Con una gestión consistente y buenos índices de producción y eficiencia (255 kilos de carne por hectárea y 92% de preñez), Rodolfo Nougués suma superficie alquilada desde hace 14 años
"En 2001, plena crisis económica, mis padres tenían un campo de 2170 hectáreas y querían salir del negocio. Era un muy mal momento para vender, la tierra había tocado su piso en dólares. Entonces, asumiendo deuda, les alquilé la mitad de la superficie y les compré 500 vacas Angus que venían del rodeo de mis abuelos. Hoy, manejo 5200 hectáreas, 100% arrendadas, y 4000 madres", dijo Rodolfo Nougués, un ingeniero en producción agropecuaria que está al frente de un establecimiento en General Alvear, Buenos Aires, cuna de los pools de siembra.
Para el empresario, la clave de gestionar campos arrendados para ganadería es hacer contratos de largo plazo, al menos por cinco años, para compensar la inversión en praderas. Como generalmente los dueños no pueden invertir en infraestructura, Nougués se hace cargo de las mejoras, asignándole una amortización en kilos de novillo. Si hubiera que devolver un predio les descontaría las cuotas restantes de los últimos alquileres. "Hay campos en los que llevo trabajando así 14 años, otros siete, algunos tres, y nunca he devuelto ninguno a pesar de los avatares que atravesó el sector", aseguró.
Más allá de la gestión empresarial, hay un planteo tecnológico basado en el conocimiento y un equipo de trabajo comprometido, herramientas que le han permitido crecer un 20% anual en hacienda, a la par de la superficie, con lo cual aumentó muchísimo la producción total de carne. "Es un esfuerzo enorme mantener la productividad e incluso incrementarla cuando el campo se agranda todos los años", enfatizó.
Nougués integra el grupo Crea Arroyo Las Flores, plena cuenca del Salado, una zona tradicionalmente productora de terneros que está evolucionando al ciclo completo, además de enfrentar una fuerte presión de la agricultura.
Según una investigación del INTA, "en los últimos diez años, se produjo un aumento del número de cabezas, sobre todo en las categorías de recría, pero la tasa de destete se mantuvo estancada en el 76%". Además, se detectó que "en el ciclo completo, hay brechas de rendimiento del 100% entre los que más y menos producen, alambrado de por medio: 90 y 190 kg/ha de carne, respectivamente. Esto se explica por la asimetría en la adopción de tecnologías disponibles", explica el trabajo.
En este contexto, los indicadores físicos del caso Nougués se ubican muy cerca de la frontera productiva, o sea de la máxima productividad alcanzable en su modelo que se realiza básicamente a campo abierto. "En 14 años, hemos tenido un procreo del 92% con picos del 95%. Hoy, obtenemos en promedio 255 kg de carne por hectárea ganadera y en los campos más antiguos, donde hay más intensificación, llegamos a los 380kg /hectárea", aseguró el empresario.
El punto inicial es una buena alimentación ya que toda la superficie mejorable está praderizada, así, como mínimo, duplican la producción de pasto.
En tal sentido, la ganadería se hace sobre 4200 hectáreas y las 1000 hectáreas restantes se dedican a agricultura para alimentación animal y venta de excedentes.
En los bajos dulces y salinos se hacen promociones de raigrás y se implantan agropiros. Los mejores lotes se rotan con praderas donde se invernan los animales. "Hacemos la mayor cantidad de kilos posibles a pasto. Tenemos corrales que se usan en forma estratégica, como reaseguro del sistema ante contingencias climáticas", detalló el ganadero.
Un tema en el que están empezando a trabajar de la mano del Crea es el manejo de las pasturas por ambientes, basándose en datos precisos.
Los miembros del grupo veían que la persistencia de las pasturas no era la óptima y querían saber si se debía a falta de fertilización o a fallas en el control de malezas. "Empezamos a relevar las praderas de más de dos años. Somos conscientes de que podríamos producir más pasto, es una asignatura pendiente", contó.
Producir con buenos índices
Un aspecto que según el empresario sí está bien cubierto es la sanidad, que desde el inicio lleva adelante el doctor Juan Insaugarat. "Lo fundamental es la relación permanente entre el veterinario y el equipo de trabajo para cumplir con el calendario sanitario, poniendo el foco en lograr más terneros", sostuvo Nougués.
Los ganaderos están acostumbrados a considerar el porcentaje de preñez como indicador de eficiencia pero las mayores pérdidas en el rodeo de cría se dan entre la gestación y el destete, por abortos y diarreas.
"Nosotros tenemos un 6% de bajas, lo que todavía es alto. En nuestro caso, no es un problema sanitario, se debe a que se entoran vaquillonas muy jóvenes, que tienen menor habilidad materna. A veces las pérdidas se van arriba del 8%, a diferencia de las vacas adultas, que está en el 3%, y eso eleva el promedio general", explicó. Sin embargo, advirtió que "para crecer hay que anticipar el servicio porque sino las hembras andan dando vuelta por el campo y comen". De ahí, que la prioridad del planteo es que todas las terneras lleguen al peso de entore, unos 290/300 kg, a los 15 meses, apoyando la recría con granos.
Otra fortaleza de la empresa es el equipo de trabajo que lleva adelante el plan estratégico. "Son todos jóvenes, pero están conmigo desde el inicio. Como crezco en campo alquilado es muy difícil replicar el equipo, hay que brindarles remuneraciones interesantes, profesionalizarlos y delegar funciones", subrayó. Y reveló que "el gasto en personal, diez en total, implica más del 30% de los costos ganaderos, un nivel similar al de los suplementos o al de verdeos y promociones".
Con respecto a los resultados económicos, Nougués piensa que son muy positivos. "Cuando el principal activo es la tierra, la rentabilidad sobre el capital total es relativamente baja, estamos hablando del 3 al 4%. En cambio, mi mayor patrimonio es la hacienda y la renta resulta mucho mayor", finalizó.
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