Pollo, menudencias bovinas y porcinas y porotos negros son algunos de los productos que enfrentan dificultades para ingresar en el gigante asiático pese al giro del presidente Javier Milei con China
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Pese a los elogios del presidente Javier Milei a China, para la agroindustria argentina, el gigante asiático no es un cliente sencillo. El fin de semana pasado, el jefe de Estado dijo en una entrevista de televisión con Susana Giménez que China es “un socio comercial muy interesante” y que “no exigen nada, solo que no los molesten”. Sin embargo, por distintas razones, desde sanitarias hasta burocráticas, China demora el ingreso desde la Argentina de productos agroindustriales como pollo, menudencias bovinas y porcinas, pellets de girasol y porotos negros, entre otros.
La avicultura es el caso más crítico. A principios de 2023, por la aparición de la gripe aviar en el país, se cerró el mercado chino que, para los exportadores de carne de pollo, representa unos US$160 millones casi la mitad del total de los envíos al exterior. En agosto de ese año, la Organización Mundial de la Sanidad Animal le otorgó nuevamente a la Argentina el estatus sanitario como país libre de influenza aviar. Desde entonces, las naciones importadoras comenzaron de a poco a reabrir los envíos.
Esta semana, China reabrió el mercado para las exportaciones avícolas desde Chile, que también estaban prohibidas casi al mismo tiempo que las de la Argentina. “Estamos expectantes. Creemos que está muy próximo a reabrirse el mercado”, dijo a LA NACION Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA). Tras una auditoría en el país y la reapertura a Chile, “las lógicas dirían que estaríamos próximos a que nos rehabilitarán a nosotros”, añadió el directivo.
La semana pasada, el Senasa recibió un informe de auditoría de la Embajada en China con observaciones sobre medidas adicionales requeridas. La respuesta debe ser presentada antes del 31 de octubre. En el sector lo ven como un avance a las inspecciones realizadas en marzo pasado. El Senasa está trabajando en la respuesta oficial que se le dé al estado chino. Si bien, en el organismo sanitario no brindaron precisiones, los exportadores esperan a que responda a las recomendaciones antes de que finalice este mes para garantizar el curso habitual de los procedimientos de seguridad sanitaria. En ese informe, el Senasa debe indicar cómo va a mejorar esos controles, según las sugerencias que realizó China tras la visita.
No obstante, en la industria avícola calculan que la merma de ingresos por el cierre del mercado y las demoras por el ida y vuelta de papeles representan unos US$300 millones entre el 2023 y este año.
A las expectativas de los industriales avícolas, se suma el de los frigoríficos de carne vacuna ya que sigue sin destrabarse el protocolo para habilitar los envíos de menudencias bovinas, un negocio muy importante para la industria nacional, ya que tienen un elevado consumo en el país asiático. Uruguay y Brasil ya realizan estos envíos.
La respuesta a esa solicitud podría darse entre el 5 y el 10 de noviembre próximo en Shanghai, donde se realizará la feria comercial CIIE (China International Import Expo 2024), a la que van a asistir 16 empresas argentinas, acompañadas por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva) y una delegación del gobierno nacional. La intención de ese viaje es destrabar la negociación por el certificado sanitario. Esta semana, los exportadores tuvieron un contacto informal con el secretario de Coordinación de Producción, Juan Pazo, para coordinar una estrategia en común. Fue en los salones del hotel Alvear, donde se realizó un seminario de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos (AmCham), país que compite con la Argentina por el mercado chino.
Otra preocupación de la industria frigorífica es la baja de precios en China. El año pasado ingresaron a la Argentina alrededor de US$2900 millones en divisas por los envíos de carne vacuna al mundo. De esto, el mercado chino representó el 70% de ese total. En promedio, la tonelada está en US$4200 peso producto, y, según aclaró un empresario, “las empresas se están manejando con contratos viejos que incluso pueden ser aún más bajos de ese valor”, para no tener tanto stock.
También en el sector porcino esperan la firma de un protocolo sanitario para exportar menudencias. “Estamos sujetos a la voluntad de China, que con las mejoras en las relaciones bilaterales entendemos que va a concretarse pronto”, dijeron en el sector.
A su vez, los exportadores de granos y derivados aguardan la autorización de China para exportar porotos negros, mientras que los pellets de girasol esperan desde hace tres años una noticia que permita habilitar los envíos a ese destino.
Además, los importadores chinos solo cuentan con licencia para importar poroto de soja y no aceite de soja. A pesar de que la harina de soja fue abierta para la importación desde hace tres años, después de una larga negociación, tampoco se han realizado por falta de licencias de importación. Los protocolos para hacer envíos de maíz fueron aprobados hace poco más de un año y si bien está abierto el mercado no se han realizado embarques.
Esta situación, según mencionaron en la agroexportación, refleja cierta renuencia por parte de ese mercado asiático hacia productos con valor agregado. Puede jugar en contra, también, los efectos de las relaciones bilaterales que se habían tensado a principios de este año.
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