La agricultura 4.0, que incorpora inteligencia artificial, automatización, etcétera, es vital para enfrentar el cambio climático, cumplir con los compromisos de reducción de emisiones en cada país y fortalecer la seguridad alimentaria global
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En septiembre de 2015, 193 Estados miembros de la ONU adoptaron la Agenda 2030, una ambiciosa iniciativa global diseñada para enfrentar los mayores desafíos de la humanidad y lograr un desarrollo económico sostenible.
A casi nueve años de su adopción, con solo cinco años restantes para alcanzar los objetivos propuestos, la Agenda 2030 continúa siendo un asunto urgente de acción. Esta iniciativa incluye 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con metas específicas como fin de la pobreza, hambre cero, energía asequible y no contaminante, y otros aspectos que buscan alcanzar el desarrollo sostenible desde los puntos de vista económico, social y ambiental.
Sin embargo, un reciente informe de la ONU presenta una situación preocupante: solo el 17% de las metas ha avanzado significativamente, mientras que la mitad muestra un progreso mínimo o moderado, y más de un tercio está estancado o retrocediendo.
En este escenario, surge una pregunta crucial: ¿qué papel desempeña la agricultura en esta compleja agenda? ¿Cómo el sector agrícola puede responder a la necesidad de un desarrollo económico que también sea ambientalmente sostenible?
Uno de los ODS como, por ejemplo, hambre cero, subraya la importancia de los sectores alimentario y agrícola como soluciones clave para erradicar el hambre y la pobreza. Este objetivo también insta a reducir el desperdicio de alimentos y a apoyar a los agricultores. Sin embargo, la disparidad económica y la crisis alimentaria siguen complicando la situación. Mientras el PIB per cápita crece lentamente en los países más vulnerables, una de cada diez personas en el mundo sigue padeciendo hambre, y en muchos países desarrollados, se pierden y desperdician millones de comidas cada día.
La paradoja es clara: siendo la agricultura vital para alimentar a una creciente población mundial, las inversiones en este sector han disminuido en relación con el PIB anual. En 2022, estudios revelaron que solo el 3% de la financiación pública, destinada a la lucha contra el cambio climático, se asignaba al sector agroalimentario. Falta de inversión, sumada a la fragmentación de las fincas y la baja rentabilidad, están impulsando la migración rural y potenciando los efectos del cambio climático, y alejando el alcance de los ODS.
No obstante, en el marco de la COP 28, 134 gobiernos, incluidos Estados Unidos, Brasil, China, la Unión Europea y varios países en desarrollo, que representan el 70% de la producción mundial de alimentos, 500 millones de agricultores y el 76% de las emisiones del sistema alimentario, se comprometieron por primera vez a integrar la alimentación y la agricultura en sus planes climáticos y aumentar la financiación en estos sectores.
Esta medida es crucial, ya que la producción alimentaria es responsable de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, y, además, los sistemas de producción alimentaria, siendo muy vulnerables a los efectos del cambio climático, requieren en forma urgente un cambio estructural en su gestión si se quiere asegurar la sustentabilidad de los sistemas y cumplir con los ODS.
Se requiere una acción coordinada que aborde tanto las desigualdades económicas como la crisis alimentaria, promoviendo prácticas sostenibles y apoyando a los agricultores locales. Para materializar estos principios, es esencial desarrollar herramientas prácticas que fomenten la sostenibilidad y brinden apoyo a los agricultores locales.
Esto es especialmente crucial en los países en desarrollo, donde la insuficiencia de recursos nacionales para alcanzar los ODS requiere tanto asistencia financiera externa como respaldo en la transferencia de tecnología y desarrollo de capacidades. No basta con hacer las cosas bien; es necesario ser eficiente. La vulnerabilidad de la agricultura a los efectos del cambio climático, enfrenta desafíos crecientes que exigen decisiones basadas en datos concretos. La falta de toma de acciones conducirá a la reducción en la producción y en muchos casos a restricciones en las exportaciones debido a regulaciones climáticas.
Para alcanzar ODS “Hambre Cero”, es crucial transformar la agricultura mediante la adopción de tecnologías innovadoras. La agricultura 4.0, que incorpora inteligencia artificial, automatización, etc, es vital para enfrentar el cambio climático, cumplir con los compromisos de reducción de emisiones en cada país y fortalecer la seguridad alimentaria global. Al integrar estas tecnologías, el sector agrícola puede aumentar la productividad y eficiencia, asegurando al mismo tiempo la sostenibilidad de los recursos.
Este enfoque no solo responde a la necesidad de alimentar a una población en crecimiento, sino que también contribuye a mitigar el impacto ambiental, alineándose con la meta global de una economía baja en carbono y resiliente.
El autor es ingeniero agrónomo, con una maestría en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Fue parte del Servicio de Extensión Rural perteneciente al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Israel, actualmente ocupa el cargo de Director del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional
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