Juan Enrique Ibañez, un productor de 30 años que trabaja en un campo familiar, contó la situación que viven en un establecimiento de producción ovina en una región cercana al límite con Chile
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Por estos días, la Patagonia mantiene activa la alerta por nevadas intensas y temperaturas extremas. Se trata de una situación que complica las tareas del día a día de los productores agropecuarios de la región. Cerca del paraje Fuentes del Coyle, en la provincia de Santa Cruz, está Juan Enrique Ibáñez, un joven productor de 30 años que trabaja en el campo familiar, donde producen 2500 ovejas de esquila, quien explicó que en esta época invernal la nieve puede ser un problema para el manejo de la producción ovina. Entre mayo pasado y lo que va de junio llevan acumulados 60 cm, el doble de lo que se registra usualmente en estos dos meses.
Las intensas capas de nieve han cubierto completamente el suelo, por lo que esto ha dificultado las tareas de los productores agropecuarios. Si bien en la época invernal las tareas suelen ser más complejas, en estos días, la situación ha recrudecido. Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) advirtió que las fuertes nevadas en el sur argentino vienen complicando la vida cotidiana en las ciudades y en los campos. Esto se traduce en escaso forraje para miles de animales que corren el riesgo de quedarse sin alimento. “A esto se suma la complejidad de los caminos cortados y la imposibilidad de acceder con alimentos y víveres hasta a los propios puestos de las estancias”, citaron.
El campo de 10.200 hectáreas de la familia Ibáñez está a 70 km en el límite con Chile, al lado del Parque Nacional Torres del Paine. Allí la familia produce ovejas de la raza corriedale, de doble propósito: carne y lana. Están homologados para realizar ambas tareas. Juan Enrique contó que esta raza produce 4,5 kilos de lana por animal, con una fibra de 26 micrones, que es el parámetro en el que toma el comercio de la lana.
“Hemos tenido episodios de nevadas muy esporádicos, sacando lo que fue el año 1995 cuando hubo una gran nevada, cuando nevó en un período de 10 días con casi 1,5 metros de nieve, donde hubo muchos productores que perdieron mucha hacienda. Este año viene siendo muy particular porque venimos de cuatro años de un periodo invernal en el que no estábamos llegando al promedio de nieve”, señaló.
Ahora, según los registros de la región, están en un acumulado de 60 centímetros en lo que va de mayo a junio. “Ya estamos superando ese límite dentro del casco de la estancia, cuando por lo general estamos en un promedio de los 30 a 35 cm desde el mes de mayo, cuando se registran las primeras nevadas de la temporada, hasta septiembre, que puede haber nevadas tardías”, enumeró.
A este fenómeno climatológico también se le suman lluvias por encima del promedio. La relación que hacen es un centímetro de nieve por un milímetro de agua, eso cuando se compensa pasa a ser agua que sirve posteriormente para mejorar el estado del pasto para alimentar a los animales. Este escenario se da siempre y cuando no haya mucho viento. “Estamos en una zona de mucho viento. Hay días que hay temporales de 100 km de viento con ráfaga de 150 km/h y eso se mantiene extendido durante cuatro o cinco días, por lo que esto produce una sequía y erosión que no permite que el perfil del suelo esté cargado de agua permanentemente”, explicó.
En los campos de la región, si bien registran climas extremos con una mayor cantidad de precipitaciones, en el verano no suele haber precipitaciones. Por eso, se abastecen de agua producto de la nieve o agua de deshielo de la montaña para realizar las tareas productivas. Contó que después tratan de conservar y retener el agua en la época de falta de precipitaciones, que se da principalmente en el verano, cuando las ovejas necesitan de la asistencia en el traslado de agua.
No obstante, ahora, por la cantidad de nieve que ha caído de cara al crudo invierno que se avecina, la familia tiene que idear la forma en que se manejan para ejecutar las tareas a la intemperie: a través de un viejo tractor y caballo. En algunos casos, incluso, usan la maquinaria para en el traslado de la hacienda. “Utilizamos una niveladora de arrastre, con la que abrimos los caminos y callejones para que la hacienda pueda trasladarse por esos caminos y no tenga que caminar por encima de la nieve y que pueda acercarse al agua. También es una facilidad para el personal a que pueda romper el hielo. Estamos en temperaturas por debajo de los 0° que hace que se escarchen las aguadas naturales y sirven para poder salir a recorrer”, agregó.
La familia, compuesta por tres hermanos y sus padres, tienen un esquema de veranada-invernada. Además, hacen cría de bovinos de la raza Hereford, aunque no es la principal fuente de ingreso del establecimiento, sino las ovejas.
“La actividad ovina está siendo bastante golpeada. Después de la pandemia, a la fibra fina [lana de 18 o 19 micrones de la raza merino] le costó mucho recuperarse. En el mercado está habiendo una tendencia a querer levantarse, pero todavía no es posible. La fibra de lana intermedia a gruesa no está teniendo mercado, entonces esto cuesta. El cordero tuvo una remontada, alcanza para cubrir los costos, pero el atraso cambiario, la falta de competitividad y los tipos de dólar producen una situación de que nuestra actividad no esté valorada”, sintetizó. Los mayores costos que enfrenta la actividad están motivados por la esquila. Según explicó el joven, en esta zafra 2024/25 tienen previsto que asciendan de $2500 a $3000 por animal.
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