En el norte de Santa Fe los productores enfrentan la falta de pasto para la hacienda debido a las consecuencias de la sequía
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“El campo parece dinamitado”. Con esa expresión, la productora agropecuaria Virginia Buyatti describe lo que tiene ante sus ojos en el norte de Santa Fe. Desde hace un tiempo, las paredes de su casa del establecimiento ganadero comenzaron a resquebrajarse por los movimientos en el suelo que provoca la ausencia de humedad. Camina por el parque y la tierra está cada vez más agrietada. Se rompen los tanques, las cañerías. Todo está marrón y lo que ella más sufre es que sus animales se quedaron sin pasto para comer. A pesar de que en la propiedad, ubicada en el Departamento de Vera, hizo grandes inversiones para que a su hacienda no le falte el agua, no puede hacer nada para que el pasto crezca. No hay pronóstico de lluvia en el corto plazo y la situación se vuelve cada vez más compleja.
La productora tiene 3300 hectáreas en Vera, dentro de la zona de la Cuña Boscosa, que es un área donde una parte del monte chaqueño se introduce en forma de cuña en la provincia de Santa Fe, de ahí su nombre. En esas tierras tiene agua, pero le falta pasto. En contraste, en un campo en Cañada Ombú, en los bajos submeridionales, tiene pasto, pero no agua; allí posee 1700 hectáreas.
Ante la falta de pasturas, tuvo que vender más de la mitad de 1000 animales. “Me costó un sacrificio enorme lograr esto, hace más de 20 años que trabajo en esto, yo no me quiero sacar la foto con la vaca muerta, yo no voy a ver morir mis animales, prefiero venderlos”, dijo a este medio.
“Voy haciendo lo que puedo, pero la situación es muy triste”, agregó Buyatti, que para alimentar la hacienda compra dos toneladas por semana de alimento a una cooperativa de Malabrigo. “Tengo las instalaciones de feedlot [establecimiento de engorde a corral], así que ahí les damos una ración por la mañana. Además, hacemos destete precoz para tratar de liberar a la madre lo más rápido posible para que el ternero no la mate porque la vaca está débil y la cría al mamar la debilita aún más”, explicó.
Sin pronósticos de lluvia en el corto plazo, Buyatti se preguntó: “¿Cómo vamos a hacer para aguantar hasta que llueva?” Señaló: “Suponiendo que llueva en octubre, hasta que crezca el pasto se necesitan aproximadamente 50 días para tener suficiente. Es decir, ya hablamos de diciembre y enero y hay mucha gente que no va a llegar”.
El 2023 es el cuarto año consecutivo en que la productora sufre la falta de lluvias. Para salvar a sus animales y evitar la falta de agua nunca dejó de invertir. En 2021, cansada de hacer perforaciones y que el agua sea salada, invirtió en la instalación de dos kilómetros de tendido de caño para alimentar aguadas. “El problema es que dejó de llover y el campo empezó a quedarse sin pasto, entonces tengo agua pero no tengo con qué darle de comer a los animales”, precisó.
En aquellas áreas donde no era viable extender cañerías, optó por realizar una perforación utilizando paneles solares y una bomba sumergible, lo cual representó una inversión de $1,5 millones. Sin embargo, hace 60 días le robaron. “Estaba haciendo el segundo viaje a la cooperativa para traer las toneladas de alimento para tener para el fin de semana. Me había levantado muy temprano, estaba con mi hija de cuatro años conmigo, que en lugar de estar jugando tenía que acompañarme, y me avisan que me robaron. Yo tenía un lote de 250 vacas que quedaron sin agua por alguien que me robó”, relató.
“Las inversiones se hicieron en tiempo y forma, pero cuando vi que no llovía vendí para salvar lo que está ahora y lo reinvertí en otra actividad más segura”, contó. Con el dinero de la venta de los animales empezó un emprendimiento nuevo en Salta: compró un inmueble que se dedica al turismo.
Si agosto pasa sin lluvias, está considerando la opción de trasladar una parte de su ganado a otro campo. Sin embargo, aclara que esta medida conlleva un riesgo. “En la zona donde me encuentro actualmente, no hay presencia de garrapatas, pero en áreas más al norte sí existen. Por lo tanto, si elijo llevar la hacienda allí y no está inmunizada, existe la posibilidad de que contraiga una enfermedad conocida como ‘tristeza’, lo que podría llevar a la muerte de los animales. De lo contrario, me veré en la necesidad de vender más”, explicó con preocupación.
“En el tiempo esto es insostenible para el productor con los precios bajos que están. Aunque ahora haya un repunte de precios, no le ganamos a la inflación y al dólar”, comentó. Sin embargo, resaltó que no solo le preocupa eso sino la inseguridad y la falta de políticas. “Te sacan las ganas de producir”, expresó.
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