdida de 110 qq de donde salen 10.000 kilos de uvas. Es decir, 20.000 litros de Malbec de una de las primeras zonas productivas del Valle de Uco. Aclaró también que siempre depende del valor agregado que se la da al producto, ya que mucho va en la marca de la botella.
“Tenemos menos del 50% de la producción del año y con la producción del año pasado llegamos muy justos a cubrir los costos”, puntualizó. La finca Lencinas la fundó su bisabuelo Juan Garbuio, que vino de Italia en 1919, tras la Primera Guerra Mundial. Allí, en el Valle de Uco, decidió comenzar el proyecto de vida que hoy está en manos de sus descendientes que tratan de mantener vivo su legado, quienes recuerdan una frase típica suya: “Decía ‘donde cuesta vivir no hay miseria’”.
“Esto es un desierto que nosotros hemos transformado en algo productivo”, contó el productor, que también es docente.
Por la inclemencia de distintas heladas en la zona, como durante esta semana, en lo que va del año han perdido la mitad de la posibilidad de producción. “Hay que achatarse entre los yuyos, disminuir los gastos y no endeudarse, para una actividad que no está tan deprimida”, afirmó. Según sostuvo, esta actividad no es exclusiva para los productores de la zona. Es decir, la mayoría hace otras plantaciones o tiene otro medio de vida: “Las propiedades las mantenemos por una obligación ancestral. El sistema cooperativo te da ilusión de permitirte una cobertura, pero somos trapecistas con red. Hay que lamentarse un ratito y seguir, disminuir los gastos”.
Según dijo, entre la problemática que enfrenta el sector está la compra de insumos a un dólar de $300 y la venta de sus productos a un dólar oficial, que los saca de competencia. Esto termina en “un debilitamiento muy grande”.
“Hace algunos años, la producción te daba para guardar, o sea, te permitía no vender y subsistir. Ahora tengo que vender todo el vino todos los años para mantener la estructura funcionando”, ejemplificó.
Garbuio coincide con Nicolás Vicchi, subgerente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Acovi), en que una quita de subsidios por la electricidad para los pozos de riego en otra situación hubiese sido menos graves para los viñateros. “En muchas zonas, la única manera de hacerlo es la extracción por bombeo, y frente a la sequía que hay, algunos lugares tienen un complemento por bombeo, por eso, es esencial utilizar el pozo. Pero se ha hecho muy difícil con la quita de subsidios de la tarifa eléctrica. Un productor ahora va a pagar un 200% más la tarifa de riego”, contó Vicchi.
En la región hubo productores que perdieron el 70% de su cosecha, por lo que en medio de la helada también tienen que hacer frente a estos costos. “No va a cosechar, porque no sabe cómo hacer frente a estos costos, se tiene que considerar y retrotraer la quita de subsidios”, puntualizó.
La situación de las heladas ha afectado en toda la provincia, dijo el subgerente de Acovi. “Todavía no tenemos certeza de cuánto son los daños, pero hay zonas donde no bajan de un 70%. Esto ha generado que desde todos los sectores pidamos la declaración de emergencia nacional, para poder aplicar los beneficios de esa ley. Necesitamos asistencia para poder sostener los puestos de trabajo, para tener herramientas de capital de trabajo para fertilizar y continuar con las labores agrícolas que necesita el viñedo”, amplió.
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