Se trata del cultivo de papa, de amplia producción en la Argentina, pero con importantes gastos, según alertaron los productores
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La papa está entre los tres alimentos más consumidos en el mundo, después del arroz y el trigo. Su consumo a nivel nacional e internacional es masivo y hasta tiene un día especial en el que se conmemora este tubérculo: el 30 de mayo. Lo proclamó justamente el año pasado la Asamblea General de las Naciones Unidas. Según la FAO, la producción mundial de papa ha crecido de forma sostenida en los últimos quince años. Sin ir más lejos, en la Argentina actualmente hay 800 productores que siembran 80.000 hectáreas, que a pesar de regirse por la oferta y la demanda enfrentan una situación crítica.
“Estamos preocupados, como le sucede a todo el país. La papa siempre ha tenido altibajos: tiene oferta y demanda. Se gasta mucho en dólares para poder producirla, por lo que al invertir en dólares y cobrar en pesos se complica. No es fácil juntar los dólares para poder reinvertir”, dijo Alfredo Pereyra, presidente de la Federación Nacional de Productores de Papa a LA NACION.
Este alimento tiene salida al mercado interno de consumo fresco, para la industria nacional, la exportación en fresco y la industrialización. Un kilo de papa puede llegar a costar $250 puesto en el Mercado Central. Sin embargo, los precios en las góndolas o fruterías puede llegar a triplicar ese valor. De los $250 que recibe el productor utiliza 150 para cubrir los gastos de logística. En tanto, con los $100 restantes debe cubrir los costos de producción y de ahí tiene que reinvertir para la próxima campaña.
“Es muy poco para afrontar los gastos que tenemos. Los mercados hoy están abastecidos. Cuando hay oferta los precios no son interesantes… Siempre hay problemas”, planteó. No obstante, pese a que los valores son relativamente baratos, esto también lo convierte en un producto “popular” y accesible para la sociedad. “La salida [venta] tampoco es tan importante para que se disparen más los precios. Muchas veces se multiplican entre lo que llega al Mercado Central y lo que recibe el consumidor”, precisó.
“Todavía no estamos en quebranto. Ayuda mucho la industria que está consumiendo bien y se destina un importante número a la exportación. Esta es una producción a la intemperie, nos complica bastante el clima. Estas lluvias torrenciales de muchos milímetros perjudican a los cultivos: tuvimos 200 mm y eso los anega, porque se pierden, también ha caído piedra -granizo- en algunas partes. Esto hace que tengamos menos cosecha y podrían mejorar los precios para el productor dentro de unos meses”, remarcó.
La producción mundial de papa alcanza, aproximadamente, los 376 millones de toneladas, siendo China, India y Ucrania los principales productores, según los datos de la FAO A 2021. La Argentina produce aproximadamente 2,9 millones de toneladas, y representa casi el 0,8% de la producción mundial. Este tubérculo se siembra en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, San Luis, Tucumán, que tiene dos cosechas al año. De hecho, desde ahí vienen las papas tempranas. Le siguen Mendoza, Jujuy, Salta y en menor escala Santa Fe. La industria procesadora se ha convertido en uno de los principales clientes de los productores. Lo procesan industrias como McCain, Simplot y PepsiCo. Esta última abarca el 1,9%, de la participación del área sembrada. En el sector agropecuario esperan que estas empresas ayuden a mejorar la economía regional.
Cecilia Bedogni coordina el grupo de investigación y mejoramiento de papa y hortalizas en el INTA, sostiene que, si bien los productores están muy tecnificados, viven a la expectativa de los precios de la papa. En el 90% de la superficie de la Argentina se planta la variedad spunta, de origen holandés, y se usa para el consumo fresco. La principal variedad para bastones prefritos es innovator, mientras que las variedades redondas son atlantic o FL que se usan para los chips. “De la producción total generalmente un 70% o 75% se destina al consumo fresco y un 20% o 25% es para industria”, advirtió. Hay productores que destinan la producción al consumo, también son productores de semilla de papa, y otros que trabajan por contrato con las empresas industrializadoras.
Hay porcentajes muy leves que se destinan al almidón de papa, harinas de papas, no obstante, en la Argentina no hay ese tipo de industrialización con mucho auge, aclaró Bedogni. “Desde la década del 40 se lleva a cabo el plan de mejoramiento genético de papa: se han sacado muchísimas variedades que tienen objetivos y destinos para distintos usos. Estas han sido más exitosas en el exterior que en la Argentina. Estas variedades se está tratando de difundir a través de cocineros o chefs”, contó. Algunas industrias usan innovator como variedad elite. Le siguen sagitta y daisy, que se siembran en toda la Argentina.
La experta del INTA contó que hay una producción de papas andinas en el noroeste de la Argentina, cuyas variedades han sido mejoradas genéticamente y están ganando popularidad en la industria gourmet. No obstante, a pesar de los avances tecnológicos, los productores son reacios a probar nuevas variedades debido a la preferencia establecida en el mercado de consumo.
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