Es clave una estrategia acorde para lograr los rindes deseados para el cultivo, según expertos que disertaron en un ciclo de Aapresid
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El mes pasado la Agenda Aapresid -el ciclo de entrevistas semanal de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa- puso en escena información de punta para el cultivo de maíz. Se remarcó que la fertilización nitrogenada es crucial para alcanzar los rindes deseados.
“En nuestro país la urea es la fuente de nitrógeno más utilizada, que usualmente se aplica esparcida en cobertura total con o sin incorporación”, indicó la entidad. Según precisó Andrés Grasso, de Fertilizar AC, el maíz “si bien recibe un enorme input tecnológico, la dosis de nitrógeno (N) se sigue calculando con la vieja ecuación: kg objetivo-N disponible en suelo”.
Aníbal Cerrudo, del INTA, brindó números: para 6 toneladas de maíz son necesarios 120 kg de N aproximadamente. “Advirtió que si se fertiliza de más en situaciones que no se puede capitalizar el excedente, el N que entra al sistema y no es tomado por el cultivo podría moverse en el suelo hacia aguas subterráneas y/o emitir gases de efecto invernadero durante su metabolismo, provocando un impacto ambiental negativo”, precisó la entidad en su reporte.
“Por ello, Nicolás Stahringer (Coordinador Red Nutrición Norte) y Diego Quintana (YARA) puntualizaron la necesidad de realizar análisis de suelo y calibraciones locales para ajustar la fertilización del nutriente, aunque esta recomendación se extiende a la nutrición balanceada en general”, agregó la entidad.
Para Aapresid, “idealmente” la fertilización se debería realizar en los momentos de mayor demanda fisiológica del cultivo -que ocurre luego del estadío V5-V6 y se maximiza en torno a la floración-, y con condiciones ambientales adecuadas, particularmente de humedad, para mejorar la absorción y eficiencia de uso del fertilizante.
Estrategia
Rafael López, del área de desarrollo de Dekalb, comentó que trabajan con algoritmos para aplicar N fraccionado: 30% antes o cerca de la siembra, y el otro 70% ajustarlo en función de imágenes de índices de vegetación -NDBI- y hacer la aplicación lo más tarde que se pueda. “Aunque quisieran dilatar esa aplicación al inicio de la floración, las maquinarias actuales sólo permiten ingresar hasta V8-V9. Para híbridos nuevos, destacó la importancia de las fertilizaciones tardías para tener mayor impacto sobre el rendimiento”, informó Aapresid.
“Los especialistas alentaron a aprovechar las tecnologías disponibles de dosis variables de acuerdo a cómo viene la campaña. En ese sentido, Esteban Novello (Pioneer) explicó que hay herramientas de precisión para hacer fertilizaciones por ambiente y manejos según densidad”, remarcó. “Esto tiene un impacto en no aplicar N de más cuando el año queda corto y cuando el año viene bueno poder capturar ese plus de ambiente”, señaló el experto.
“Ya sea que se opte por maximizar rendimientos en años o ambientes buenos, o se apunte a estrategias de plasticidad del cultivo -en años malos o ambientes marginales-, la buena nutrición es fundamental para poder tener buenos resultados. En general, para maíces de primera o segunda que vienen de antecesores como trigo o avena, la primera aplicación de N debería ser a la siembra, mientras que en maíces tardíos o de segunda sobre legumbres se puede retrasar la fertilización a la post emergencia”, indicó Aapresid en su informe.
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