Según un informe de la consultora AZ-Group, ocurre por las retenciones y la brecha cambiaria y plantea una fuerte disparidad con los países vecinos
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CÓRDOBA.- Un seguimiento de los precios de la Bolsa de Chicago de las últimas semanas muestra que el precio internacional de la soja, el maíz y el trigo registró subas como consecuencia del clima en Estados Unidos y por la continuidad de la guerra entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, ese incremento no se está trasladando al mercado local por las retenciones y medidas de intervención que instrumenta el Gobierno. “Nos separamos mucho de la volatilidad internacional, sumado a la brecha que hay en el precio capturado por el productor”, definen desde la consultora AZ.
Un productor argentino de soja recibe en dólares el 37% del precio internacional, US$189 MEP la tonelada; uno de maíz el 43%, US$103 MEP por tonelada, y uno de trigo, US$158 MEP la tonelada, lo que equivale al 68% del precio internacional.
Lorena D’Angelo, analista de AZ Group, subraya que el valor que recibe un productor argentino está “muy por debajo” del internacional: “No solo porque están los derechos de exportación. Lo que recibe en pesos no se lo divide por el dólar oficial sino por el del dólar billete que debería recibir, por eso el MEP. Entonces la brecha es mayor a la que se obtiene calculando solo retenciones”.
Por caso, la soja debería estar cotizando en torno del 35% debajo del precio internacional y se encuentra 62% por debajo. Si bien la brecha entre el dólar oficial y el MEP es del 93%, cuando se compara el precio de la soja en dólares oficiales y en dólares MEP todo cotiza 51,6% debajo por esa brecha cambiaria. Pasa no solo con la oleaginosa sino con los otros granos, explica D’Angelo.
Brecha
“La brecha es aun mayor cuando se compara lo que recibe un productor argentino de soja con uno brasilero, que obtiene US$460, y uno estadounidense, US$505 -agrega D’Angelo-. Eso hay que compararlo contra los US$189 que sería la referencia en MEP o US$367 si fuera el oficial. Es decir, la brecha no solo representa el derecho de exportación y los demás gastos, sino la cambiaria”.
David Miazzo, economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada), ratifica el análisis con que son dos los porqués se da esa brecha: uno, claramente, son los derechos de exportación y el otro, la brecha cambiaria. “Con una brecha cambiaria cercana al 100% el precio que recibe le alcanza para comprar la mitad de dólares billetes”, ratifica.
En el caso del trigo, repasa que la menor diferencia con el precio internacional se explica por la menor oferta por la sequía, “con lo que los productores locales se pueden defender un poco mejor y no estar en el 44% que sería sin ese factor”.
“Que un productor argentino reciba entre un tercio y la mitad que uno paraguayo, uruguayo o brasileño no es gratis -dice Miazzo-. La consecuencia directa es un menor incentivo a producir, menor rentabilidad implica menor interés en producir, se invierte menos en tecnología, menos en fertilizantes, algunas superficies no son rentables y no se siembran; hay menos rentabilidad para riego que podría expandir la superficie”.
Insiste en que “más producción es más empleo”, concepto que va en línea con la presentación que hizo Fada en el Congreso hace unos días, donde planteó “retenciones cero, cero restricciones, un dólar rentable y reglas de juego claras”.
“Con estas políticas se podrían producir US$30.000 millones al año y exportar y generar medio millón de puestos de trabajo -enfatiza-. Si en la Argentina la producción hubiera crecido al mismo ritmo que Brasil en los últimos 20 años, hoy sería 66% más. El año pasado, de sequía, hubieran entrado US$36.000 millones. Hoy no habría muchas de las discusiones que se están dando”.
Para la entidad, las retenciones podrían eliminarse con la implementación de un “certificado para el pago de impuestos”.
Miazzo, explicó: “De manera progresiva, en cuatro años, parte de los ingresos por retenciones seguirían entrando al Estado y el que los paga podría contar con un instrumento que le permita utilizarlo para pagar impuestos en el futuro. Se amortigua el impacto fiscal y permite sacarle frenos al crecimiento”.
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