Hoy es una ocasión para valorar el rol vital de quienes trabajan la tierra; es esencial que la sociedad y el Gobierno apoyen a los productores no solo con su reconocimiento, sino con medidas concretas para abordar los desafíos actuales
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Cada 8 de septiembre, la Argentina celebra el Día del Productor Agropecuario, una fecha que nos invita a reconocer el esfuerzo incansable de quienes sostienen el motor de nuestra economía desde el campo. Estos productores, acostumbrados al rigor y a las incertidumbres, no solo alimentan a nuestra nación, sino que también llevan el fruto de su trabajo al resto del mundo, reafirmando su rol esencial en nuestro desarrollo económico y social.
El campo es la piedra angular de la política exportadora de la Argentina. En 2023, casi el 60% de las exportaciones provinieron del sector agroindustrial, es decir, seis de cada diez dólares ingresaron al sistema financiero gracias a esta actividad. Estos datos subrayan la relevancia estratégica del agro para motorizar al resto de la economía argentina y nos posicionan de manera destacada frente a países vecinos como Brasil, Uruguay y Paraguay.
Sin embargo, el sector agropecuario enfrenta desafíos serios que limitan su crecimiento. La elevada participación estatal en la renta agrícola, que alcanza el 54%, incidida fuertemente por una carga impositiva significativa, por los altos costos financieros, y los elevados gastos de logística, termina por reducir la rentabilidad del sector y limita su expansión. Este año, solo en retenciones, el campo aportó entre enero y junio un estimado de US$2660 millones, lo que representa un 160% más que en el mismo período del 2023.
Adicionalmente, la incertidumbre sobre el tipo de cambio futuro y las situaciones conflictivas en los puertos cerealeros (sindicales, altos costos, paros, etc.) agravan la situación. No obstante, los problemas del sector no solo son impositivos o cambiarios. Hace años que la Argentina sufre un déficit en infraestructura y conectividad crítica, siendo un claro ejemplo de ello el estado de la Hidrovía Paraná - Paraguay, aun siendo la vía de salida de más del 80% de las exportaciones del país.
En ese sentido, se requiere con urgencia una licitación internacional para mejorar los servicios de dragado y balizamiento de la Hidrovía, lo que reduciría sensiblemente los costos de flete, optimizaría la eficiencia del sistema y mejoraría la competitividad del sector.
También es fundamental la inversión en los sistemas de transporte ferroviarios y viales, promoviendo la competencia intra-modal y garantizando caminos rurales accesibles. Asimismo, la conectividad rural, incluyendo el acceso a Internet, es clave para maximizar la productividad de manera sustentable y ofrecer nuevas oportunidades de empleo y servicios esenciales a las comunidades productivas.
Otro aspecto crucial es la mejora en la protección de la propiedad intelectual (PI), especialmente en el sector de la soja, donde las pérdidas económicas han superado los 4000 millones de dólares desde 2000. Esta protección es vital para cerrar la brecha de productividad con otros países y garantizar la competitividad de nuestra agroindustria.
Hoy países como Paraguay, y por supuesto Brasil, han recibido las inversiones de las empresas internacionales, en detrimento de la República Argentina por carecer de la regulación en PI, indispensable para incentivar las inversiones y la implantación de las nuevas tecnologías.
En este contexto, AmCham, la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina, apoya la orientación del gobierno argentino hacia una apertura económica global. Sin embargo, es imperativo que esta apertura sea responsable y abarcativa, acompañada de una reforma significativa en los costos fiscales y un plan para desarrollar infraestructuras clave que faciliten el acceso y transporte de la producción agroindustrial hacia los mercados internacionales.
Para mejorar la competitividad y la productividad del sector, los gobiernos deben reconocer los derechos de los obtentores de cultivos y establecer una legislación sólida para la protección de la propiedad intelectual en la industria. Solo con un enfoque integral y bien fundamentado, aseguraremos que el agro argentino continúe siendo el motor de nuestra economía y un actor de referencia en el mercado global.
En conclusión, el Día del Productor Agropecuario es una ocasión para valorar el rol vital de quienes trabajan la tierra. Es esencial que la sociedad y el Gobierno apoyen a los productores no solo con su reconocimiento, sino con medidas concretas para abordar los desafíos actuales. Así podremos garantizar un futuro próspero para el sector agroindustrial y el camino hacia una Argentina viable.
El autor es CEO de AmCham Argentina
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