El rumbo conduce hacia la necesidad de intensificar las rotaciones de forma sustentable, con rotaciones, ocupando el suelo con cultivos de servicio entre cultivos de cosecha, sumando verdeos y pasturas con sistemas mixtos, apuntando a mantener y/o mejorar la calidad de los suelos y del ambiente, con mayor captura de carbono
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Vivimos en una constante disyuntiva entre si estamos haciendo lo correcto o nos estamos equivocando. Así podría describirse la vida de cualquier persona, así puede describirse el día a día de un productor agropecuario, o de un ingeniero agrónomo.
Más allá de lo irrisorio de la pregunta de si esto es bueno o malo, yo estoy convencido de que es bueno, ya que la forma de vivir en una mejora continua es cuestionando lo que sabemos, aprendiendo en cada ocasión. Esto no es quedarse inmóvil o volver al pasado.
Es construir una trayectoria sustentable, un camino de mejora continua que vamos creando de forma colaborativa con colegas, productores, investigadores, vecinos e instituciones públicas y privadas y transitando a veces con más certezas, a veces con más dudas.
En este camino, y realizando un grotesco reduccionismo, se comenzó a seleccionar las plantas de mejor grano cuando se inició la agricultura, luego a labrar la tierra para que las plantas crecieran mejor y sin competencia de malezas, después se adoptó la siembra directa para solucionar la degradación de los suelos que estábamos generando con la labranza convencional (oxidación y pérdida de materia orgánica, erosión hídrica y eólica del suelo, alto uso de combustibles para realizar las labores).
Con cada sistema que vamos adoptando, cada cambio que realizamos en estos, empezamos una nueva etapa en la cual vamos descubriendo cuales son los puntos críticos a mejorar y cuales los beneficios a reforzar.
Venimos de alcanzar un sistema de máxima simplificación que fracasó y nos hizo recordar que la agronomía trata de convivir con la naturaleza y gestionar biología, de forma directa en los cultivos o de forma indirecta en el suelo y el ambiente.
En los últimos años, y a pesar de la altísima presión impositiva que compartimos con el resto de los argentinos, se ha logrado un nivel altísimo de adopción de tecnologías que en general aumentan la producción (biotecnología en semillas, maquinaria más eficiente, fertilizantes, fitosanitarios defensivos), que nos brindan más comodidad o simplicidad de trabajo (banderilleros satelitales, pilotos automáticos, monitores de siembra, monitores de rendimiento, sensores, imágenes satelitales, entre otros), y algunos que están en plena curva de adopción que nos ayudan a ser más eficientes en el uso de insumos y en poder usar menos insumos por unidad de producto, a poner la cantidad de insumo necesaria en el lugar adecuado (dosis variable de semillas y de fertilizantes, aplicaciones dirigidas, otras).
Los principales desafíos técnicos de la agricultura actual en la Argentina son el alto uso de herbicidas para controlar las malezas sin laborear la tierra y el bajo uso de fertilizantes para reponer los nutrientes que exportamos con la producción (aunque esto tiene una ventaja que es el bajo riesgo de contaminación por un alto uso de fertilizantes que sucede en otras partes del mundo).
Tenemos que mejorar los diagnósticos mediante muestreos y monitoreo profesional, mejorando la eficiencia del uso de insumos (en particular de herbicidas y fertilizantes), eligiendo los de menor impacto ambiental, el momento correcto y poniendo la cantidad justa en el sitio adecuado con aplicaciones variables y dirigidas.
Todos los caminos conducen a la necesidad de intensificar las rotaciones de forma sustentable, con rotaciones, ocupando el suelo con cultivos de servicio entre cultivos de cosecha, sumando verdeos y pasturas con sistemas mixtos, apuntando a mantener y/o mejorar la calidad de los suelos y del ambiente, con mayor captura de carbono.
La producción agropecuaria en la Argentina no está en falta, está en proceso de aprendizaje y de mejora continua y el primer paso para hacernos cargo es aceptarlo y comprender que la trayectoria sustentable la construimos entre todos. Estamos en el camino correcto, a seguir trabajando.
El autor es asesor de Agroestudio y Viento Sur SRL
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