No podemos no aceptar la realidad que exhibe claramente un sector vapuleado, hasta a veces denostado públicamente y literalmente agobiado como ningún otro de la economía por una batería de impuestos – algunos de dudosa legalidad- que llegan claramente a la confiscatoriedad.
Escaso o nulo poder de negociación como consecuencia de haber ido cediendo espacios institucionales y a la vez manteniendo un sistema de representación gremial demasiado dividido que, admitámoslo, ha sido funcional a varios gobiernos de distintos signos políticos que en definitiva solamente le siguieron sacando al campo. Unos más, otros menos.
¿No será la hora de replantearse a fondo esta realidad antes que sea demasiado tarde?
El Consejo Agroindustrial fue creado con toda picardía para representar a los exportadores/industria aceitera sumando docenas de instituciones, muchas de ellas de menor envergadura económica quienes, con algunas excepciones, nunca llegaron a sentarse en una mesa con funcionarios del ejecutivo.
Se licuó así la representatividad de la Bolsa de Cereales, que es el ámbito que siempre debió haber sido la institución desde donde se proyectara el sector primario. Allí se fue perdiendo fuerza – transparencia de los mercados - hasta el punto en que el comercio ha quedado en manos de la exportación/CIARA.
El sector exportador ha avanzado sobre el acopio privado sin ningún control ni limitación alguna en cuanto a posiciones dominantes por regiones y además inventando los “correacopios”, otro instrumento funcional a sus intereses que claramente debilitó la cadena comercial. Esa combinación de control sobre el comercio ha derivado en que se ofrecen condiciones de compra por fuera de los mercados de futuros restando así transparencia a los mercados.
Por otro lado, el comercio de carne ha quedado en manos de la industria frigorífica, algo que quedó de manifiesto en estos últimos meses cuando los alcances del cepo a las exportaciones fue directamente negociado por ellos con el Gobierno y luego su vocero informaba a los productores lo que iba pasando. Algo directamente ridículo e inconcebible.
Exportadores de granos y de carnes terminan negociando -con nuestra producción- con el gobierno de turno, anticipando divisas a cambio de otras facilidades (¿será verdad lo que se rumorea que a veces les dejan vender dólares por los sistemas Bolsa o CCL y resulta que los productores, dueños de la producción ni somos tenidos en cuenta a la hora de negociar?).
Creo que es el momento de llamarse a una profunda reflexión -un “·retiro espiritual”- de la dirigencia rural para esclarecer algunos puntos básicos de aquí para adelante, algunos de los cuales ya están en la agenda:
- Evaluar la creación de una “supra” entidad de lobby que defienda los principales valores e intereses de todo productor. Algo así como el American Farm Bureau en Estados Unidos y que unifique en una sola cabeza a todo el sector productivo.
- Armar un rápido plan y equipo para volver a protagonizar todas las discusiones sobre mercados en la Bolsa de Cereales (que vive gracias al aporte de los productores a través de los registros) así como la micro de los diferentes cultivos. El mejor ejemplo es la archidiscutida y desvergonzada falta de transparencia en el mercado de girasol.
- Por otra parte, el sector productivo debe definir qué sistema de comercialización quiere : muchos productores creen que ahorrando la comisión de un corredor o los servicios de un acopio ganan/ahorran dinero negociando en directo con la exportación. Es opinable, pero esa política ha quitado transparencia a los mercados y eso significa dólares de menos al bolsillo del productor.
- Evaluar la permanencia de las entidades en el Consejo Agroindustrial. Ha quedado claro que es un foro funcional a otros sectores que no son el productivo.
Definir en qué ámbito institucional hacer pie para poder cambiar la realidad del sector ganadero y judicializar lo antes posible el reclamo del cepo a las exportaciones de carne. Pierde el país, el sector productivo y el consumidor.
Debemos recuperar poder de negociación dentro de las cadenas, para poder así negociar con los gobiernos con la fuerza que se corresponde con nuestra participación en el PBI y las exportaciones y el empleo que generamos.
Todos tenemos claro que hacer paros y cese de comercialización no ha dado resultado. Pero tampoco producir más puede ser la única respuesta a la literal expropiación –como se pretende- de la renta del campo.
El autor es productor agropecuario