Ya terminaron los comicios. Como cada dos años, los argentinos volvimos a expresarnos en esta oportunidad que nos da la democracia de poder “evaluar” las acciones de los gobernantes y de los dirigentes en general. La gente votó legisladores en este caso y, sin dudas, pensando con una mirada hacia 2023, donde las elecciones serán además para presidente.
Algo pasó en septiembre pasado cuando la “oposición” triunfó en casi todos los lugares del país y también ayer volvieron a darse estos resultados, pero en forma más contundentes en muchos lugares, en promedio en todo el país. Eso indica algo.
Mostró que los argentinos les dijeron a los gobernantes (actuales) que hay un límite, que no estamos bien, que podemos tener un país mejor en todos los aspectos, un país donde se respeten los valores y las libertades individuales, las instituciones, que puede crecer, donde la inseguridad y la falta de empleo deje de ser un problema estructural, donde las pymes y las economías regionales puedan en serio estar mejor, donde se puede cambiar el rumbo económico, donde podemos comenzar a pensar un país que, además de tener riquezas naturales, podamos hacerlas valer, producir más y mejor, y fundamentalmente un país donde todos y cada uno podamos estar mejor.
Simplemente eso. Justamente, además, estamos en plena época de cosecha de cultivos de la campaña de fina (trigo, cebada, verdeos de invierno), y comenzando y/o transitando las siembras de la campaña de gruesa (soja, girasol, maíz) en gran parte del país.
Cultivos que si “van bien” ayudan y mucho a través de sus resultados al dinamismo y movimiento de cada pueblo, localidad, provincia de nuestro querido país. Y, por eso, se me ocurrió el título de esta nota, porque a partir de hoy lunes 15 de noviembre, también en la Argentina se respira otro aire, y ese aire y esa sensación real es la de la esperanza.
Para la producción
Como dice un amigo que desde anoche es diputado nacional electo, a los argentinos en estos momentos hay dos sentimientos que los dominan: el miedo y la esperanza. Anoche ganó la esperanza, y ganó muy bien.
En este motor de la economía que es la agroindustria, donde desde el primer eslabón -de las muchas cadenas que tiene- que son los productores están acostumbrados a luchar día a día contra todos los aspectos, siempre la esperanza está presente y existe.
Si en términos “productivos” podemos decir que, por la época donde se mezclan cosechas y siembras, además de obtener buenos rindes, tener perspectivas de buenas siembras y pensar en forma estimada en cuántas toneladas, dólares se podrán generar, hoy también hay un nuevo gran factor que estará afuera de un margen bruto, de una planilla de Excel, pero que seguramente ayudará a tomar decisiones de otra manera y ese es la esperanza. Cambia el humor, el ánimo, las ganas, la fuerza.
Si hay esperanza hay vida. Si la agroindustria argentina siempre produce bien, adopta tecnologías, invierte, emplea, piensa en la biotecnología, la bioeconomía, los bionegocios, los bioinsumos, adopta modelos sustentables de producción, produce energías renovables, mira la diversificación de cultivos, tiene la mejor genética del mundo en materia de ganadería, puede producir pollos y cerdos cada vez de la mejor manera, se trabaja para el control de la huella de carbono y gases invernaderos, cada vez hay más proyectos de Agtechs, y podemos seguir…imagínense si realmente la esperanza comienza a hacer el efecto deseado.
A esto le agregaría, que si “al campo” de una vez por todas dejan de ponerle freno, le comienzan a dar un poco de certidumbre, no les cambias las reglas, y la seguridad jurídica se establece, además de comenzar un camino de reformas impositivas, laborales y se abren caminos al financiamiento, juntamente con una visión de apertura al mundo en serio, la Argentina de verdad va a estar mejor. Tal vez estoy pidiendo mucho…no sé si muchas de estas cosas este Gobierno las tiene en mente o quiere hacerlas – las pruebas no nos lo muestran hasta hoy lamentablemente -, pero ahora un Congreso más equilibrado algo más podrá “empujar”.
Veremos. Por lo menos hoy el sol brilla más. Había un programa de televisión hace unos años -muchos se acordarán- que era los domingos, se llamaba Feliz Domingo, y la cortina musical del programa en una parte decía “cada domingo renace la Esperanza…”, bueno…ayer me acordé de esa canción. Ayer la esperanza volvió.
No la desaprovechemos, y los que tienen que oír lo que el país dijo ayer, por favor que oigan, y actúen. Las derrotas enseñan. El domingo muchos en sus declaraciones dijeron que iban a escuchar el “mensaje de la gente” y actuar en consecuencia…Los ciudadanos esperamos. La Argentina también.
El autor es gerente general de ChacraServicios y director General de CONFIagro. Fue ministro de Agroindustria de la provincia de Buenos Aires (2015-2019)
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