Según un informe de la consultora AZ Group, las retenciones en soja se llevan un monto superior a otra inversión para hacer el mismo cultivo; alertan que por la suba de los costos los productores enfrentarán en la próxima campaña “el mayor riesgo económico y financiero de la historia”
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El productor argentino de soja detenta una increíble marca: con lo que se llevan las retenciones, que están en el 33%, además del gasto de inversión que ya debe afrontar para implantar el cultivo pierde por los derechos de exportación el equivalente a otra siembra y media más. Podría obtener una cosecha más.
Esto se desprende de un estudio realizado por la consultora AZ Group, que llega a conclusiones sorprendentes sobre lo que representan las retenciones para los productores de la oleaginosa.
Según el trabajo, en plena zona agrícola núcleo, región que comprende el sudeste de Córdoba, el norte bonaerense y el sur de Santa Fe, entre siembra, protección del cultivo, gerenciamiento y servicio de cosecha un productor requiere un gasto de unos 530 dólares por hectárea.
Con esa inversión, si logra un rendimiento de 4000 kilos por hectárea puede aspirar a un ingreso neto de 1580 dólares por hectárea. Sobre ese número, descontando luego un alquiler de 740 dólares por hectárea y otros gastos termina quedando un margen neto de US$390 por hectárea.
En tanto, considerando el ingreso neto de US$1580 por hectárea, este número subiría a unos US$2452 por hectárea si, sin retenciones del 33%, el productor recibiera el valor internacional que marca la Bolsa de Chicago.
De acuerdo al reporte, este valor de US$2452 por hectárea marcaría una diferencia de US$872 con respecto a los actuales proyectados US$1580 por hectárea. Pero hay más: “Ese ingreso que no llega al productor supera el costo de una segunda siembra y de una segunda cosecha”. Vale recordar que el costo de la siembra se estimó en US$530 por hectárea.
El informe precisa que, descontadas las retenciones, el productor local se queda con el 64% de lo que le correspondería cobrar del valor internacional. La situación contrasta con los productores de países vecinos que no tienen esa quita de los derechos de exportación. Pero, además, si se suma el efecto de la brecha cambiaria, al final del día terminan percibiendo en el equivalente a pesos solo el 39%.
Riesgo
“No hay un ingreso inesperado, sino un ingreso esperado achicado: es sabido que el actual Gobierno, de mínima, va a continuar con estas quitas en el precio de los granos en los próximos meses. De máxima, si sigue la incertidumbre política y económica, puede aumentar la cotización de los dólares alternativos e incrementarse aún más la brecha cambiaria”, señaló Matías Amorosi, gerente general y analista de mercados de AZ-Group.
En este contexto, mientras el Gobierno impulsa la idea de un tributo a la “renta inesperada”, el experto recordó que, en medio del impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania que disparó los precios de los fertilizantes, este año se observa un “un formidable aumento de los costos” para producir. En soja la suba va del 40 al 50%, mientras que en maíz del 70 al 80% en dólares, siempre con respecto a la campaña anterior.
En su informe la consultora destacó que, de cara a la campaña 2022/23, los productores tendrán que enfrentar en términos de costo por hectárea “el mayor riesgo económico y financiero de la historia”.
“Nunca se tuvieron que invertir US$1500-1600 dólares por hectárea y un poco menos cuando se computa el arrendamiento para poner en cultivo una hectárea de maíz”, ejemplificó Amorosi. “En 2022, desde el vamos, se enfrenta un altísimo riesgo que, para no convertirse en quebranto, tendrían que cumplirse dos premisas: que el precio de los granos no baje y que el clima acompañe”, advirtió.
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