Parece mentira que en la Argentina pasen tantas cosas raras, en forma abrupta, en poco tiempo, rápidamente, a los ojos de todos, y que siempre, siempre, perjudican a todos al final.
Esta semana fue así: varios temas distintos y con esas consecuencias. Y venimos así hace rato. Todos los análisis apurados, sin profundidad, ni consenso, solo para cumplir en la tribuna, porque llega fin de año y hay que mostrar "algún logro" porque no hay nada bueno para mostrar.
Y llegó el turno del maíz también, porque el agro no podía estar ausente…La frutilla del postre en materia productiva. El gobierno cerró las exportaciones de maíz (salvo el maíz pisingallo) hasta el 1° de marzo -¿será así?- sin ninguna explicación ni consenso con nadie de las distintas cadenas, entidades, asociaciones, y menos aún con el consenso de los productores, como siempre, el primer eslabón de la cadena agroindustrial que nuevamente es perjudicado.
¿Qué se busca? Podemos pensar algunas cosas: 1) que se quiere cumplir con lo que días pasados se dijo en La Plata en un acto del Gobierno, donde se habló que el "costo de los alimentos debe estar alineado con los salarios de los argentinos, 2) que se quiere pensar (fórmula que nunca tuvo éxito y es una falacia por donde se la analice) que hay que "cuidar la mesa de los argentinos" cerrando exportaciones, 3) que cortando las exportaciones se va a controlar el precio interno, pensando que los productores van a vender su maíz a precios diferentes a lo que el mercado va marcando.
Tengo dos noticias para el Gobierno (como diría el chiste), pero en este caso las dos son malas: 1) con esta acción -que en rigor de verdad y con lo que se viene mostrando durante todo este tiempo no sé si serán las únicas- nada bueno va a pasar; se cortan las exportaciones de maíz, seguramente tendrá efecto sobre la ganadería (se van a vender animales por efecto "maíz", se van a resentir las exportaciones de carne, y en el mediano plazo, puede aumentar el precio final de la carne en el mercado interno también 2) con esta acción se está dando otra vez un mal mensaje al mercado interno y externo y finalmente a todo el sector agroindustrial en general.
¿Podemos darnos el lujo de resentir posibles exportaciones de la cadena maicera (y de toda la cadena agroindustrial en general) que podrían rondar alrededor de US$10.000 millones por año?
¿Podemos decir "alegremente" a la sociedad que es "malo" un precio FOB de casi US$250 la tonelada?
¿Por todos lados escuchamos decir que se deben aumentar las exportaciones de alimentos, que el país necesita "que entren dólares genuinos" -y más en este momento-, y el Gobierno toma este tipo de medidas?
¿Qué se busca? ¿Volver a los ROEs? ¿Volver a ponerle el freno de mano a la producción que -otra vez con esto y parece mentira- lo único que necesita son reglas claras, certidumbre, seguridad jurídica, apertura de mercados, financiamiento adecuado, darle herramientas para poder realizar inversiones, etc.?
Cuando se cierran los mercados se logran los efectos contrarios a lo que se quieren, se corta la confianza, se baja el área sembrada, se perjudica toda la cadena, y por ende toda la agroindustria y la sociedad en general. Es lamentable volver con éstas recetas que nunca, nunca tuvieron éxito no solamente en la Argentina, sino en ningún país del mundo.
No quiero pensar que hay temas ideológicos atrás de estas decisiones o acciones. Parecería que existe siempre la tendencia de construir un país inviable. ¿Pero saben qué? Miles de argentinos, entre los cuáles me incluyo, no creemos eso. Y hay formas de hacer las cosas mejor, diferentes, pensando en desarrollo, crecimiento, apertura al mundo, innovando, buscando tener cada vez más tecnología, más conocimiento, más servicios y empleos de calidad.
Se puede hacer eso e ir por ahí. Creo firmemente en el esfuerzo, en el premio al mérito, en que la educación es la madre del progreso, y en los valores. Las restricciones no sirven, y menos aún si se hacen sin consultar, consensuar ni se explican el porqué. Las políticas públicas, deben ser consensuadas, sino son actos de autoridad. No sirven, no conducen, no corrigen. La producción es virtuosa, si la dejan hacer y le dan herramientas. ¿Queremos eso? Entonces los ejemplos como lo del maíz, no sirven. Ojalá no los repliquen. Se está a tiempo aún.
El autor es director general de Confiagro y exministro de Agroindustria de la provincia de Buenos Aires (2015-2019)
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