Santiago Harriague vio la oportunidad de realizar algo útil con un producto que tiraban las cervecerías
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Cada viernes, Santiago Harriague, de 31 años, recoge las bolsas de arpillera plástica que cinco cervecerías de la provincia de Buenos Aires desechan tras almacenar la malta. Lo que para estos negocios ya no tiene utilidad, este joven lo transforma en una amplia variedad de productos, como mochilas, bolsas, materas y riñoneras, que luego vende bajo una marca que fundó hace dos años y medio. Eso no es todo: también aprovecha las bolsas de polietileno desechadas por una fábrica de juguetes y otra de zapatillas, además de las bolsas de nailon amarillo que se descartan en la producción de algodón, los silobolsas, banners publicitarios.
“Acabamos de sumar las bolsas de alimentos para perro, gatos y aves”, cuenta el joven, que asegura que no da abasto con la producción.
Harraigue fundó Kaiapuni en febrero de 2021 luego de que sintió la necesidad de hacer algo con las bolsas de arpillera que veía que se tiraban en el campo en el que trabajaba. Desde ese entonces el negocio no paró de crecer. Tuvo que invertir en más maquinaria y contratar personal extra porque pasó de vender 15 mochilas por mes en el primer año a actualmente más de 400 de manera directa y más de 600 en mayorista.
“No damos abasto con la producción. Incluso nos falta mano de obra, invertimos en más máquinas, capacitamos cada vez más gente, pero nos sigue faltando”, dice. Además de mochilas, hace fundas notebook, riñoneras y bandoleras, neceser, billeteras. Todo con las bolsas que en otros sectores se descartan y el junto con su equipo las recolecta, las higieniza y luego las cosen. Al principio empezó solo con las bolsas de arpillera, pero luego comenzó a usar como materia prima otros productos.
La idea surgió cuando el joven trabajaba en un campo en Vedia, provincia de Buenos Aires. Allí todos los días veía las bolsas de arpillera plásticas de semillas que llegaban al campo, se abrían, su contenido se volcaba en un carro y luego se tiraban. “Eran cientos que todas las semanas terminaban en la basura. Un día dije basta, no puede ser, algo tengo que poder hacer”, recuerda.
De casualidad, al tiempo lo contactaron de una cervecería para ofrecerle las bolsas de arpillera que se usaban para almacenar malta. “Me llamaron porque yo había tenido un emprendimiento de bolsos materos y ahí conecté lo que me pasaba en el campo con Bear House (cervecería) y se me ocurrió hacer bolsos”, detalla. En el interior tienen bolsa de polipropileno. “Es para reutilizar más el material, las retiramos por una juguetería que antes las tiraba y ahora nos las da a nosotros. Además, las hace un poco más resistentes e impermeables”, señala.
Manos a la obra
Cada quince días retira aproximadamente 200 bolsas de las tres cervecerías con las que trabajan: Abracadabra, Bierhaus Brewing Co y Jabalina Brewing Company. “Las usamos a todas, no se tira ni un pedacito”, precisa.
“Necesitaba plata para poder empezar a producir en cantidad y me fui a trabajar afuera durante seis meses. Lo que cobraba lo pasaba a pesos y lo mandaba para que fabriquen más mochilas”, destaca.
Eli y Gladys, dos costureras de Lanús que conoció gracias a una fundación, fueron las que primero contrató para transformar las bolsas de arpillera. Con el crecimiento de la demanda de poco fue sumando gente, actualmente las dos mujeres lideran un equipo de 15 personas.
“Nos estamos animando a productos más complejos, teníamos mochilas o bolsos simples, pero queremos hacer tipo mochilas carry on. Empezamos a trabajar mejor el producto y conocer más todos los materiales entonces. Vamos aprendiendo sobre la marcha”, agrega.
Ya realizó algunas ventas puntales al exterior, específicamente a destinos como Australia, Costa Rica y Estados Unidos. A Australia su meta es empezar a exportar de forma continua. En este sentido, se encuentra actualmente en la búsqueda de socios comerciales.
Por otra parte, señala que su intención es centrarse aún más en el crecimiento de su marca propia, reduciendo en cierta medida su enfoque en la venta al por mayor, aunque manteniendo a sus clientes actuales.
“Vamos a empezar a trabajar con una artista de Bariloche, Josefina Pinta, para que intervenga los productos y, siguiendo con la línea de nuestros animales en las mochilas, va a hacer dibujos de animales en la vida cotidiana. Por ejemplo, un zorro tomando mate. Con eso buscamos impulsar nuestra marca”, anticipa.
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