En Santa Cruz, en medio del fenómeno climático de los últimos meses, el veterinario Pablo Stürzenbaum aplicó un protocolo de acción desarrollado luego del impacto de la gran nevada de 1995
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EL CALAFATE.- Pablo Stürzenbaum es médico veterinario y productor agropecuario. Está enfocado en la ganadería regenerativa y el manejo holístico de pastizales. Pasó lo peor del temporal de nieve en Rupai Pacha, la estancia de la familia ubicada en el oeste de Tapi Aike en la zona donde el temporal de nieve tuvo su costado más duro en Santa Cruz. El temporal no lo agarró desprevenido: aplicó a rajatabla el protocolo para los campos desarrollado tras la nevada del siglo en 1995, cuando su familia perdió la totalidad de la hacienda. “No nos podía volver a pasar”, aseguró a LA NACION.
La región de Tapi Aike atravesó un deshielo masivo en los últimos días luego que ingresara una corriente cálida del Pacífico: el panorama mejoró ostensiblemente, pero aún no hay una evaluación de las pérdidas reales que dejó el invierno que llegó temprano y temible a finales de mayo. Cuando a principio de junio la nieve se instaló en la Patagonia con virulencia, Stürzenbaum se instaló en el campo dispuesto por seguir palmo a palmo su hacienda.
Sus padres, Heinz y Marta, poblaron Rupai Pacha en 1973, luego sumaron Achalay, una estancia al pie del cordón de los Baguales, en el límite con Chile. Allí tiene cinco puesteros y estuvo semanas sin poder ingresar. Siguió la situación con preocupación, pero con el protocolo mencionado. En el casco de Rupai Pacha, entre mayo, junio y julio se acumularon 97 cm de nieve caída en cuatro nevadas, en tanto que en Achalay pasó el 1,20 metro acumulado. Desde 1995 no nevaba así.
“En el invierno de 1994 nevó el 17 de mayo, 30 cm, pero no se fueron hasta agosto, se escarchó, se hizo hielo. Fue muy largo. La de 1995 fue la nevada del siglo, totalmente inusual, diferente a este año: nevó en agosto. En Fuentes del Coyle esa nevada fue muy tardía, pero crítica porque agarró a todas las ovejas en el último tercio de gestación y con 11 meses de lana. En Achalay cayó un metro de nieve, perdimos, además, un galpón de esquila entero que colapsó con el peso de la nieve en los techos. Perdimos todo. De los 4000 animales de Achalay se salvaron solo 252 ovejas”, aseguró el productor, de la cabaña merino multipropósito, proveedora de genética, de carneros y ovejas madres para otras estancias de la región.
Pasaron casi tres décadas de la nevada del siglo. Algunos productores, que entonces eran muy jóvenes, hoy están al frente de los campos. Hubo pérdidas totales, pero también fue el origen de un protocolo que en algunos casos se aplican para evitar la catástrofe. “Armamos un plan de contingencia ante este tipo de eventos. Estamos preparados, aunque no para tanta intensidad: con pellet, forraje, alimento balanceado, tractores encadenados, motos de nieve funcionando”, detalló el veterinario. Uno de los puntos del protocolo indica que, cuando empiezan estos eventos, las ovejas deben comer lo antes posible.
“El ‘95 nos golpeó duro, fue también fue un aprendizaje y esto no nos debía volver a pasar”, reflexionó ante LA NACION. Agregó: “Además, en aquella época, hacíamos un manejo de pastoreo tradicional con la hacienda en pastoreo continuo y distribuida por todos los campos. Desde 2012 hacemos planificación de manejo holística y ganadería regenerativa que tiene que ver con rotación de los campos y la utilización de los animales agrupados en cada cuadro, donde se priorizan largos tiempos de descanso para que las plantas se recuperen. Los animales, de esta forma, están todos juntos y esa es también una gran ventaja para estos eventos al no tener que salir a juntarla por todos los campos. Esto permitió que comenzáramos a dar de comer apenas cayó la primera nevada los primeros días de junio. Nuestro protocolo de emergencias, resultado de las conclusiones del evento del 95, tiene 37 puntos. Uno de los puntos clave es que cuando ocurren los eventos hay que empezar a dar de comer lo antes posible”, señaló.
