La producción de cultivos de grano en Argentina tiene lugar en un sistema biológico, ambiental, complejo e integrado y que tiene por base al suelo sobre el cual crecen las plantas. Para mantener este suelo vivo y con la capacidad que necesitamos para ser un país que produce agroalimentos, es necesaria la fertilización de los cultivos, no de forma indiscriminada sino de forma precisa y eficaz.
Las buenas prácticas destacan el Manejo Responsable de Nutrientes (MRN), que se basa en definir correctamente la fuente, la dosis, el lugar y el momento de aplicación de un fertilizante. Para trabajar sobre esto, es necesario el muestreo y análisis de los suelos que se siembran.
Según datos del último Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (ReTAA) de la Bolsa de Cereales, un 13% de los productores agrícolas realizaron muestreo de suelos en la campaña 2016/17; es un valor bajo, aunque algo mayor al 10% de 2014/15. Sin embargo, esto es muy variable según cultivo, y asimismo según la región bajo estudio.
En los cereales la práctica de muestreo es mayor, con el 39% de los productores en cebada, el 22% en trigo y el 17% en maíz, uno de los cultivos más tecnológicos de nuestro país. Las oleaginosas van de la mano: tanto en soja como en girasol, el 9% de los productores realizó muestreo de suelos en la campaña 2016/17.
El enfoque por regiones muestra la variabilidad que existe entre productores de un mismo cultivo y el uso que hacen de esta tecnología de proceso.
El muestreo y la fertilización son claves para mantener la capacidad productiva de nuestros suelos, para así pensar realmente en sistemas sustentables y de mejora continua en nuestro país.
El autor integra el departamento de Investigación y Prospectiva de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires
Juan Brihet
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