En el marco de un aceleramiento progresivo de la globalización, la Argentina ocupa un lugar de privilegio en cuanto a fuente de atracción de inversión extranjera directa. La aceleración de la globalización de la economía mundial trajo como consecuencia la crisis financiera asiática, cuyo principal perjudicado fue Japón.
La inmensa fuga de capitales del sudeste asiático hacia las crecientes economías americana y europea pone de manifiesto un rasgo en particular: el aumento de la competitividad. Esta característica diferenciadora coloca a la Argentina en un lugar de privilegio, ya que su producción agroalimentaria le da fuerza y vigor en términos de una economía mundial abierta y exigente. Este rubro configura su carta estratégica, necesaria para lograr una participación relevante.
Lo que está en juego en este momento aquí, dentro del contexto de esta crisis internacional de aceleración de la globalización, es la fortaleza institucional del país en el plano fiscal y monetario. La evasión impositiva dificulta el aumento de recursos para el desarrollo de la infraestructura y de la aceleración del cambio tecnológico y económico.
El vuelco de capitales del mundo entero a las Estados Unidos, sobre todo a los títulos del Tesoro a 30 años, determina que el sector fundamental que decide la suerte de la globalización es la inversión extranjera norteamericana.
Actualmente, el 45% de la inversión extranjera directa en la Argentina es norteamericana, y el país del mundo que recibe más de esos capitales es Brasil, nuestro socio-aliado en el Mercosur.
De modo tal que el Mercosur ya se ha convertido, junto con México, en la principal atracción de inversión extranjera directa norteamericana, en un plano similar al de Europa.
Un ejemplo de las crecientes posibilidades argentinas de convertirse en uno de los principales exportadores agroalimentarios es que China es el quinto comprador de nuestro país. Pocos años atrás no aparecía siquiera dentro de las estadísticas. La OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico), al igual que el Banco Mundial, prevén que las importaciones de China, con 1250 millones de habitantes, van a crecer unos 400.000 millones de dólares. Esto significa que las exportaciones argentinas agroalimentarias a China pueden aumentar un 40% o más.
En recursos naturales y avances en biotecnología, la Argentina cuenta con importantes ventajas competitivas. Inserta en esta nueva sociedad del conocimiento, requiere políticas activas que no descansen en la gestión tecnoburocrática sino en la sociedad, en la cultura, en la imaginación y en el pensamiento.
Dar prioridad la producción
Lo que se trata de saber es cómo la especialización productiva en la cadena agroalimentaria -que abarca desde la producción primaria hasta lo más avanzado de la biotecnología- es apropiada por la Argentina y cómo logra aumentar el rendimiento de la producción de granos y alcanzar un nuevo premio Nobel, esta vez en biotecnología como antes tuvo tres en bioquímica.
El instrumento de inserción de la Argentina en lo más avanzado de la economía mundial es su prioridad estratégica: la producción de alimentos. Se trata de saber cómo, de qué manera y en qué condiciones los extraordinarios logros de estos años en materia agroalimentaria se transformarán en la fuente y la base de una diversificación industrial que abarque los sectores de más alta tecnología de todo el país.
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