El sistema es clave para avanzar en el ingreso a mercados de alto valor y consolidar las exportaciones
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Los consumidores de los países socio culturales más avanzados exigen cada día con mayor énfasis que la producción de alimentos no presente riesgos a la salud de los animales y las personas (una sola salud), no afecte al medio ambiente ni a las comunidades de su entorno productivo y, últimamente, con mayor relevancia, que impida el maltrato animal.
Lo que años atrás no estaba en agenda y parecía una sofisticación, se va convirtiendo en exigencia de los consumidores y también de los gobiernos de países y regiones que los vuelcan a regulaciones para permitir el ingreso a sus mercados. El caso concreto de la resolución 1115 de la Unión Europea que prohibirá el ingreso de determinados productos, entre ellos carne y cuero, que provengan de sistemas vinculados a la deforestación, entre otras demandas, a partir de enero del 2025, es decir dentro de siete meses.
Para cumplir con la regulación los países exportadores deberán, entre otras cosas, tener sólidos sistemas de trazabilidad animal que aseguren que los animales que dan origen a los productos y subproductos vacunos no han estado, desde su nacimiento hasta su faena, en campos en los que se hayan generado eventos de deforestación desde finales del 2020.
El actual sistema de trazabilidad argentino, obligatorio para la totalidad del rodeo, con identificación individual desde 2007, que incluyó en los primeros 10 años el seguimiento individual obligatorio, generó complejidades burocráticas y falibilidad toda vez que estaba sostenido por dispositivos (caravanas plásticas) de lectura visual, manejo manual en papel de la información a campo y posterior carga al sistema central del Senasa. Bueno en su concepción, pero complejo y falible, al punto que en 2017 se decide cambiar el sistema de trazabilidad individual para pasar a otro de carácter grupal o por tropa para todo destino comercial, con excepción de los envíos a Europa, para los que la obligación de identificación individual se fijó en 180 días previos a la faena.
En esa oportunidad se subestimó el crecimiento de las actuales demandas y regulaciones por lo que se perdió la oportunidad de contar con un sistema de trazabilidad individual desde el nacimiento a la faena, que es lo que exige la mencionada resolución 1115 de la UE y que deja afuera de dicha regulación a animales que han pasado por 2 o 3 campos a lo largo de su vida.
Se aclara que con el actual sistema solo puede cumplir con información certera para animales de ciclo completo (nacidos, recriados y engordados en el mismo campo) o a lo sumo que haya nacido en otro campo que lo mandó al que finalmente lo enviará a faena.
Procesos
Los procesos que incluyan más movimiento de ganado o que mezclen tropas de diversos orígenes sin la debida registración individual actualmente quedan afuera del sistema. Es decir que contamos con un sistema complejo y costoso que nos obliga a identificar la totalidad de los animales salidos o ingresados a un campo, sin los beneficios que implica cumplir con las demandas de valor actuales y a venir.
Por este, entre otros motivos, la actual gestión de gobierno ha decidido avanzar en la aplicación de sistemas de identificación electrónica de última generación que incluye un dispositivo con chip (aún no hay restricción del tipo de dispositivo) que permite capturar y enviar directamente a sistemas computarizados la información completa e individual de cada uno de los animales que integran el stock vacuno argentino, en un proceso gradual que, partiendo de los terneros destetados en 2025 y sucesivamente los años siguientes, irá cambiando el sistema de identificación de lectura visual y manejo manual de la información por otro de lectura y manejo electrónico, generando una información completa y confiable que responde de la mejor manera a las demandas y regulaciones actuales y futuras.
La decisión ha generado todo tipo de opiniones entre quienes visualizan un sólido avance, entre otros, para agregar valor y confiabilidad a los productos derivados de la ganadería vacuna, abrir mercados y cumplir con las nuevas demandas, mejorar el contralor sanitario, formalizar la cadena y contar con información que permita incrementar la productividad y eficiencia de cada establecimiento.
En tanto, quienes se oponen consideran que su implementación es innecesaria, compleja, costosa y que dejará a miles de pequeños productores fuera del sistema por imposibilidad de poder implementarla, aduciendo que ha sido tomada por burócratas de escritorio que desconocen la realidad del campo.
Pensar que el cambio será sencillo de implementar, que es innecesario y que quienes lo van a implementar no saben de lo que hablan es subestimar el tema y muestra más una natural reacción al cambio que a una visión holística del tema que más temprano que tarde llegará.
Hoy, salvo Brasil que por su extensión y complejidad aún no ha resuelto su implementación obligatoria, nuestros vecinos y otros países lideres del mundo ya tomaron la decisión. De hecho, ya está implementado en Chile, ganadería libre de aftosa sin vacunación y Uruguay, con similar condición sanitaria que nosotros que, gracias a la confiabilidad del sistema tienen acceso a todos los mercados de valor, incluyendo Japón y Corea.
Paraguay acaba de aprobar por ley su implementación y la pondrá en marcha a partir de los destetes del 2025 y en forma gradual, como propone nuestro Gobierno, para tener todos los animales identificados para fin de 2027.
Creer que será sencillo y sin problemas sería subestimar la complejidad de un cambio que, además de tecnológico, es fundamentalmente cultural y por ello aún más complejo de acordar.
No dudo que las autoridades, junto a las entidades que nuclean a productores e industria de la cadena de ganados y carne vacuna encontrarán soluciones para los pequeños productores, como lo han hecho en su oportunidad con la aplicación de la vacuna antiaftosa. Para ello es necesario el diálogo y el trabajo conjunto para coincidir en dar el salto de calidad que significa pasar del actual sistema de trazabilidad con individualización con caravanas de lectura visual y proceso de información manual al sistema electrónico que nos permita concretar la enorme potencialidad de nuestra ganadería.
El argumento del mayor costo resulta poco sostenible cuando el diferencial entre el dispositivo actual y el electrónico considerando la escala a alcanzar posiblemente no supere US$1 por unidad y que será aplicado gradualmente a los terneros a destetar (unos 15 millones por año). Además, considerando solo el valor total de las exportaciones de carne y subproductos cercano a los U$S4000 millones por año, parecería no ser representativo, con menos de 0,3%.
La disponibilidad, inversión y uso de los lectores electrónicos son un desafío que, sin duda, será bien resuelto para aquellos productores que por escala o conocimientos requieran asistencia especial. Sin otro ánimo que llamar a la reconsideración del significativo paso que implica en la seguridad y confianza de la información disponible, en materia sanitaria, de procesos productivos y hasta comerciales. Un avance tecnológico que nos permitirá avanzar en el ingreso y la competitividad de los mercados de alto valor y así consolidar las exportaciones, destino sin el cual nuestro futuro quedará fuertemente limitado.
El autor es consultor ganadero
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