¿Olvidada? ¿O simplemente se han bajado los brazos frente a un status quo mediocre y bifronte que a algunos puede llegar a conformar?
La ley de semillas vigente es el decreto ley 20.247 firmado por Alejandro Agustín Lanusse, el 30 de marzo de 1973, pocas semanas antes que asuma Héctor J. Cámpora, hace ya casi 50 años. Muchas cosas pasaron desde 1973 a hoy en relación con la dinámica de inversión privada y pública en investigación y desarrollo de semillas. También evolucionaron las técnicas de mejoramiento genético, y desde ya, la irrupción de la biotecnología, tanto transgénesis como edición génica, modificaron para siempre la agricultura moderna.
Hoy vivimos en otro mundo que en 1973. Con otras necesidades para los agricultores y consumidores. Y la ley que fue de gran ayuda en las primeras décadas de sancionada, hoy es extemporánea debido a la nueva realidad. Por lo tanto, postergar su actualización tiene un alto costo para nuestro sistema productivo.
La Argentina no puede darse el lujo de seguir en esta situación. El desarrollo de nuestros cultivos ralentiza su evolución debido la escasa inversión en mejora genética y biotecnológica de semillas autógamas. Las cuales son la base de innumerables cultivos, como, por ejemplo, arroz, trigo, legumbres, forestales, hortalizas, maní, soja, cebada y muchas especies más.
En el caso de dar marco y resguardar propiedad intelectual para quienes quienes invierten, se crearía un nicho atractivo para nuevas empresas, se generaría una dinámica inversora, nuevos empleos, al mismo tiempo que mejoramos en competitividad de nuestras cosechas y producción de forrajes.
Mucho se avanzó durante la administración de Mauricio Macri en referencia a mecanismos de control de uso legal en semillas. El SISA (Sistema Integrado Simplificado Agrícola) fue de gran impacto. Sistema por el cual se hacen las declaraciones juradas de semillas autógamas en conjunto con las declaraciones de AFIP, tanto para área sembrada, como para el cultivar utilizado. La información que arroja el SISA para Inase es invalorable, ya que cuenta con un esquema declarativo como base para realizar un control eficiente por parte del estado.
Al mismo tiempo, se desarrolló el método de análisis de material genético en laboratorio que permite al Inase detectar germoplasma, y de esa manera controlar y muestrear tanto semilla, grano o material vegetal.
Cuando se estuvo cerca de una nueva ley
Durante 2018 y 2019, mucho trabajó la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados de la Nación por un dictamen de ley. Un dictamen que se logró, y que tuvo en cuenta las necesidades de la industria y la producción, dando a su vez instrumentos de control a través del Inase para verificar que la ley, una vez vigente, tuviese el Estado las herramientas suficientes para hacerla cumplir.
Pero lamentablemente, este dictamen no contó con los votos suficientes de los legisladores como para ser promulgado como ley. Tampoco hubo propuestas alternativas que tuviesen el grado de consenso al que si llegó el dictamen de Comisión. Nunca se estuvo tan cerca de la nueva ley como en 2019. Pero esa oportunidad de modificar el marco vigente desde 1973 se desperdició.
El hecho que no se haya modificado la ley deja huérfana a la inmensa mayoría de cultivos de semillas autógamas como las que anteriormente mencioné. Hoy solo existe un sistema de control del uso propio a través del sistema “Bolsatech”, pero este sistema funciona para un solo evento biotecnológico, y de un solo cultivo (soja), todo el resto del universo de autógamas queda afuera.
Este sistema pareciera no ser muy atractivo como para replicarlo, ya que, a pesar de haberse aprobado varios nuevos eventos en soja y algodón en los últimos años, esas nuevas semillas no se comercializan en el mercado argentino, por considerar las empresas de no contar con un sistema de control eficiente y accesible que proteja la propiedad intelectual.
Dicho sea de paso, desde 2018-2019 se aprobaron 18 eventos desde papa, algodón, soja, alfalfa, cártamo y maíz. Y durante el 2020 se aprobó uno solo, el controvertido evento de trigo transgénico que recibió la luz roja de advertencia de parte de toda la cadena triguera, debido al enorme riesgo comercial que implicaría liberar el evento en nuestro país.
La solución con el enfoque universal para beneficiar a todas las autógamas sigue yendo por el lado de modificar la ley de semillas y no por arreglos parciales para situaciones particulares dejando al resto desprotegido.
Con los métodos de control vigentes, y las tecnologías que se van desarrollando tanto de detección de germoplasma, como de control de declaraciones juradas y cruzamiento de datos, se cuenta con herramientas que le darían un marco de control a la nueva ley.
Hoy existe una suerte de mediocre y gris Pax Romana, donde parte de la producción, la industria semillera, el mismo el Estado nacional y las provincias productoras parecen sentirse cómodos, o quizás resignados con el estado actual, que contempla la coexistencia de dos realidades paralelas y asimétricas.
Seguramente muchos dirán que no es este el mejor momento para discutir el tema, y que hay otras urgencias, lo cual es cierto. ¿Pero podemos darnos el lujo de seguir postergándolo indefinidamente?
El autor es productor y exjefe de Gabinete del Ministerio de Agricultura de la Nación
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