Andrea Passerini, coordinadora de la Comisión de Lechería de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), alertó que la decisión del ministro de Economía de impulsar un incentivo para la venta de soja provocará una suba en el costo de la alimentación animal
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“A los tambos directamente nos tiran por el barranco”. Con esa frase, la productora Andrea Passerini, coordinadora de la Comisión de Lechería de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), expresó su indignación por el impacto que tendrán en el sector los anuncios de ayer del ministro de Economía, Sergio Massa. La industria podrá pagarle a los productores el 25% de la soja con un tipo de cambio al Contado Con Liquidación (CCL), mientras el 75% restante será al valor oficial. Como resultado de esto, el valor por tonelada de la oleaginosa rondará entre los 125.000 pesos y hasta 150.000 pesos. Para los tamberos, esto les pega fuerte en el costo de los insumos del sector, a tal punto que estiman que se incrementarán entre un 15% a 25% en dólares en el caso de alimentos y de un 20% a 25% en pesos los alquileres.
“Nos están llevando a los tambos a una situación límite, a las puertas de una primavera negra porque el precio la leche a nivel internacional está bajísimo, el consumo en caída por el deterioro de la situación económica de los consumidores, mientras gran parte de los establecimientos seguimos en sequía y no tenemos capital de trabajo disponible para financiar la compra de maíz, rollos, balanceados concentrados y subproductos”, se lamentó Passerini. En este sentido, explicó que actualmente, por la falta de pasturas, los costos de alimentación rondan un 50% del presupuesto.
“Es un golpe nuevo a nuestros costos que no paran de aumentar desde el dólar soja uno, que fue hace un año. Cualquier modificación en el precio del maíz, de la soja, y de todos sus derivados nos impacta de forma directa en el costo de alimentación”, indicó.
La productora señaló que en su tambo La Arboleda solo dispone de aproximadamente un tercio de la cantidad habitual de raigrás y cebada, sus principales recursos de pastoreo durante el invierno. “Esta escasez me llevó a la necesidad de implementar un turno de encierre, en el cual las vacas se alimentan solamente de silo de maíz, harina y cáscara de soja. Es decir, todos subproductos dolarizados que tengo que salir a comprar”, dijo.
Passerini recordó que en el sector ya sufrieron los efectos de las versiones del dólar soja uno, dos y tres, y el dólar maíz, además del impuesto a la importación que también impacta en el precio de los insumos. También la devaluación pos PASO. “Por eso es parte de una seguidilla de medidas que, en virtud del concepto general que la vaca come dólares y le ordeñamos pesos, nos están reventando con suba de costos tras suba de costos”, agregó.
En este contexto, según indicó, en un contexto de inflación superior al 6% mensual, el último aumento a los tamberos fue de 4,4% en julio pasado. “La leche no se puede estoquear en el campo. El ordeñe no puede parar nunca. Las vacas comen todos los días alimento valuado en dólares Los empleados no se pueden suspender. La industria nos empieza a pagar a partir de 40 días de leche entregados y nos fija el precio”, señaló.
Por otro lado, se quejó porque no se incluyó a los lácteos en la baja de las retenciones al 0% como sí se hizo con otras economías regionales, como el vino, mosto, arroz, tabaco, forestal, cáscara de citrus, entre otras actividades. Esto en un contexto en que el precio de la leche en polvo, que tribuya 9% en concepto de derecho de exportación, según datos aportados por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), en base a la plataforma Global Dairy Trade (GDT), retrocedió en los últimos dos meses un 19,1% y se ubicó en US$2548 la tonelada.
“Esto es sumamente preocupante, dado que la cadena láctea está actualmente atravesando una situación de destrucción de valor”, sostuvo Guillermina Mas, presidenta de la Cámara de Productores de Leche del Oeste de Buenos Aires (Caprolecoba), al analizar el posible impacto de las medidas.
Remarcó que, en junio pasado, en la cadena láctea la generación de valor fue negativa en $4764 millones. “Si miramos hacia atrás, la producción primaria ha estado absorbiendo la mayor parte de esta destrucción de valor. Venimos de unos 20 meses consecutivos donde en la producción primaria hay destrucción de valor”, agregó.
“Esta política macroeconómica con brecha cambiaria, inflación en ascenso, derechos de exportación vigentes en los lácteos, controles de precios y la inflación, afecta al bolsillo de nuestro consumidor que cada vez más está yendo a consumir productos más económicos o de menor valor agregado”, subrayó. “Desde el punto de vista de la producción, estamos en una situación insostenible y cuando miramos hacia el futuro hay un nivel de incertidumbre política y económica sumamente extraordinaria”, concluyó.
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