El productor contó que empezaron a dar de comer a las ovejas el 4 de junio para que, cuando diez días después cayó la nevada grande, los agarró con las ovejas alimentadas: “Es importante anticiparse y lo hacemos con suplementaciones de emergencia. Una ración mínima para mantenerles el rumen en movimiento: esto representa una ración del 50% de los requerimientos de mantenimiento. Algo así como 400 a 600 gramos/ovejas por día de un total ideal de 1,8 Kg. De todas formas, igual han perdido peso y condición corporal a pesar de que les damos esta ración diaria”.
Las ovejas atravesaron la ola de frío en medio de la gestación y en agosto empezaron el último tercio: si están en condición corporal baja se traduce en corderos de bajo peso al nacer, menor masa corporal, menor capacidad de termorregulación, menor reflejo de succión y, por lo tanto, menor capacidad de supervivencia. En tanto que en la oveja significa menor volumen de calostro, más duro y espeso.
El 20 del actual el veterinario tiene previsto realizar las ecografías y la condición corporal para poder determinar cuál es el estado de los animales y, en ese momento, tendrá el número exacto de ovejas y se conocerá la diferencia con la que había en el mes de mayo cuando se inició el servicio. Ahí sabrán cuáles fueron las pérdidas reales en su campo.
Dentro de los 37 puntos del protocolo que aplica, y que ha sido difundido entre los productores rurales de la provincia, los puntos dos y tres apuntan a asegurar la accesibilidad a los campos y las comunicaciones. Esos aún siguen siendo los puntos más débiles en la mayoría de los campos y, si bien se ha contado, con el apoyo de maquinaria del Ejército, las rutas provinciales quedaron inaccesibles durante semanas.
“En Rupai Pacha y en conjunto con nuestro vecino, contratamos una topadora para abrir camino y entrar con camiones con alimento, no requerimos el servicio del Ejército porque nos arreglamos bastante bien y no queríamos hacer uso de la logística que podía necesitar otra gente, pero en el caso de Achalay sí nos ayudaron a ingresar 200 bolsas de alimento en los carriers. Esa era la única manera que podíamos acceder a los campos en junio”, dijo.
Rupai Pacha es una estancia relativamente nueva. Era parte de Fuentes del Coyle. Operó en la Patagonia hasta 1969 bajo el nombre Explotadora de Tierra del Fuego, luego fue vendida al estado nacional y administrada por el Consejo Agrario Nacional hasta 1973. Fue subdividida en cantidad de estancias menores y luego se llamó a concurso con derecho a compra de los colonos que concursaron para estas tierras.
Hoy la familia Stürzenbaum está al frente de Rupai Pacha, que tiene una extensión de 26.000 hectáreas junto a Achalay. Se dedican a la cría de ovejas merino multipropósito. Un merino moderno, descubierto de cara, muy fértil, liso, sin arrugas, que tiene muy alta calidad de lana, blanca, rizada con muy buen largo de fibra, además de muy buena aptitud carnicera con altas tasas de crecimiento temprano. También buenas áreas de ojo de bife y con capacidad de engrasamiento, fundamental para sobrellevar eventos extremos como los de este invierno.
“Es una versión moderna de un animal que produce carne y lanas de 19 micrones, acorde con las necesidades actuales de los mercados. Somos socios fundadores del MPM en la Argentina (merinos multipropósito) y proveemos genética, carneros y ovejas madres para otras estancias”, expresó.
“Situaciones como las que vivimos este invierno te ponen a prueba el físico y la cabeza; tenés que tomar todo el tiempo decisiones y los escenarios son tan cambiantes. Hay que estar atento a tomar las mejores decisiones”, remarcó. Señaló que él no está dispuesto a que se muera ninguna oveja y para eso trabajan todo el año.
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