En Pergamino y otros lugares del norte bonaerense se registraron precipitaciones que permitirán a los productores iniciar una campaña de trigo que se presentaba con incertidumbre climática; hay regiones donde las tormentas fueron esquivas y siguen complicadas
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“No íbamos a hacer trigo, pero con esta lluvia nos entusiasmamos. Dan ganas de embarrarse e ir a ver si ya se puede clavar la pala”, dijo Bernardo Alonso. El productor reconoció que debe controlar la “ansiedad” que le genera que para empezar a sembrar va a tener que esperar a que el suelo se oree. Hasta hace unas semanas, la humedad disponible en su campo, ubicado a 9 kilómetros de Pergamino (Buenos Aires), era tan baja que la idea de implantar el cultivo parecía impensable, especialmente después de haber perdido más de la mitad de la producción de soja y casi toda la de trigo en la última campaña. Sin embargo, los más de 100 milímetros caídos desde el miércoles pasado hasta hoy en su establecimiento cambiaron el escenario para lo que se conoce como la campaña fina.
Alonso produce en la zona agrícola núcleo, la región más productiva del país que este año, por la sequía, sufrió una dramática merma de producción. En esa región, las lluvias eran esperadas para que, si bien no logran revertir las pérdidas, al menos modificaran el panorama del nuevo ciclo de trigo que está en marcha.
Además, los efectos del golpe de la sequía, las heladas tempranas y las olas de calor dejaron a los productores en una situación financiera compleja y la posibilidad de sembrar trigo abre una ventana de esperanza. No obstante, en este contexto los productores necesitan buscar recursos económicos para afrontar la siembra.
“Fue un evento de lluvias muy importante, poco frecuente en esta época del año”, aseguró Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA. Según detalló, en el centro-este y sudeste de la provincia de Buenos Aires, Entre Ríos y el centro y sur de la provincia de Santa Fe se registraron en los últimos dos días precipitaciones de 60 milímetros e incluso valores superiores a 100 milímetros. Puntualmente en Santa Fe y en Entre Ríos hubo regiones con 150 a 200 milímetros.
“En el este agrícola del país todas las áreas que recibieron este evento de lluvias, sumado al del 22 y 23 pasado, tienen las reservas de agua útil en el perfil disponibles para las decisiones de siembra de trigo y cebada”, indicó el especialista.
De acuerdo a un análisis preliminar y regional del mapa de disponibilidad de agua en el perfil del suelo de las últimas campañas, “aproximadamente 4,5 millones de hectáreas destinadas para el cultivo de trigo presentan buenas condiciones de humedad en la actualidad, gracias a estas últimas lluvias”. Para Mercuri, las perspectivas a corto plazo indican que existe la probabilidad de que eventos de precipitaciones de menor magnitud mantengan la humedad superficial, especialmente en la región este.
Mientras las precipitaciones se volcaron hacia el este del área agrícola, disminuyeron al oeste, es decir hacia el noroeste del territorio bonaerense, sudoeste de Santa Fe, La Pampa. También en el centro este de Córdoba. En rigor, hubo lugares donde llovió poco.
“Fueron muy buenas sobre el este y bajaron hacia el oeste”, detalló el director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA. Hasta las 9 de hoy, Mercuri recibió reportes de 7 milímetros en Marcos Juárez, en el sudeste cordobés. Productores reportaron a este medio de 5 a 15 mm en la zona de Monte Buey, también en el sudeste de Córdoba. Se sumaron 42 mm en Los Surgentes. En Venado Tuerto, Santa Fe, se informaron acumulados en la semana de 68 mm. En el extremo oeste bonaerense llovió menos de 20 mm y allí se enfrenta un panorama difíciles en cuanto al perfil de humedad para la siembra. Para Cristian Russo, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), habrá qué ver en qué situación queda Córdoba en el marco de menores milímetros.
