El productor y contratista rural Luis María Bompadre tiene una máquina a la cual se le rompió una bomba hidráulica; compró una opción nacional pero no anduvo y necesita el equipo importado
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Desde hace más de tres meses que, todos los días, el productor agropecuario y contratista Luis Maria Bompadre recorre 25 kilómetros para controlar que su cosechadora, que se le rompió a principios de marzo pasado y desde entonces no consigue repuestos para arreglarla, sigue parada en el lote de soja en Catriló, La Pampa, donde dejó de funcionar.
“La vicepresidenta habla de un festival de importaciones, mientras yo tengo una máquina parada en el campo porque no puedo conseguir los repuestos originales, no los dejan entrar. Me quedé sin cosechar girasol, solo pudo hacer una semana de soja y ahora tengo que empezar a hacer maíz, pero no tengo la máquina”, lamentó el ruralista en diálogo con LA NACION.
El productor contó que a la cosechadora, una John Deere 9770, que compró hace ocho años, se le rompió una bomba hidráulica la primera semana de marzo último mientras recolectaba un lote de girasol en un campo. “La arreglamos con unos repuestos nacionales, pero con eso duro únicamente una semana haciendo soja y se volvió romper”, indicó.
Por esa bomba que no le sirvió pagó $1.850.000, además de aceite y radiadores que implicaron entre $500.000 y $600.000 más. “Tiene garantía, seguramente me lo van a reconocer, pero ya no recupero todo el trabajo que me perdí de realizar. Esta es una máquina que hace unas 70/80 hectáreas diarias aproximadamente”, indicó.
Precisó que el valor de la cosechadora ronda los US$450.000, pero si se le suman plataformas de recolección, dos tolvas autodescargables grandes, dos tractores, una casilla, tanques combustibles y de agua el valor de la maquinaria asciende a los US$800.000. “Todo parado”, se quejó.
Bompadre está desde hace 38 años en este negocio del agro. Tiene varios equipos destinados a la siembra de girasol, soja y maíz. Hace entre 21.000 y 22.000 hectáreas de siembra de granos gruesos en La Pampa y en la provincia de Buenos Aires. También durante el año hacen verdeos y pasturas.
El contratista es el primero de su familia en dedicarse a la actividad agropecuaria. Su padre y su abuelo tenían un taller mecánico en donde él creció junto a un hermano. “Yo me sentía más atraído por la actividad rural y busqué una alternativa en la venta de implementos agrícolas”, contó. Fue así que cuando terminó el servicio militar, en 1983 fundó Maquinarias Bompadre SRL. Empezó “sin nada”.
Apenas comenzó a sostenerse en su actividad comercial cuando en 1987 murió su padre. El productor tuvo que “luchar” para sostener el hogar, junto a su madre, su hermano y la abuela paterna. Pero al tiempo llegó el alivio con la representación de una importante empresa de sembradoras y siguió creciendo. A los pocos años agregó servicios de contratista y el alquiler de campos para sus siembras. Con el tiempo se convirtió en uno de los mayores contratistas rurales y uno de los principales empresarios de venta de maquinaria agrícola de La Pampa.
Dice que el contexto actual le recuerda a la presidencia de Cristina Kirchner: “Vivíamos una situación idéntica. En ese momento no conseguíamos nada, porque no dejaban importar. Desde hace un tiempo que pasa lo mismo, no conseguimos repuestos e insumos”.
“Es un momento crítico y grave para el sector agropecuario”, agregó. Contó que tenía “compradas de palabra” tres John Deere, pero solo le pudieron entregar una. Explicó que está “desvistiendo” otras máquinas para sacar repuestos y arreglar a las máquinas que tiene en funcionamiento. “Lo que más me preocupa es que la máquina está parada. Tengo otras máquinas nacionales con cosas importadas, estamos rogando que no pase nada. Además, muchas nacionales tienen componentes importados. Así traban la producción”, reflexionó.
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