Los pronósticos internacionales indican la permanencia de El Niño durante el verano, pero con un debilitamiento progresivo con probabilidad de que llegue a su fin durante el trimestre abril-mayo-junio de 2024
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Especialistas del INTA analizaron la campaña y pusieron en valor la importancia del agua como elemento esencial de ecosistemas y de los sistemas de producción. Según dijeron, el fenómeno climático El Niño-Oscilación del Sur [genera lluvias por encima de lo normal] presentó el inicio de su fase cálida hacia el trimestre abril-mayo-junio y cobró intensidad durante la última parte de 2023.
Esto favoreció, en primer lugar, la ocurrencia de lluvias sobre el nordeste argentino. Durante noviembre y diciembre, las precipitaciones en áreas productivas del centro del territorio permitieron una recuperación progresiva del contenido hídrico de los suelos.
“Dada la importante recomposición hídrica en la mayoría de las zonas productivas, en esta campaña de gruesa podemos afirmar que el agua no es el factor limitante, y alcanzar altos niveles de producción será mucho más dependiente del manejo agronómico”, afirmó Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA.
Para Mercuri, “sin la limitación del agua, se espera que en lotes donde se pudieron realizar siembras tempranas y ciclos largos, maíces y sojas podrán expresar su potencial genético o superar los techos productivos, incluso dadas las perspectivas de nuevas lluvias durante el periodo de floración y llenado de granos”.
“Si bien la disponibilidad de agua es un factor limitante, en esta campaña veremos las interacciones con otros factores como los riesgos en la aparición de plagas, enfermedades y la competencia de malezas y se requerirá un arduo seguimiento de estas problemáticas durante los próximos meses”, indicó.
Qué pasará con el clima
Según Mercuri, la evolución del fenómeno El Niño favorece la continuidad de lluvias durante el verano, aunque “en la región pampeana y en el Litoral tendrían un mayor espaciamiento y más variabilidad, con un incremento en intensidad y frecuencia en el oeste y el NOA especialmente durante enero”.
Esto sumado a la mayor evapotranspiración hará que no sea tan probable que se produzcan o que continúen los anegamientos en ambientes bajos o planos. Desde el Centro de Investigación de Recursos Naturales mantienen la recomendación de que en todos los ambientes de loma y media loma donde no existen riesgo de anegamiento hay que seguir promoviendo la infiltración y evitar el escurrimiento.
Por su parte, Natalia Gattinoni, especialista del Instituto de Clima y Agua del INTA, explicó: “Los pronósticos internacionales indican un debilitamiento progresivo de El Niño, con una mayor probabilidad de que el evento llegue a su fin durante el trimestre abril-mayo-junio 2024. Los modelos coinciden en apuntar a una mayor probabilidad de una transición a la fase neutral de ENOS a partir de dicho trimestre y por lo tanto perdiendo influencia sobre las lluvias en nuestro país”.
Sostuvo que, “según la actualización de los modelos, a diciembre de 2023 hay un 40% de igualdad entre transitar una fase Neutral y una fase La Niña a partir del trimestre julio, agosto y septiembre de 2024, por lo que no es posible adelantar cuál será la fase que prevalecerá para la segunda parte del año y será importante continuar su seguimiento sabiendo la naturaleza cíclica de este fenómeno y lo que ha ocurrido [los] años donde se presentó un Niño similar”.
Trimestre
Para las zonas con producciones regionales del norte de Cuyo, oeste del NOA y oeste de Patagonia se prevé, según el pronóstico climático trimestral del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), y coincidiendo con el IRI-Universidad de Columbia, un trimestre enero-febrero-marzo con mayor probabilidad de condiciones hídricas deficitarias acompañadas de temperaturas en promedio más cálidas para la época, con mayores chances sobre el NOA.
“En el caso de la región pampeana y el Litoral, la perspectiva climática de temperaturas medias asigna una mayor probabilidad de un periodo con valores en el rango normal para la época. Si a este panorama le sumamos el pronóstico estacional de temperaturas extremas, se espera una menor ocurrencia de temperaturas máximas extremas, mientras que son mayores las chances de días con temperaturas mínimas más bajas sobre la principal zona productiva”, explicó Gattinoni.
“A diferencia del año pasado, son menores las probabilidades de ocurrencia de eventos térmicos extremos dando condiciones adecuadas para el desarrollo de los cultivos de veranos que transitarían la época cálida con menores niveles de estrés térmico y con adecuada disponibilidad de humedad en el suelo en general”, remarcó.
Asimismo, Mercuri señaló que “es importante considerar que el cultivo no tenga limitaciones nutricionales severas de una serie de nutrientes esenciales que participan en el crecimiento y desarrollo de estructuras vegetativas y radiculares, tanto para el maíz como para la soja”.
En ese sentido, el uso de fertilizantes se traducirá en la respuesta clara en los rendimientos. Por esas razones, el manejo agronómico, su planificación, la anticipación con análisis de suelos y foliares, y el seguimiento de cada lote vuelve a ser clave para el éxito de la cosecha.
Mercuri remarcó: “Esta campaña permite valorar en plenitud la importancia del agua como elemento esencial de los ecosistemas y de los sistemas de producción. Se superan las expectativas o proyecciones muy tempranas que se realizan de la producción esperada”.
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