El productor agropecuario Daniel Barcelonna fue nuevamente victima de los ataques de jabalíes, que destruyen silobolsas y dañan la cosecha;la alta tasa de reproducción y el comportamiento nocturno de estos animales hacen muy difícil su control
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“Qué bien arrancamos el año”, escribió irónicamente en redes sociales el productor agropecuario Daniel Barcelonna, de Tandil, acompañado de una imagen que mostraba silobolsas rotos y granos dispersos por el suelo. No era la primera vez que Barcelonna enfrentaba esta problemática: exactamente un año atrás, también en enero, había compartido una foto similar. “Se convirtió en una plaga. El daño que estamos sufriendo es enorme y no hay forma de controlarlo”, expresó sobre este depredador.
El productor detalló que la bolsa afectada había sido colocada hacía apenas 15 días y contenía unos 240.000 kilos de trigo. “El silobolsa es una herramienta fundamental para los productores, ya que permite almacenar el cereal durante un año. Pero ahora, está cada vez más expuesto al ataque del jabalí, poniendo en riesgo una herramienta clave para nosotros”, comentó Barcelonna, lamentando las consecuencias que estos ataques generan.
“El agujero que dejan puede permitir la entrada de insectos, aire, humedad o agua, lo que afecta la calidad del cereal que queda dentro. Además, te hace perder mucho tiempo, porque hay que conseguir a alguien que recoja el cereal del piso, repare la bolsa y, encima, esperar que no vuelvan”, agregó.
Este no es un problema nuevo para el productor. Los ataques de estos animales se han vuelto casi habituales. “Aún no terminé la cosecha y ya tuve la visita de mis amigos de cuatro patas. Ni siquiera tuve tiempo de instalar los eléctricos”, había escrito en su cuenta de X el año pasado, también en enero, cuando sufrió un ataque similar. Incluso, dos meses antes, compartió otra imagen con el mensaje: “¡Nuevamente me visitaron mis amiguitos de cuatro patas! Creo que para el invierno estarán gordos”.
El problema sigue en aumento y Barcelonna resalta lo difícil que es combatirlos. Una de las principales razones, explicó, es su alta tasa de reproducción. “La reproducción del jabalí es exponencial. Una hembra, a los seis meses, ya puede tener crías. En un año, de una madre puedes tener hasta 30 jabalíes, porque si alguna cría es hembra, comienza a reproducirse también”, detalló.
El productor también subrayó que el jabalí es un animal nocturno, lo que complica aún más su detección y control. “Ando todo el día en el campo, recorro entre 300 y 400 kilómetros por día para ver los campos que alquilamos, pero nunca veo nada. Pero al otro día, paso por un silobolsa y lo encuentro roto”, lamentó.
En la zona de Tandil, la presencia de sierras y pajonales ha favorecido la adaptación de estos animales. “Se adaptaron a vivir entre las sierras y los pajonales, donde se esconden durante el día. A la noche bajan a comer y saben que en esas bolsas hay cereal”, describió.
El jabalí se ha vuelto incontrolable en provincias como La Pampa, San Luis, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos. Su impacto no es menor: según un informe de 2022 del ex Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la FAO, esta especie causa pérdidas económicas anuales de 1380 millones de dólares en Argentina.
Creo estos llegan bien para Navidad.! Bien alimentados con cebada Overture.!! pic.twitter.com/f0Hfr6Z5C2
— Daniel Barcelonna (@dbarcelonna) December 17, 2024
Originario del norte de África, el jabalí se expandió por Europa y Asia antes de ser introducido en Argentina en 1905 por Pedro Luro para la caza en La Pampa. Sin embargo, la fuga de ejemplares los convirtió en animales silvestres, que al cruzarse con cerdos domésticos, dieron lugar a una especie cimarrona de mayor tamaño.
En este contexto, Barcelonna destacó lo ocurrido recientemente en Entre Ríos, donde el Senado aprobó un proyecto de ley que declara plagas al jabalí, al chancho asilvestrado y al ciervo axis. La iniciativa, presentada por la diputada Gabriela Lena, busca mitigar el impacto de estas especies exóticas en los ecosistemas y la producción agropecuaria.
La normativa autoriza la caza con fines de control poblacional y establece la reglamentación de licencias, permisos, zonas habilitadas, temporadas y cupos. Además, promueve la colaboración interjurisdiccional y campañas de educación para la protección del ecosistema nativo.
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