El cultivo de soja, presenta en la actualidad el menor paquete tecnológico en el manejo de la nutrición. Solo se fertiliza el 49% de la superficie que se siembra. Respecto del máximo que se alcanzó en 2014, la caída en la superficie fertilizada fue del 33%. Además, las dosis de las hectáreas fertilizadas es baja y también viene cayendo año, tras año, desde 2009. En 2017 la dosis de uso en promedio fue de 46 kg/ha de fertilizante, una disminución del 50% en 9 años. Por último, los diagnósticos sobre los que se toman las decisión de manejo nutricional son muy pobres, según el último relevamiento tecnológico del sistema de producción de granos realizado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, solo el 9% de los productores sojeros realizo análisis de suelos para determinar la disponibilidad de nutrientes.
Este manejo precario de la nutrición de la soja, modela un sistema de baja productividad e insustentable en el largo plazo. Las brechas de producción de soja, con los genotipos que se siembran en la actualidad, son de 31%, es decir, en soja estamos produciendo al 70% de nuestra capacidad potencial. Mejorando las estrategias de nutrición del cultivo la producción de soja podría aumentar un 7%.
En este contexto, la mejor estrategia es la intensificación de la nutrición de cultivos, que tiene dos focos: uno mejoras en el sistema (más rotación con gramíneas) y por otro lado la nutrición específica individual de cada cultivo para optimizar el rendimiento bajo condiciones no limitantes de nutrientes.
Debemos abordar la nutrición de soja como como una herramienta para lograr los máximos rindes. En base a las experiencias realizadas, una fracción importante de la superficie cultivada de soja está condicionando los rendimientos, ya sea por fósforo, por azufre o por ambos nutrientes. La disponibilidad de micronutrientes, especialmente boro y zinc, también debe ser tenida en cuenta.
El nitrógeno es el nutriente que la soja requiere en mayores cantidades. La fijación biológica de nitrógeno que se desarrolla en los nódulos de las raíces cubre los requerimientos y la fertilización nitrogenada es innecesaria. Por esta razón, con la aplicación de inoculantes en la semilla a la siembra, cubrimos las demandas nutricionales. Sin embargo, tanto el Fósforo como el Azufre inciden sobre la fijación biológica y deben ser tenidos en cuenta al momento de realizar un plan de nutrición.
Respecto de la nutrición con fosforo, a partir de ensayos realizados por Fertilizar AC, se destaca que la aplicación de fósforo en dosis cercanas a reposición, generan un aumento en los rendimientos y en los niveles de fósforo en el suelo. Los resultados acumulados luego de 7 años confirman que la práctica del productor agropecuario promedio (dosis de arrancador a la siembra de entre 40 a 60 kg/ha de superfosfato triple) es muy eficiente, ya que logra un incremento de rendimiento de 186 kg/ha, pero no alcanzan para lograr los rindes potenciales del cultivo. Existe un estrategia de mejora de los resultados agronómicos, cuando fertilizamos con dosis mayores de fósforo (100 a 150 kg/ha de superfosfato triple), en donde se registran aumentos de rendimiento de 675 kg/ha. Las mejoras de productividad sobre el manejo actual del productor son superiores a los 450 kg/ha.
En cuanto a las deficiencias de azufre, muy extendida en la Región Pampeana, existe mucha evidencia que concluye que las respuestas son generalizadas en trigo, soja y maíz con buena rentabilidad hasta 20 kg de S/ha. La dosis promedio de 186 ensayos relevados fue 22 kg de S/ha y la respuesta en rendimiento de 348 kg de soja/ha. Las dosis habituales incluidas en la mezcla "arrancador" generalmente no superan los 7 kg de S/ha, y terminan limitando los rendimientos en caso de deficiencias. Una posibilidad factible es mejorar los aportes de S con dosis mínimas recomendadas de 12-15 kg de S/ha en los planteos productivos actuales.
La incorporación del boro a la nutrición, ha sido reportada con respuesta frecuente en aplicaciones foliares entre R1 y R3. Existen evidencias de una frecuencia de respuesta positiva mayor al 50% en cultivos bien manejados con inoculación, fósforo y azufre para el Oeste de Buenos Aires. En Pergamino, se reportaron respuestas a este nutriente aplicado en forma foliar del 8% en campañas "secas", y 5,8% en campañas con buena humedad. También han sido reportadas mejoras de hasta 5% en rendimiento con aplicaciones de Zn.
El autor integra Fertilizar AC
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