La revitalización puede ocurrir mediante reformas legislativas adecuadas que devuelvan al país a su posición como un líder agrícola mundial
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El campo argentino, históricamente el motor de la economía nacional, fue una vez el catalizador que posicionó a la Argentina como una de las grandes potencias agrícolas mundiales. Sin embargo, hoy se enfrenta a desafíos significativos que merman su capacidad productiva y competitiva. La clave para su revitalización podría estar en la reforma de una legislación que no ha evolucionado al ritmo de las innovaciones tecnológicas y las inversiones del sector.
En las primeras décadas del siglo XX el campo contribuyó significativamente al PBI de Argentina, posicionando al país como un gigante en la exportación de productos como trigo y carne. Este auge agrícola situó a la Argentina entre las economías más destacadas globalmente.
Sin embargo, hoy el sector se ve asfixiado por un marco regulatorio que no acompaña el progreso tecnológico ni las necesidades del mercado global actual. Los principales obstáculos son:
- Regulaciones y retenciones: Altas cargas impositivas y retenciones a las exportaciones limitan la competitividad internacional.
- Costos de logística: Una infraestructura ineficiente eleva los costos operativos, reduciendo los márgenes de beneficio.
- Legislación laboral obsoleta: La ley de contrato de trabajo agrario no refleja las realidades actuales del sector, especialmente en términos de avances tecnológicos y métodos de trabajo modernos.
La situación y contexto actual exigen una revisión profunda de la Ley de Contrato de Trabajo Agrario. Esta ley debe ser modernizada para reflejar las realidades del sector hoy en día, ofreciendo mayor flexibilidad laboral, incentivos para la innovación, y reducciones en las cargas tributarias. Una nueva legislación debe procurar:
- Flexibilidad laboral: Adaptarse a las estacionalidades y particularidades del trabajo agrario, permitiendo contratos más flexibles que beneficien tanto a empleadores como a empleados.
- Incentivos para la innovación: Promover la adopción de tecnología y métodos de producción avanzados, que pueden significar una mayor productividad y sustentabilidad.
- Estímulo a la inversión: Reducir las cargas impositivas sobre la actividad agrícola para incentivar la inversión, tanto local como extranjera, en el sector.
- Previsibilidad en los costos de actualización de créditos laborales: Una tasa de interés que ajuste, de manera proporcional y razonable, los créditos litigiosos.
- Fondo de cese: Un mecanismo que garantice a los trabajadores una indemnización adecuada al finalizar su relación laboral.
Los beneficios potenciales de la reforma sería un aumento de la producción. Al reducir los costos y mejorar la eficiencia, Argentina podría aumentar su producción agrícola y recuperar su posición como despensa del mundo. Además, la generación de empleo: un campo revitalizado sería una fuente robusta de empleo, no solo directamente en el sector agrícola, sino también en industrias conexas como la logística, la tecnología y los servicios. Con más oportunidades laborales en el interior del país, se podría mitigar el problema de la desocupación, especialmente en las zonas rurales.
Datos y estadísticas: comparativa histórica y actual
- PBI: Del 20% en 1920 al 6-7% actual.
- Empleo: Del 20% de la fuerza laboral en 1920 al 5% actual.
- Exportaciones e impuestos: Retenciones de hasta el 33% en productos clave como la soja, limitando la competitividad.
Adoptando un modelo similar al de países con sectores agrícolas exitosos, como Estados Unidos y Alemania, y considerando ejemplos como el Trade en España, la Argentina podría proporcionar un marco que proteja a los trabajadores a la vez que promueva la eficiencia y la competitividad. Por ello, necesitamos una reforma de modernización legislativa que integre tecnología, adaptando la legislación para incorporar tecnologías avanzadas. A esto, también que se fomente la sostenibilidad, incentivando prácticas que protejan el medio ambiente, y se mejore la competitividad, reduciendo barreras impositivas y burocráticas. Por otra parte, que se incluya un fondo de cese que asegure a los trabajadores una compensación justa al finalizar su empleo.
Para ejecutarlo es importante el desarrollo de centros de innovación en colaboración con entidades educativas y el sector privado que potenciará la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías y prácticas agrícolas. Esto significaría un impacto económico y social, ya que las reformas aumentarían la producción y tendrían un impacto positivo en la economía rural, mejorando la vida en las comunidades agrícolas y estimulando la economía nacional. Es vital establecer un marco regulatorio y político que fomente un ambiente de trabajo justo y seguro, alineando a la Argentina con las mejores prácticas globales.
En conclusión, modernizar la legislación del campo es crucial para revitalizar este sector y restablecer a la Argentina como un líder agrícola mundial. Esto beneficiará a toda la economía y contribuirá a un desarrollo sostenible y próspero.
El autor es abogado, especialista en derecho del trabajo, asesor de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y consultor corporativo y asesor de cámaras empresariales. Diplomado en Dirección Empresarial, Columbia University. Profesor de Derecho del Trabajo y Seguridad Social
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