En Carlos María Naón, en el partido bonaerense de 9 de Julio, la intensa y repentina pedrada, sumado a fuertes vientos le destruyó a los hermanos César y Rubén Scasso cerca de 200 hectáreas de trigo sin cosechar, maíz temprano y soja de primera recién implantada
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“No quedó nada. En un rato la piedra, el agua y el viento se llevaron todo”. Ayer por la tarde, en Carlos María Naón, en el partido bonaerense de 9 de Julio, la intensa y repentina granizada devastó por completo los cultivos que tenían los hermanos César y Rubén Scasso, como a otros vecinos de la zona. No solo se afectaron los lotes en el campo familiar, también en un establecimiento alquilado. En tanto, todavía no hay una dimensión del daño en toda la región, pero se estima importante.
Si bien se esperaba algo de lluvia, nunca imaginaron que en menos de 10 minutos los lotes de trigo que estaba siendo cosechado, algunos de cebada que también quedaba por recolectar, de maíz temprano que venía con buen crecimiento y de soja de primera que ya estaba emergiendo, se destruyeran en su totalidad.
Tal fue el grado de asombro para César que, cómo había comenzado a llover más fuerte, decidió regresar con su hijo Mariano para cerrar la tranquera del campo por seguridad porque no iba a poder continuar con la cosecha del cereal. Fue ahí que se enteró en primera persona del daño que había provocado ese feroz fenómeno climático.
Hacía un rato nomás había estado recorriendo los lotes sembrados junto a gente de una cerealera de la zona a quien le compra todos los insumos. Es más, una máquina propia estaba yendo hacia allí para terminar de cosechar el cereal. Si bien el granizo no fue de gran magnitud, lo que influyó en el enorme daño fue la cantidad, con decir que dos horas después todavía había graupel dentro de los cultivos, derritiéndose.
“Destruyó todo, afectó 70 hectáreas de trigo, unas 40 del maíz avanzado y barrió por completo las 60 hectáreas de soja de primera recién implantadas, también la cebada fue dañada. Y me falta recorrer otros lotes para ver cuánto daño hay en total. Estos dos últimos cultivos hay que resembrar porque no se pueden salvar en absoluto”, describió a LA NACION el productor.
Con 64 años, Scasso, además de hacer agricultura junto su hermano de socio, hace 40 años es también contratista rural pero en los últimos tiempos, por los ajustados márgenes de rentabilidad, está en retirada y trabaja en su mayoría en el campo propio y en los alquilados a familiares.
Contó que en un rato van a llegar al campo los de seguro para evaluar el daño. “Pero no tiene salvación. Nosotros, los productores chicos, que no tenemos espaldas para aguantar una cosa así, no nos queda otra y siempre contratamos un seguro por lo menos para asegurar los costos y poder seguir en la próxima campaña. Sumado a que venimos de tres años desastrosos, con secas tremendas y que luego nos agarró el tornado que hubo en el partido. No hay número que dé con las retenciones, encima si no tenés un buen rinde, es imposible pelearle a los números. Nosotros venimos zafando con los animales que venimos engordando todos los años. Ahora, todo lo que pusimos lo perdimos, más allá que recuperaremos algo del seguro. Venimos parejito para atrás. Seguramente, el Gobierno va a leer esta nota y nos van a devolver las retenciones”, ironizó.
“Tras años de seca, teníamos dos salidas: que Milei saque las retenciones o tener una buena cosecha. Lo primero ya es puro cuento por lo que apuntábamos a tener una buena campaña con un clima que acompañe pero de repente nos pasa esto. Aparte, acá hay un montón de esfuerzo y de laburo que no lo recuperás con nada. Solo de insumos llevamos US$35.000 en la cuenta de la planta de ACA”, agregó.
Frente a ese escenario lamentable, decidió hacer un video para compartirlo con la gente que dos horas antes había recorrido pero rápidamente se viralizó por las redes sociales. Mientras grababa y mostraba el feroz daño en las plantaciones, satirizó: “Acá estamos mostrando un poquito la pedrada que cayó y no dejó nada. La soja de primera no sirve ni para espiar, el maíz no sirve más tampoco y al trigo que está al lado también lo golpeó bastante. Todas las deudas a pagar. Una buena pedrada para festejar y para tomar un buen vaso de vino”.
Y así, anoche llegó a su casa, agarró de la alacena una pequeña copa de vidrio, se sirvió de una botella abierta un poco de vino tinto y se sentó a reflexionar lo que había sucedido, porque hoy ya todo tenía que estar en marcha.
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