Entre los distintos argumentos que se le atribuyen de la personalidad de los argentinos está el de decir: "Como buen argentino, se paró y habló como si supiera". Lamentablemente es lo expuesto por el Sr. Arturo Vierheller en su nota de opinión del sábado 30 de enero en LA NACION, donde manifiesta una intencionalidad contra la industria avícola, basada en el desconocimiento de los hechos y del sector.
La industria avícola en ningún momento pidió protección, ni ninguna de las otras producciones intensivas como porcinos, huevos, feedlot. Sí, el pollo está dentro del programa de precios máximos y lo hemos respetado desde el 6 de marzo de 2020. No obstante, informamos que se hacía imposible seguir por los aumentos internacionales del precio del maíz y de la soja, por lo que pedimos una revisión inmediata de los mismos manteniendo de nuestra parte el normal flujo de abastecimiento. El maíz entre julio y diciembre aumentó el 79,60% y la soja el 70,48%. El pollo recibió un aumento del 10,5%.
A este problema se le sumó la falta de oferta disponible, cuya razón principal es una combinación de precios internacionales en suba, expectativa de devaluación del peso y falta de más elementos que le permitan a quien vende preservar el valor de su capital.
No obstante, el Consejo Agroindustrial Argentino, creando las mesas de maíz y trigo, posibilitó tratar el tema, maíz que se descomprimió principalmente por el aporte del movimiento cooperativo.
Para que Arturo, si opina sobre la industria avícola, lo haga sabiendo algo, le comento: tenemos una historia de 60 años en el país de la carne, terminamos 2020 con una faena diaria de 3,4 millones de pollos, 895 millones por todo el año, 2.400.000 toneladas de pollo eviscerado, 240.000 de exportaciones, 48,5 kg de consumo por habitante/año en nuestro país, generamos trabajo para 75.000 personas, trasladamos materias primas, huevos fértiles, pollitos, alimentos y pollos desde Jujuy a Tierra del Fuego.
Cómo puede decir que copiamos los precios de la carne, cuando el kg de pollo está a $150 y el asado a $450, el lomo a $750 y la suprema a $300.
Nuestras empresas, grandes, medianas y chicas son familiares y los dueños están al frente de ellas. Es necesario que adopten coberturas de compras futuras y en eso se está trabajando en la mesa del maíz. La reconozco como una asignatura pendiente.
Pero llamemos a las cosas por su nombre. La industria avícola es en la mesa de las carnes una de sus patas principales y es una industria seria, responsable y de gente de trabajo.
El autor es presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas
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