“Se pensaba en el trigo como una posibilidad, pero como no había llovido, no nos queríamos ilusionar después del cachetazo que nos pegó la sequía”, expresó Alonso. En rigor, el productor contó que en la última campaña las precipitaciones en la zona no superaron los 300 milímetros cuando la media histórica roza los 950 milímetros.
Impacto
De las 300 hectáreas que sembró de soja, solamente pudo cosechar 100 con rindes de entre 600 y 750 kilos por hectárea. Son campos en donde suele producirse 5000 kilos por hectárea. En tanto, en trigo hizo 200 hectáreas y recolectó 150 con rendimientos de 800 kilos siendo que suelen ser de 4000 kilos.
“A los pequeños productores la merma en la cosecha nos dejó en un bache; nos tenemos que sentar a negociar los alquileres o las deudas, decir ‘no puedo pagar’ y pedir que nos esperen. Con estas lluvias uno se ilusiona porque, si está la posibilidad de sembrar, al menos algo la situación mejora”, agregó.
Para Russo, mientras hay que analizar el panorama de Córdoba, todo indica que se cumplió un giro que se esperaba con estas lluvias para la campaña triguera. La Bolsa rosarina, que hace unas semanas calculó en 650.000 hectáreas la siembra del cereal en la zona núcleo, una merma del 50% versus el año pasado, en los últimos días dijo que las lluvias pronosticadas podían ser una bisagra en el escenario del cultivo.
“Hay que analizarlo bien porque hay mucha agua, pero sin duda fue una lluvia muy importante. Estamos satisfechos porque por fin las lluvias superan por mucho lo que se esperaba”, remarcó Russo. A nivel país, en tanto, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estimó en 6,3 millones de hectáreas la superficie para el cereal, una expansión de 200.000 hectáreas versus la campaña pasada.
Con una mejora de la situación, Alonso explicó que su próximo paso será buscar una forma de financiarse. “Generalmente con la venta de soja compro de contado los insumos para el trigo, que te da un beneficio. Pero ahora, que tengo que usar el poco stock que hay para vivir, pagar el alquiler y cubrir las deudas de lo que se sacó en la cosecha anterior, que generalmente son insumos y algunas herramientas, me quedo sin nada. Por eso hay que sentarse a hablar y negociar para encontrar financiamiento”, señaló.
“Hoy, con la lluvia y la humedad que tenemos, cambia el entusiasmo de sembrar, pero hay que salir a recorrer para ver de dónde podemos conseguir financiación e insumos”, precisó el productor Gustavo Farroni, quien no puede ocultar su asombro por el cambio de panorama en el establecimiento “Don Juan”, de Pergamino. Hace un mes, en una reunión con sus asesores, acordaron que si caían 100 milímetros sembrarían trigo. “En ese momento era algo inimaginable, pero llovió”, subrayó el productor, que prevé sembrar entre 150 y 200 hectáreas de trigo.
“Vamos a hacer menos que el año pasado, todavía tenemos miedo, la amargura fue muy grande”, sostuvo el productor. El año pasado sembró 350 hectáreas, pero debido a los daños causados por las heladas y la sequía terminó alimentando a los animales en esos lotes por falta de pasturas.
En este contexto, planteó la necesidad de sembrar el cultivo invernal para hacer frente a las deudas contraídas en 2022/2023 con los bancos y las cooperativas, que no pudo cancelar debido a la magra cosecha. “Necesitamos sembrar para poder tener ingresos antes de fin de año y evitar seguir endeudándonos. De lo contrario, tendremos que esperar hasta abril de 2024, que es cuando tenemos el grueso del ingreso, que este año no lo tuvimos”, expresó.
El productor ilustró que en la última campaña sembró 600 hectáreas de soja de primera (fechas de implantación de octubre-noviembre según las zonas) y solo cosechó entre 300 y 800 kilos por hectárea, siendo que es común obtener 3000 kilos.
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