Adolfo Franke, productor de cerdos y vicepresidente de la Federación Porcina, detalló los inconvenientes que tiene la actividad con la rentabilidad porque el “consumo industrial está muy planchado”
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Con rentabilidades negativas, el escenario que atraviesa el sector porcino es bien complejo; solo aquel productor más que eficiente puede estar con una utilidad nula; pero la realidad es que “todos están perdiendo plata”. Lo más grave es que no visualizan en el mediano plazo que esa situación se revierta. Ese fue el panorama que brindó Adolfo Franke, productor de cerdos y vicepresidente de la Federación Porcina, que nuclea a alrededor de 1000 criadores.
“Siempre puede haber meses en los que la rentabilidad cae y después repunta, pero en este caso desde enero, febrero y marzo venimos bajando precios y perdiendo rentabilidad. No vemos un horizonte hacia adelante”, dijo a LA NACION.
“Tenemos muchísimo potencial. En esta coyuntura, donde el consumidor pese a que está con los bolsillos muy flacos elige la carne de cerdo porque realmente está bastante barata en el mostrador, la industria no está demandando nuestro producto”, añadió.
Y ahí está el inconveniente mayor: alrededor del 40% es consumo industrial y “ese está muy planchado”.
Según Franke, el consumo de chacinados bajó, por lo que la industria está utilizando sus stocks y ya no compra como antes. Y, si bien la demanda de los cortes carniceros que van al mostrador hoy es importante porque es una opción económica y de mucha calidad, lo que cuesta introducir en la góndola todavía, para no estar dependiendo de la industria, es la pulpa (jamón y la paleta).
“La realidad es que quien marca el precio es la industria. La gente va al mostrador y compra carne en fresco, pero dejó de consumir fiambres y jamones y hay una menor demanda. Sumado a que hay una amenaza latente de importación no solo de carne fresca, sino también de fiambres. No está ocurriendo en este momento porque en realidad hay una sobreoferta. No es nuestro problema ahora, pero puede ser una amenaza cuando los precios se corrijan un poco. Con estos precios somos mucho más baratos que Brasil, pero nos vamos a fundir todos”, enfatizó.
En detalle, dijo que con los $1000 que les están pagando el kilo de capón “no es sustentable la actividad”.
“No es como otras actividades como la avícola que de golpe pueden dejar de engordar pollos. Tenemos otros procesos muchos más largos para salir. Igualmente con este panorama, pequeños y medianos productores, efectivamente, ya están saliendo de la actividad. Solo aguantan aquellos que, además de esta producción, hacen granos e integran la actividad con el agregado de valor y, de alguna manera, malvenden su producción para aguantar al criadero”, detalló.
Cada instalación de cerda productiva madre cuesta unos US$6000; por ejemplo, un criadero chico de 500 cerdas productivas representan US$3 millones: “Hay mucha inversión puesta y mucha gente trabajando”. Por año, en la Argentina se producen unas 750.000 toneladas de carne. Si bien se habla de que existen 4500 productores, la asociación tiene una estimación mucho menor de solo 1000 quienes producen alrededor del 85% del total.
Al margen del consumo, el sector tiene otros temas que lo preocupa. Uno de ellos es un protocolo de subproductos (cabeza, patas y menudencias) para China que se trabajó hace años y que en la Argentina estas materias primas carecen de valor económico.
“El mercado chino los demanda. En noviembre pasado se estaba a la firma de ese protocolo de exportación, pero está trabado porque el gobierno chino no firma el protocolo. Cuando se firmó el protocolo de exportación de carne de cerdo porcina a ese país, los chinos dijeron solo los cortes centrales, pero los subproductos quedaron pendientes. Si en vez de a África a US$500, los exportamos a China a US$1200, mejoraría la rentabilidad del sector y podemos ser competitivos”, contó.
Por otra parte, los insumos tampoco es una cuestión menor en los números de la actividad, estos generan sobrecostos que sumado al Impuesto PAIS son adicionales: bajan la competitividad con otros países como Brasil que no los tienen.
“Si uno va sumando, vamos perdiendo cada vez más competitividad, porque si bien nuestro precio es más bajo que Brasil, nuestro costo de producir es más alto. Sin olvidar las retenciones el 5% que tiene la carne de cerdo, donde si exportáramos, ese porcentaje sería el número entre perder plata y salir al menos hechos. Ese 5% no es poco para nosotros. Además de los saldos técnicos de IVA que son muy perjudiciales para la inversión. No queremos subsidios, pero necesitamos que el Gobierno nos saque la pata de las retenciones, el Impuesto PAIS y el IVA”, dijo.
Al sur de Santa Fe, entre Teodelina y Alberdi (Buenos Aires) desde 2008 Franke tiene su criadero porcino. En ese tiempo, en el campo familiar vio la oportunidad de aumentar el giro de la empresa y agregar valor a la producción de granos. Hoy, con 24 trabajadores, tiene 850 cerdas y su propia planta de alimentos. Allí produce por año unos 3900 kilos por cerda productiva.
“Es una linda y atractiva escala pero la actividad tiene estos golpes que uno tiene que estar muy ordenado para aguantar. Debería haber muchos más de estos criaderos para dar trabajo en los pueblos del interior. Entendemos esta situación de crisis, pero la estamos pasando mal, peludeando. Creemos que hay un futuro pero lo queremos ver rápido. Porque la realidad es que el aumento del consumo de cerdo es una manera cara de producir para nosotros. Tenemos muchos frentes abiertos”, cerró.
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