Entre otras regiones, en el sudeste cordobés se recargaron los perfiles y mejoró la estructura de costos, lo que puede incentivar la siembra; el problema del maíz con la chicharrita, otro elemento que puede ser clave
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Se viene mayo y en la zona núcleo estamos a días de empezar la siembra de fina. Y, a pesar de venir de una campaña restringida en cuanto a lluvias, logramos obtener desde mediados de abril en adelante una interesante recarga del perfil en el sudeste de Córdoba, con precipitaciones que rondaron entre los 150 y 200 milímetros dependiendo de las zonas.
Este nuevo escenario productivo renueva las alicaídas pretensiones de encarar trigo en la región por parte de los productores. A su vez, el impacto en las proyecciones de los márgenes también se ve favorecido por la caída en el precio de los fertilizantes, principalmente los nitrogenados, donde la urea ya oscila los US$500 la tonelada.
Otro factor decisorio que podría inclinar un poco la balanza hacia el trigo en la asignación de superficie por parte de los productores es la incertidumbre de lo que puede pasar con el achaparramiento en maíz.
Gran parte de la superficie que ganó el maíz en los últimos 20 años es en ambientes restrictivos, donde el atraso de fecha de siembra logró imponer el cultivo por su estabilidad. También sabemos que una de las mejores maneras de encarar ambientes inferiores es en el invierno donde la demanda atmosférica es menor y el trigo, cebada, centeno, logran cumplir una mejor performance en esos ambientes donde no sabemos siquiera si esa agua hoy almacenada llega disponible a la primavera.
Perfiles
Entonces, si a la importante recarga del perfil que tuvimos le agregamos los condimentos antes planteados de una mejora en la estructura de costos, más la posibilidad que se abre debido al problema sanitario de maíz, hoy se nos plantea un panorama bastante diferente al de tres semanas atrás.
Si a estos factores le sumamos, además, la sensible mejora del precio del trigo a cosecha, veremos que los números planteados hace poco tiempo se modificaron notoriamente. Transformándose su indiferencia de costos para un trigo de la zona en aproximadamente 32 quintales por hectárea en campo propio y casi 43 quintales en campos donde el alquiler alcance los 18 quintales de soja de alquiler (asignándole el 40% del arrendamiento al trigo y el 60% a la soja de segunda).
Si bien el rendimiento necesario para estar sobre los costos no es tan sencillo en la región, es bastante mejor que el que ofrecía hace tan solo tres semanas donde necesitábamos casi 9 quintales por hectárea mas para salir hechos.
El autor es asesor de productores en el sudeste cordobés
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